Una reflexión sobre el 2 de junio
Yurisha Andrade Morales*
A seis días de las elecciones, las autoridades electorales declaramos estar preparadas para afrontar el compromiso democrático que permitirá la renovación de poderes públicos en el ámbito federal y en las 32 entidades federativas. Como país tenemos la expectativa de que, por primera vez en nuestra historia, sea electa una mujer en la presidencia de la república, pero también de que las votaciones se caractericen por una amplia participación de los más de 99.3 millones de personas que integramos los listados nominales de electores.
En efecto, el próximo domingo se abrirán las urnas para que las y los ciudadanos decidamos qué partidos y qué candidaturas ocuparán los 20 mil 708 cargos que se renovarán en un ejercicio democrático que debe transcurrir en paz y con seguridad para todas las personas que participaremos. Lo deseable es que la jornada electoral sea una fiesta cívica que nos iguale en las urnas, en esos procesos periódicos de elección de quiénes obtendrán la mayoría de los votos y, por lo tanto, serán los depositarios de los mandatos ciudadanos para gobernar y para cumplir las tareas legislativas.
Desde la década de los noventa, México ha apostado por mejorar la calidad de su democracia, por construir instituciones que regulen un juego político equitativo y apegado a principios establecidos en nuestra Constitución. El voto que depositemos en las urnas será determinante para los destinos del país, de nuestras entidades federativas y municipios. El Instituto Nacional Electoral, en coordinación con los institutos electorales de los estados, ha determinado la instalación de 170 mil 308 mesas directivas de casillas, que serán atendidas por un millón y medio de funcionarios que son nuestros y nuestras vecinas, que contribuyen de manera gratuita y con un enorme compromiso cívico en la recepción y contabilización de los votos.
Las elecciones del próximo domingo volverán a reflejar, en las votaciones y en sus resultados finales, el mosaico de nuestra pluralidad y diversidad; volverán a mostrar la riqueza de nuestra cultura y de nuestra composición demográfica. Es mucho lo que está en juego como para dejar pasar la oportunidad de expresar en las urnas el apoyo que cada quien quiera otorgar al partido o candidatura de su preferencia. Solo hay que tomar nuestra INE y acudir a la casilla que nos corresponda, porque la democracia es un proceso que involucra a todas las personas que formamos parte de una comunidad.
Las elecciones constituyen una pieza clave para el funcionamiento del Estado mexicano, sin ellas sería materialmente imposible el ejercicio pleno de nuestros derechos y nuestras libertades. En los últimos 35 años las autoridades, administrativas y jurisdiccionales, federales y locales, hemos logrado entregar a la sociedad mexicana la organización impecable de procesos electorales que son auditados en todos sus componentes, esta vez no puede ser la excepción.
El 2 de junio significa la posibilidad de continuar fortaleciendo a nuestra democracia y sus instituciones, asumamos el compromiso de ensanchar los canales de la representación para robustecer la pluralidad que habita en la vida cotidiana de nuestras sociedades, pero que debe reflejarse en los espacios de poder y en las decisiones legislativas.
Nuestro voto es fundamental para la integración de los órganos de la representación política y para determinar quiénes serán nuestros gobernantes. Las condiciones están dadas para refrendar un camino de competencia equitativa, donde las alternancias son una posibilidad en el abanico democrático, donde hoy votan personas de carne y hueso y donde hemos eliminado la simulación en las votaciones y erradicado los fraudes electorales. La democracia necesita la expresión de nuestros votos y nuestro país precisa de elecciones legítimas y organizadas con imparcialidad. No faltes a tu cita con las urnas.
*Magistrada Presidenta del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán
@YurishaAndrade