EL DERECHO A LA CIUDAD
Londres, Primer Ciudad Parque Nacional
Hoy vivimos un mundo de ciudades, más del 80% de la actividad económica del planeta, que representa tres cuartas partes del PIB mundial, proviene de alguna de los 600 centros urbanos más grandes del mundo. Según estimaciones de las Naciones Unidas la población mundial aumentará de los 7,700 millones de personas en 2019 a 9,700 millones para 2050 y en su mayoría ese incremento poblacional se ubicará en una ciudad.
Según datos de la ONU, en 1950 el 30% de los habitantes de la tierra vivía en una ciudad; para el 2015 la cifra llegaba al 54%; hoy 6 de cada 10 habitantes del mundo vive en una ciudad. Incluso ahora se habla de mega ciudades, en aquellos asentamientos de más de 10 millones, de los cuales actualmente hay 34 en el mundo.
En este espacio, hemos insistido varias veces, que buena parte de las alternativas para combatir los efectos del cambio climático esta en las ciudades, si bien históricamente la urbanización busca la transformación del espacio urbano, para generar las mejores condiciones de vida de las personas, la velocidad del crecimiento urbano, ha hecho imposible prever el crecimiento a fin de alcanzar un equilibrio entre las condiciones ambientales y el ámbito edificado.
De entre las tendencias actuales sobre las ciudades, destaca la que pretende trasformar esa imagen de la ciudad como un mundo de asfalto y edificios, por el de una ciudad más integrada a su medio natural. Hoy en día, se busca la preservación y el uso adecuado de los árboles y bosques afectados por la urbanización a fin de que puede contribuir a encontrar la solución a problemas ambientales y sociales de los habitantes en áreas urbanas.
El principio es considerar que las áreas verdes y en particular los árboles son filtros eficaces ante los contaminantes urbanos; según la Organización de las Naciones Unidas pasar tiempo cerca de los árboles mejora la salud física y mental aumenta los niveles de energía y la velocidad de recuperación, a la vez que descienden la presión arterial y el estrés característico en las ciudades. Además los árboles colocados adecuadamente en torno a un edificio, pueden ayudar a reducir hasta en un 30% el consumo de energía utilizado en aires acondicionados o calefactores.
De las diversas iniciativas instrumentadas para incrementar el área verde en las ciudades, destaca la iniciativa de Londres, no sólo por tratarse de una gran urbe, sino porque tal vez en el imaginario colectivo, esta ciudad es el prototipo de la ciudad generada a partir de la industria y que con lo último que se relacionaría sería con áreas verdes. Sin embargo, hoy se ha convertido en el primer Parque Nacional Urbano en el mundo.
La iniciativa inicio en 2014 a instancias de Daniel Raven-Ellison, explorador, maestro de geografía e impulsor de la campaña Greater London National Park, quien señala que el principal desafío consistió en comunicar a la gente la idea que una ciudad, un espacio urbano, puede ser también parque nacional y que la ciudad no sólo es un lugar para vivir y trabajar sino también para disfrutar. En ese entonces, provocaba a los londinenses al señalar “Imagina qué ocurriría si cada londinense plantara algo verde en un metro cuadrado de lo que ahora es cemento o asfalto”.
Apenas en marzo del presente año, la National Park City Foundation, declaró a la capital británica como la primera Ciudad Parque Nacional del mundo, con el fundamento de que sus casi nueve millones de habitantes disfrutaban y se beneficiaban de los más de 3,000 parques, 144 reservas naturales, 30,000 huertos, 36 sitios de especial interés científico, 4 sitios declarados como patrimonio mundial por la UNESCO, 3,8 millones de jardines privados y 13,000 especies diferentes con los que cuenta la ciudad.
Más allá de indicadores de metros de áreas verde por habitante o de entrar en discusiones sobre lo que es parque y si debería o no, considerarse a Londres parque urbano, deseo centrar la atención en la experiencia que representa para una ciudad, revertir su imagen tradicional de urbe industrial o ciudad verde. Razón por la que conviene destacar los siguientes aspectos de esta iniciativa:
El primero de ellos, es considerar que sí una gran ciudad como Londres logró modificar su tendencia urbana, al menos en su relación áreas construida vs área verde, lo será más fácil para cualquier ciudad de menor tamaño y población.
El éxito sin lugar a dudas fue lograr el consenso entre ciudadanía y autoridades en un objetivo común y a mediano plazo, pero fue fundamental que la ciudadanía asumiera como suya la iniciativa, para lograr mantener el objetivo por varios años, más allá de los periodos de administraciones locales.
Si bien, se puede considerar un asunto meramente urbano, en términos de la forma y función de la ciudad, no fue así, pues los argumentos más sólidos que sustentaron la iniciativa en Londres, no fueron urbano, sino del área de la salud, en términos de sanidad y la necesidad de espacios para fomentar el ejercicio y así disminuir la obesidad, cuyos problemas de salud le lleva a las autoridades de la ciudad a invertir más de mil millones de dólares anuales. Se trata pues de ver la ciudad desde una perspectiva territorial y no sectorial, como acontece muchas veces en nuestro país, que iniciativas similares quedan bajo la responsabilidad e interés de una secretaría o un funcionario.
Estemos pendientes, pues el próximo mes de agosto se realizará una consulta popular con el objetivo de que se autoricen inversiones públicas significativas en la materia, que consoliden el proyecto del primer Parque Nacional Urbano en el mundo. Confiemos en que el ejemplo proliferé y más ciudades hagan lo propio, para generar espacios verdes, de calidad y libre acceso, y así mejorará la calidad de vida no sólo de sus habitantes, sino de todos los que habitamos el planeta.