
Mujeres en organismos jurisdiccionales
Yurisha Andrade Morales*
El miércoles de la semana pasada, al atender la generosa invitación de la Dra. Ana Luz Mila Valencia, Rectora de la Universidad Ágora Hispanoamericana, tuve la oportunidad de presentar algunas reflexiones sobre la participación de las mujeres en los organismos jurisdiccionales y sobre el enfoque que tienen en la administración de justicia. Por la relevancia del tema, me doy licencia para compartir con los lectores de este portal algunos aspectos centrales de mi intervención en ese importante foro universitario y, al mismo tiempo, doycontinuidad a mi aportación de la semana pasada en este espacio.
Como se recordará, con datos del INEGI, sostuve que la falta de paridad en los poderes judiciales no es tema menor, pues la asimetría en la ocupación de plazas entre hombres y mujeres es inaceptable, más si consideramos la reciente reforma constitucional que estableció la paridad en todo. Los datos hablan por sí solos: conforme con el citado boletín de prensa 47/25 del INEGI sabemos que al cierre de 2023, había 6 mil 730 personas juzgadoras en México, lo que representó una tasa de 5.1 por cada 100 mil habitantes; de las cuales, solo 3 de cada 10 personas juzgadoras del ámbito federal son mujeres y 7 son hombres; mientras que, en el ámbito estatal, 4 de cada 10 son mujeres y 6 son hombres, proporción que, en mi opinión, cambiará con las elecciones judiciales que están en curso a nivel federal y en 19 entidades federativas.
Más allá de los datos estadísticos, considero que es relevante revisar aspectos cualitativos sobre la participación de las mujeres en los órganos jurisdiccionales. Por ejemplo, la justicia electoral se administra por tribunales especializados responsables de que las elecciones se ajusten a los principios de constitucionalidad y legalidad. El juez o la jueza electoral, en su actuación cotidiana, promueve y garantiza la inclusión de sectores de la sociedad tradicionalmente marginados y subrepresentados, cuya condición los tiene casi imposibilitados para hacer efectivos sus derechos. Así que, la administración de justicia electoral, en una de sus facetas, tiene que ver con la generación de condiciones para pasar de la igualdad formal prevista en las normas a la igualdad real o sustantiva construyendo medidas que supriman las barreras que reproducen la desigualdad.
La participación paritaria de las mujeres en los organismos jurisdiccionales es fundamental, pero no es suficiente, por sí misma, para lograr la igualdad sustantiva y mejorar las condiciones de personas pertenecientes a grupos en condiciones de vulnerabilidad. Hace falta lo más importante: asumir un comportamiento empático con la problemática de género y de discriminación. La actuación de las personas juzgadoras, con independencia de la especialidad en la que se desempeñen, exige trascender de un esquema formalista y burocrático de administración de justicia a la inclusión de enfoques con perspectiva de género y de asumir modelos de argumentación e interpretación que favorezcan el pleno ejercicio de los derechos humanos.
La presencia de mujeres en la administración de justicia eleva la legitimidad de los Tribunales y amplía sus perspectivas, al proyectar una mayor disposición a escuchar y resolver con equidad y defender un enfoque interpretativo de las normas centrado en las mujeres y en la defensa de sus derechos. Nuestra participación ha sido un factor de cambio, no solo porque abona a la igualdad de género y previene la discriminación, sino porque también asegura una visión estratégica sobre temas clave como la erradicación de la violencia política contra las mujeres en razón de género, donde las víctimas siguen siendo las propias mujeres.
Con diferentes perspectivas y experiencias, las mujeres hemos fortalecido la función de administrar justicia con un enfoque más empático frente a problemáticas que cotidianamente se nos plantean. Al ejercer roles de liderazgo, en la presidencia de nuestras instituciones, también hemos contribuido a eliminar progresivamente parte de las estructuras tradicionales de machismo y misoginia que todavía siguen arraigadas en la cultura de nuestros pueblos. Falta mucho por hacer, pero justo por ello debemos continuar en la misma ruta sumando los esfuerzos de nuevos valores que surgen de las aulas universitarias. La meta es alcanzar la igualdad sustantiva.
* Magistrada del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán
@YurishaAndrade