Fortalecer a nuestra democracia
Yurisha Andrade Morales*
Más allá de las concepciones tradicionales que la definen como una forma de gobierno del pueblo y para el pueblo, la democracia es una construcción colectiva que no surge de generación espontánea. Se trata de un proceso lento, paulatino, en el que participan todas las expresiones de los diversos grupos que integran a la sociedad. Es, por naturaleza, una obra inacabada que exige aportaciones de todas y todos para preservarla y fortalecerla.
En su acepción constitucional, sigue vigente el pensamiento del célebre ex secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, autor material e intelectual del artículo tercero de nuestra carta magna, quien la concibió como “una estructura jurídica, un régimen político y un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”. Supone, también, la defensa de la dignidad de todos y el valor supremo de la familia como célula básica del orden social, donde deben prevalecer ideales de fraternidad e igualdad de derechos sin distingos ni exclusiones de ninguna especie.
Después de varias décadas de negociación y establecimiento de acuerdos en lo fundamental, hemos logrado una democracia política caracterizada por la existencia de elecciones libres y auténticas para la renovación periódica del poder público. Desde la reforma de 1977, los esfuerzos del pueblo mexicano se han orientado a la edificación de reglas e instituciones que hoy garantizan el ejercicio pleno de nuestros derechos político electorales y de instituciones autónomas e imparciales para administrar el juego entre los actores con reglas claras y canchas parejas.
Las sociedades actuales que coexistimos en democracia podemos potencializar la generación de confianza y capacidad de respuesta ante problemáticas como la pandemia ocasionada por el Covid-19, además de impulsar la cohesión interna como un aliciente que evite fracturas y divisiones que nos lastimen mediante la participación inclusiva, el diálogo, el respeto a las instituciones y la exigencia para que los órganos del gobierno cumplan con las demandas y atiendan las necesidades de la comunidad.
Es mi convicción que la democracia como fórmula de gobierno permite que mujeres, jóvenes y grupos en condiciones de vulnerabilidad se empoderen y asuman un rol más activo en plena salvaguarda y ejercicio de sus derechos. Esta forma de organización social también permite que los medios de comunicación cumplan su responsabilidad de informar sin sesgos que favorezcan a los grupos gobernantes, a efecto de que la ciudadanía disponga de datos objetivos y veraces para tomar decisiones y posturas frente a los temas que atañen a la colectividad.
Es momento de reconocer los avances que hemos logrado, las deficiencias existentes y las oportunidades de mejora, pero también de tomar nota de lo que los especialistas en la materia apuntan como lecciones cuya reflexión es insoslayable. Así, para los prestigiados profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, de la Universidad de Harvard, “Existe la percepción creciente de que la democracia se encuentra en retroceso en todo el mundo: Venezuela, Tailandia, Turquía, Hungría, Polonia… Larry Diamond, tal vez la máxima autoridad en democracia que existe a nivel internacional, opina que nos hemos internado en un periodo de recesión democrática”. (Cómo mueren las democracias, 2018).
Sabemos que en un sistema democrático el Estado está obligado a garantizar libertades y derechos individuales y sociales, pero también a establecer mecanismos que permitan a las personas evaluar y equilibrar el ejercicio del poder, para evitar su concentración y uso abusivo. Si la democracia es una obra esencialmente colectiva, debemos tomar conciencia de que su debilitamiento o fortalecimiento es responsabilidad de todas y todos, para depurarla o para corregir lo que la ponga en peligro.
La democracia exige aportaciones individuales y colectivas para mantenerla como el mecanismo legítimo de nuestra organización; su definición y operación no depende ni corresponde a un solo grupo. La democracia no admite visiones unívocas, sino que debe corresponder a la diversidad y pluralidad de nuestra sociedad. Si deseamos preservarla y hacerla más eficaz, tomemos en consideración que no es un régimen inmutable y que sus peligros podrían estar en la apatía ciudadana y en los excesos de los grupos políticos que acceden al poder.
*Magistrada del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán
@YurishaAndrade