Índice Mundial de Felicidad. Hoy en “El Derecho a la Ciudad” del Dr. Salvador García Espinosa

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El Derecho a la Ciudad

ÍNDICE MUNDIAL DE FELICIDAD

Salvador García Espinosa

En abril de 2012 se presentó el primer Informe Mundial de la Felicidad, para revisar con evidencia científica la “Definición de un Nuevo Paradigma Económico: El Informe de la Reunión de Nivel sobre Bienestar y Felicidad”, por lo que la ONU proclamó el 20 de marzo Día Internacional de la Felicidad. Desde entonces se publica anualmente el Informe Mundial de la Felicidad y en su elaboración participan el Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, el Centro para el Desempeño Económico en LSE (Escuela de Economía de Londres) y el Instituto Canadiense de Investigación Avanzada).

De acuerdo con la clasificación de países, según el Índice de Felicidad, de los 146 países evaluados, reiteradamente son diez los países mejor clasificados y con frecuencia son naciones europeas; para el 2022, en orden descendente son: Finlandia (1), Dinamarca (2), Islandia (3), Suiza (4), Países Bajos (5), Luxemburgo (6), Suecia (7), Noruega (8), Israel (9) y Nueva Zelanda (10). En el continente americano, Estados Unidos es el mejor ubicado, en la posición 16, Costa Rica (23), Uruguay (30), Panamá (37), Brasil (38), Guatemala (39), Chile (44), Nicaragua (45) y México se ubica en la posición 46. Los países que ocupan los últimos sitios son Botsuana (142), Ruanda (143), Zimbabue (144) y por último Afganistán (146).

Más allá de la clasificación de los países, este año, el Informe destaca la relevancia en el cambio narrativo sobre felicidad y/o bienestar, como factores claves para que la sociedad comience a privilegiar la experiencia humana como una concepción del progreso. En otras palabras, interesa saber en qué medida la narrativa pública y popular sobre el bienestar y el progreso está cambiando hacia una visión moderna y orientada a la felicidad de la experiencia humana.

Es preciso comenzar por señalar que se asume que la reciente pandemia tuvo un fuerte impacto en las concepciones populares de lo que es más importante para una buena vida y, de hecho, en cómo la sociedad puede fomentar mejoras colectivas para el bienestar. A partir del análisis de la base de datos “Ngram” de Google Books, que registra la frecuencia de aparición de todas las frases cortas en los libros publicados entre 1995 y 2019, el Informe consigna que la palabra “felicidad” representa más de 25% de cada millón de palabras impresas. Llama la atención que, a partir de 2013, la palabra “felicidad” ha aparecido con más frecuencia que la frase “Producto Interno Bruto” (PIB), que era el indicador de progreso por excelencia, y cuya frecuencia de uso ha disminuido desde 2010.

Los términos “satisfacción con la vida” y “bienestar subjetivo” aparecen con mucha menos frecuencia que “felicidad”, pero también han aumentado de manera constante durante más de dos décadas. Pese a todo esto, el concepto de “bienestar subjetivo” se ha multiplicado por ocho de 1995 a la fecha, mientras que el uso de “felicidad “sólo se ha duplicado.

El cambio en el discurso narrativo indica que los conceptos netamente económicos como “ingreso” “PIB” presentan una clara tendencia de uso decreciente desde hace varias décadas, habiendo alcanzado su punto máximo alrededor de 1980 y habiéndose reducido a la mitad en uso relativo para 1995. En contraposición, las frases “más allá del PIB” e “Indicador de Progreso Genuino” (GPI), parecen ser representativos del pensamiento más nuevo en la medición del bienestar y el progreso, pues han crecido enormemente, cada uno por un factor de seis o más, desde 1995, y el uso del primero, al menos, sigue aumentando. 

Causas de las diferencias en la felicidad entre las personas

Con la finalidad de conocer más sobre la felicidad, el Informe comprende una sección específica sobre las experiencias en estudios relativos a explicar cómo es que percibimos la felicidad o qué aspectos la condicionan. En otras palabras, ¿nuestra percepción de la felicidad depende del entorno o de nuestros genes heredados? Por un lado, estudios basados ​​en muestras de ascendencia europea revelan que aproximadamente el 40 % de las diferencias en la felicidad se deben a las diferencias genéticas entre las personas, es decir, que algunas personas nacerán con un conjunto de variantes genéticas que les facilitará sentirse felices, mientras que otras serán menos afortunadas. Por otro lado, la variación restante (60%) se debe a las influencias ambientales que son exclusivas de un individuo.

Los aspectos ambientales incluyen aspectos diversos como vivienda, ingresos, características de fraccionamiento o colonia donde se vive, habitabilidad, cohesión social, espacio público, seguridad, etc. La evidencia en estudios realizados indica que las personas son más felices cuando tienen un sentido de propiedad y participación en la intervención o el proceso de diseño de políticas, es decir, experimentan autonomía, empoderamiento, justicia social. Cuando los individuos se involucran en las decisiones relacionadas con su entorno manifiestan un mayor bienestar y utilizan más el espacio común, que los residentes que no participan en tales procesos de toma de decisiones.  Estos estudios también han revelado que los residentes “empoderados” están más comprometidos con su entorno y con las personas que los rodeaban, para ser más felices en general y tener una mejor salud. 

Felicidad y sostenibilidad

El pretender medir la felicidad como un indicador del bienestar humano ha resultado todo un desafío, pues se ponen en tela de juicio muchas de las concepciones modernas de progreso y bienestar que se relacionan exclusivamente con lo económico. En este mismo sentido, hoy en día, la construcción del paradigma de la sostenibilidad, parece ganar adeptos para incluirlo en el sistema de indicadores, e incluir medidas de desigualdad como parte de su concepto de bienestar. Tal vez, porque se asume que ciertas formas de mitigar la desigualdad podrían mejorar el bienestar para todos. Así, existe una creciente tendencia a incluir la sostenibilidad o la salud ecológica como un componente del concepto mismo de bienestar o felicidad, en el entendido de que los problemas de sustentabilidad son una amenaza obvia para el bienestar.

El gran reto para los gobiernos locales es, sin descuidar todos aquellos aspectos de índole económico, como empleo e ingreso, atender aquellos que se relacionan con la percepción de felicidad y que, como se indicó, tienen que ver con la participación social, la corresponsabilidad en la construcción de hacer ciudad.