El submarino francés Minerve tardó solo cuatro minutos en hundirse en el Mediterráneo una fría mañana de enero de 1968, con 52 tripulantes a bordo. Ha tenido que pasar más de medio siglo para localizar sus restos, después de que este año se reanudara su búsqueda gracias a la insistencia de los familiares de los marinos desaparecidos, que nunca perdieron la esperanza. Su paciencia, y sobre todo su perseverancia, se han visto ahora recompensadas.
“Acabamos de encontrar el Minerve. Es un éxito, un alivio y una proeza técnica. Pienso en los familiares que han esperado este momento durante tanto tiempo”, anunció este lunes la ministra de Defensa, Florence Parly.
La solución al misterio todavía no enteramente aclarado —sigue sin saberse, o revelarse, qué causó el hundimiento del Minerve— estaba a casi 2.400 metros de profundidad y a 45 kilómetros de la costa de Tolón, en el sur de Francia. Allí fue hallado el pecio por un viejo conocido de este tipo de misiones casi imposibles: el Seabed Constructor, el mismo navío de la empresa estadounidense Ocean Infinity que en noviembre del año pasado localizó los restos del submarino argentino ARA San Juan, desaparecido con 44 tripulantes a bordo.
Según han explicado fuentes de la Marina francesa a la Agencia France Presse, los drones submarinos empleados por el Seabed Constructor, que llegó a la zona de búsqueda la semana pasada, fueron los que aportaron la confirmación visual de la localización del pecio del Minerve. Pero la operación llevaba ya un tiempo en marcha.
Todo comenzó —o se reanudó— a finales del año pasado, cuando las familias de los tripulantes desaparecidos en el Minerve hicieron un llamamiento para volver a iniciar la búsqueda inspiradas, según el diario Le Monde, por el caso del argentino San Juan. 2018 era además el año en que se cumplía el plazo —50 años desde los hechos— para que la Marina desclasificara el expediente sobre la investigación del hundimiento. Los familiares solo pedían, explicaron en su momento, “saber dónde reposan aquellos que dieron su vida por su país” y, de ese modo también “poder completar un largo duelo que, para algunos, jamás ha podido hacerse”. El Gobierno de Emmanuel Macron aceptó y en febrero se dio el primer paso: se envío un barco del Instituto Francés de Investigación para la Explotación Marina (Ifremer) equipado con una sonda para rastrear la zona donde se presume el naufragio.
Medio siglo de misterio
Una tarea difícil porque, 51 años después, sigue sin quedar claro lo que sucedió el 27 de enero de 1968. Ese día las aguas del Mediterráneo estaban agitadas. Soplaba el mistral con ráfagas de hasta 100 kilómetros por hora, recordaba en el año 2000 el diario Libération, que hizo una reconstrucción de los hechos con testimonios de antiguos militares. Aun así, el Minerve, un submarino de 800 toneladas del tipo Daphné que podía sumergirse hasta 525 metros, partió a primera hora de la mañana para realizar un ejercicio militar frente a la costa de Tolón. A la misma hora, despegaba un avión Breguet Atlantic de la base de Nîmes-Garons.
El desafío era ver quién descubría a quién antes, si el submarino o la aeronave. El primer contacto es establecido a las 7.19. A las 7.37, el sumergible confirma dificultades de transmisión debido al estado de la mar. Ocho minutos más tarde, el avión anuncia que anula, también por el mal tiempo, la última verificación por radar prevista. “Entiendo que anuláis esa verificación. ¿Me habéis entendido?”, pregunta el Minerve a las 7.55. “Os he entendido”, responde el Atlantic. Jamás recibirá otra respuesta.
El submarino acaba de desaparecer. Su búsqueda comienza en la madrugada del 28 de enero. La operación terminará, infructuosa, el 2 de febrero de 1968. Un año más tarde volverá a realizarse una búsqueda durante 13 días, también sin éxito. Al acabar, el informe fue cerrado y declarado clasificado. Seguía sin haber rastro del Minerve.
Tras el primer rastreo en febrero, la búsqueda comenzó realmente el pasado 4 de julio, con el despliegue de un barco del Ifremer dotado de un dron en la zona donde, tras numerosos análisis con tecnología punta, se sospechaba que podía hallarse el pecio. El Seabed Constructor se unió poco después y ahora los esfuerzos han dado resultado.
“Es el final de una larga espera y de muchas preguntas”, declaraba a Le Mondenada más conocer la noticia Jean-Marc Meunier, hermano de un tripulante del Minerve desaparecido en la tragedia. Un sentimiento compartido por muchos otros familiares y por la propia ministra de Defensa, que dijo “ser consciente de la prueba a la que fueron sometidos y que el tiempo no ha borrado”. “Espero que este descubrimiento les ayude a hacer su duelo 50 años después del drama que marcó a la Marina nacional y a todos los ciudadanos”, dijo en un comunicado, en el que también anunció que ha ordenado a las autoridades locales que comiencen los preparativos para celebrar una “ceremonia conmemorativa en el mar” con los familiares de quienes “murieron en el cumplimiento del deber”.