La Opinión en breve/Lorena Cortés
Morelia, Mich.- 13 de febrero de 2023.- A propósito de este 14 de febrero reflexionar
sobre papel que juega el mito del amor romántico que da rienda suelta a la violencia
machista, es elemental.
Y es que los análisis más lúcidos a la luz de las explicaciones con perspectiva de género
refieren que el romanticismo es el mecanismo cultural más potente para perpetuar el
patriarcado y en consecuencia es catalizador de la violencia machista.
El amor romántico es la herramienta más potente para controlar y someter a las mujeres, lo
que lo distingue es la combinación del cariño con el maltrato hacia una mujer. “Por amor”
las mujeres nos aferramos a situaciones de maltrato, abuso y explotación. Por ese “falso
amor”, se aguantan insultos, violencia, desprecio y toda clase de tratos que pueden ser hasta
degradantes. Michoacán ocupa el tercer lugar a nivel nacional, donde hay más mujeres
víctimas de lesiones dolosas, no dudo que la gran mayoría tienen que ver con hombres
agresores.
Y es que en nuestra cultura se idealiza el amor femenino como un amor incondicional,
abnegado, entregado, sometido y subyugado. A las mujeres se nos ha enseñado que nuestra
salvación es encontrar un marido, porque no nos han enseñado a luchar por una
autodeterminación, independencia física y emocional. Nos educan de tal manera que se
genera una dependencia emocional femenina, sometidas a la tiranía de aguantar toda clase
de maltratos y violencia por amor.
En esta idea de pertenencia y sometimiento de la mujer suceden toda clase de amenazas,
insultos, reproches, venganzas. Hay mujeres que por querer separarse de su pareja o su
agresor se ponen en riesgo de ser víctimas de feminicidio. El caso de María Elena Ríos,
quemada con ácido en Oaxaca, retrata como una relación bajo el telón romántico se
convirtió en presa de un círculo de violencia, de los maltratos de su pareja le seguía el
arrepentimiento y la suplica de que regresara con su agresor al persuadirla diciéndole que,
sin él, su vida no valía nada.
Es necesario que el amor no se confunda con posesión, en un mundo donde utilizamos la
fuerza para imponer mandatos y control, donde se ensalza la venganza como mecanismo
para gestionar el dolor, es necesario que aprendamos a queremos bien, donde el amor este
basado en el buen trato y en la igualdad.
Es también esencial empoderar a las mujeres para que no vivamos sujetas al amor, y
también enseñar a los hombres a gestionar sus emociones para que puedan controlar su ira,
su impotencia, su rabia, y su miedo, y para que entiendan que las mujeres no somos objetos
objetos personales, sino compañeras de vida.