EL DERECHO A LA CIUDAD
FELICIDAD NACIONAL BRUTA
Salvador García Espinosa
Ubicado en la cordillera del Himalaya, teniendo al norte a la Republica Popular China y al sur a India, se encuentra Bután, un país con menos de un millón de habitantes y que tras un aislamiento histórico, se conoció, entre otras cosas, porque en su discurso de coronación como Rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck, de tan sólo 16 años de edad, señalo que: lo que se mide afecta a lo que hacemos y si nuestros indicadores sólo miden cuánto producimos, nuestras acciones tenderán sólo a producir más.
Desde junio de 1974, decidió que la filosofía de su gobierno se basara en la felicidad de sus súbditos, señaló que “La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto” e inventó el concepto de Felicidad Nacional Bruta (FNB), en vez del PIB. De hecho, a propuesta de Bután, es que la ONU celebra desde el año 2013, el día 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad.
La FNB es hoy un indicador de nivel de vida que se utiliza internacionalmente como complemento al Producto Interior Bruto. Se calcula midiendo nueve puntos: el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la vitalidad de la comunidad, la cultura, la salud, la educación, la diversidad medioambiental, el nivel de vida y el Gobierno.
De los nueve indicadores sólo uno es el que se refiere al progreso económico, medido a través de la cuantificación de los bienes, la posesión de vivienda y el ingreso per cápita familiar, pues todas las teorías del desarrollo coinciden en la necesidad básica de bienestar material, es decir, un ingreso suficiente que permita una provisión de alimentación, de salud, y vivienda adecuadas. Lo que Bután plantea con su índice de FNB es la necesidad de incluir en la agenda política otras cuestiones que vayan más allá del progreso en términos económicos, y que en cualquier caso busquen el equilibrio entre el progreso material y el crecimiento sostenible.
La propuesta de la FNB, se puede explicar y comprender de mejor manera, si se toma en cuenta que la filosofía budista, desde hace siglos, es la que predomina en Bután, y ésta considera que “todas las criaturas vivas persiguen la felicidad” y aunque se refiere a una felicidad individual. En un plano nacional, el rey de Bután, sume que le corresponde al gobierno crear un entorno que facilite a los ciudadanos encontrar individualmente esa felicidad.
Hoy en día, a través de una encuesta que se aplica anualmente, los ciudadanos responden un cuestionario de más de 150 preguntas. Pero no se imagine preguntas tipo INEGI, las preguntas que contestan los habitantes de Bután, son por demás diversas, tales como: Definiría su vida como: a) Muy estresante, b) Algo estresante, c) Nada estresante, d) No lo sé. ¿Ha perdido mucho sueño por sus preocupaciones?, ¿Qué nivel de satisfacción considera que tiene en lo que respecta a salud? ¿Con cuantas personas cercanas puede Usted contar en caso de enfermedad? ¿Qué valora más, la satisfacción económica o el tiempo de ocio? ¿En su opinión, cómo de independientes son nuestros tribunales?,¿En el último mes, con qué frecuencia socializó con sus vecinos? ¿En los 12 meses pasados ha realizado algún tipo de donación a ONG, individuos, etc.?
La información de las encuestas, para determina en qué medida cada hogar ha alcanzado la suficiencia en cada una de las nueve dimensiones. De modo tal que se considera que es feliz aquella persona que ha alcanzado el nivel de suficiencia en cada una de las nueve dimensiones. Esta información, se analiza de acuerdo a cada uno de los nueve rubros, por géneros, por ocupaciones, grupos de edades, etc. de forma tal que se convierte en el instrumento para orientar políticas gubernamentales. En otras palabras, las políticas del gobierno se enfocan a los aspectos y en los sectores donde la gente requiere apoyo para alcanzar su felicidad.
El ejemplo de Bután, logro ubicar en la agenda internacional la felicidad y el bienestar social, sobre todo desde la economía política y las teorías del desarrollo que pretenden superar la clásica concepción del desarrollo en términos puramente monetarios. De los casos más exitosos al respecto de felicidad y calidad de vida, es el de Francia, que en febrero de 2008, su presidente Nicolás Sarkozy, ante la insatisfacción con el estado de la información estadística sobre economía y sociedad, solicitó a Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi, que determinarán los límites del PIB como indicador de los resultados económicos y del progreso social y evaluar la viabilidad de nuevos instrumentos de medición y debatir sobre una presentación adecuada de datos estadísticos. Hay que señalar que Amartya Sen, antes de integrarse a la Comisión, ya había recibido el premio nobel de economía en 1998, por sus aportaciones sobre nuevas métricas de bienestar sobre las que se construyó el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.
Lo desarrollado en Bután, se ha convertido en una verdadera alternativa al PIB y constituye una apuesta firme por orientar su política económica y social hacia otros objetivos que difieren del simple progreso económico, al menos en los términos en que lo conocemos. Hoy en día, son innumerables los académicos y las universidades europeas, americanas y canadienses que investigan como entender y medir la felicidad bajo principios más amplios que los utilizados en este país de Asia.
Sin embargo, lo que hace falta son gobiernos que emprendan iniciativas al respecto no para ignorar el comportamiento del PIB, que permiten captar las inversiones que se traducen en la generación de empleos; sino para modificar y reorientar sus políticas sociales para interesarse en aquellos aspectos que los ciudadanos deben satisfacer para poder alcanzar la felicidad.