EL DERECHO A LA CIUDAD
FIN DE MONARCAS, MÁS QUE UN DEPORTE
Salvador García Espinosa
El fútbol es para algunos un juego, para otros una forma de vida, una identidad, una ideología, pero para algunos, los menos, simplemente un negocio. Así se recuerda ahora que se nos hizo saber a través de diversos medios informativos, la posibilidad de que el equipo de fútbol MONARCAS cambiará su sede a otra entidad federativa.
Lo primero que vino a mi mete cuando comencé a leer y escuchar las versiones y rumores al respecto, fue una anécdota que hace algún tiempo me comento un buen amigo, ex presidente municipal de La Piedad, que organizó una comida en su casa, a la que invitó a importantes personalidades de la región, pues así se lo había pedido el entonces Gobernador Luis Martínez Villicaña, para una de las visitas que realizó a esta localidad. El motivo era uno y muy simple, mostrarles la maqueta de lo que sería el “Estadio Generalísimo José María Morelos y Pavón” y hacer la pre-venta de los palcos; como es de suponer, no falto el comensal que, ante la insistencia de la preventa, argumento que “a mi no le gustaba el fútbol” a lo que Martínez Villicaña, con esa elocuencia que le caracterizaba señalo: “No le estoy preguntando si le gusta el fútbol. Le estoy pidiendo que compre unos dos palcos, véalo como un préstamo y los palcos son la garantía”.
Esta anécdota, nos puede ilustrar, como el impulsó para la construcción del “estadio Morelos”, no se trató de un asunto de amor a la camiseta, sino de la necesidad y visión para contar con un estadio de esta magnitud y que ahora, entre la información y desinformación sobre el tema, muchos se preguntan ¿Qué se hará con el estadio? Más como una resignación, en donde la infraestructura carece de sentido sin su equipo Monarcas.
Y es que, a través de los años, se a generado un vínculo entre la sociedad y el equipo, que puede observar en lo que los sociólogos denominan identidad, todo aficionado es consciente de esto, si se gana el partido, se alegran y si pierde, se entristecen. Se cruzan sentimientos de felicidad o tristeza. Incluso en ocasiones, se pasa del sentir popular y se llega al conflicto, cuando ese sentimiento se manipula y se pasa a la acción real, lo que deriva en violencia a través de una acción agresiva generada por el odio contra otra persona por su simpatía con el equipo triunfador.
El seguidor sufre cada día por los resultados del equipo y sueña con alcanzar el triunfo al finalizar la temporada, se genera una comunión colectiva a través de los colores, las porras, los rituales, la fidelidad al equipo, se es seguidor en las buenas y en las malas, gane o pierda. Para nadie es discutible que equipo MONARCAS en un elemento de identidad, que va más allá de una dimensión local, pues trasciende a muchos de los habitantes de Michoacán e incluso de otras entidades o el extranjero. Vestir la camiseta el día del partido, aún y cuando no se asista al estadio, es expresar esa identidad, afianzar el compromiso con el colectivo social.
Todo este jubilo de los aficionados, representa beneficios económicos para los dirigentes del club, que también celebran sus triunfos y sufren sus derrotas, pero por sus impactos en la dimensión económica del fútbol. Desde la perspectiva macroeconómica, el fútbol responde a intereses económicos internacionales, la FIFA opera como una multinacional con intereses mundiales que mueve más dinero que la General Motors y tiene repercusión mundial. Estimaciones recientes señalan que el país que organiza el mundial de fútbol, tendrá un impacto positivo en su Producto Interno Bruto (PIB) del orden del 2%. No sorprende, pues para la mayoría de la población, la información deportiva, en ocasiones tiene mayor relevancia mediática que la política.
Según de la Escuela económica de Frankfurt, su teoría indica que cualquier bien o servicio cultural es producido, reproducido, conservado y difundido como parte de un proceso económico. Así siguiendo unos determinados criterios industriales se producen información y cultura en serie. Esto aplicado al futbol, permite entender porque este deporte es considerado creador de una cultura deportiva, esto lo convierte en un gran negocio, que reporta grandes beneficios. De aquí, que los valores deportivos hayan sido sustituidos por criterios mercantiles y los jugadores son productos para comerciar. Desafortunadamente, en esta lógica económica, los aficionados son simples espectadores sin posibilidad real de participar en respuesta, en términos futbolísticos: no se juega en cancha pareja oen igualdad de condiciones.
Más allá de la afición al equipo, la tradición que representa para la sociedad en Michoacán y particularmente en Morelia. El papel del Gobierno del Estado, como facilitador o co-patrocinador del equipo. Sin duda, que la falta de información y el que la afición se haya sentido ignorada, propicia que se busquen “culpables” de esta lamentable decisión. Pero la culpa no es de los dueños, pues para ellos se trata de una inversión y la búsqueda insaciable de la máxima ganancia.
Hoy estamos frente a una gran oportunidad, fortalecer el deporte desde las bases, con arraigo local, sin olvidar que todo deporte tiene una gran repercusión social y más el fútbol, que se puede pensar en un proyecto deportivo que venga a suplir la ausencia que deja MONARCAS, para que, a través del impulso al deporte, se pueda construir una sociedad plural con valores éticos de solidaridad, compañerismo e igualdad de condiciones para todos. Recuperar el espíritu deportivo, pero no supeditarlo al económico, no se trata de que empresa o empresario compra MONARCAS, sino de un esquema distinto de alianzas en el que la sociedad participe de forma más activa y se garantiza que el estadio Morelos sea ese gran espacio de convivencia social, donde se disuelven las diferencias económicas, partidistas, religiosas y de cualquier ideología, en pro de un encuentro social, sólo así, el fútbol sería pieza clave para la búsqueda constante del bien de la sociedad y ayudar así a hacer una mejor ciudad.