La irrupción de la inteligencia artificial generativa plantea desafíos éticos y legales

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La relación entre inteligencia artificial (IA) y cultura ha existido durante mucho tiempo, con artistas experimentando con esta tecnología para crear obras innovadoras. Sin embargo, la reciente aparición de la inteligencia artificial generativa, capaz de crear contenido aparentemente original a partir de instrucciones básicas del usuario, está generando una profunda controversia en el mundo del arte.

Los sistemas generadores de imágenes y texto, como Dall-e, Midjourney y Stable Diffusion, permiten crear obras con un alto nivel de realismo en cuestión de segundos. Esto se logra gracias a su entrenamiento con una gran cantidad de contenido, reproduciendo patrones vistos repetidamente en imágenes, textos y sonidos.

En los últimos meses, junto con el aumento de popularidad y usuarios de estas herramientas, han surgido denuncias contra las empresas desarrolladoras de estos programas. En enero, tres artistas visuales estadounidenses presentaron una demanda acusando a varias compañías de inteligencia artificial de violar leyes de propiedad intelectual, publicidad y competencia en California.

Las artistas argumentaron que estas acciones violaban sus derechos y ponían en riesgo su oficio. Estas denuncias no solo han llegado de artistas individuales, sino también de grandes actores del mundo artístico, como la agencia de fotografía Getty Images, que demandó a la empresa detrás de Stable Diffusion.

Las críticas se centran en el uso de imágenes protegidas por derechos de autor y la falta de consentimiento de los artistas cuyo trabajo se utiliza en el entrenamiento de estos programas. La necesidad de regulación se ha vuelto evidente, y el Parlamento Europeo ha propuesto requisitos más estrictos para los proveedores de software generativo, incluyendo la divulgación detallada del uso de datos protegidos por derechos de autor.

La iniciativa “Arte es Ética”, impulsada por colectivos de artistas en Latinoamérica y España, aboga por un control más riguroso de la inteligencia artificial generativa. Exigen consentimiento explícito, marcas de agua en las obras generadas y anulación de la función de replicar estilos de artistas sin su consentimiento.

La comunidad artística busca garantizar tres aspectos fundamentales: crédito, consentimiento y compensación. En los próximos meses, se esperan más propuestas para un uso responsable de la IA en el arte, en aras de construir una cultura más justa e inclusiva para todos los involucrados.