EL DERECHO A LA CIUDAD
¿En qué ciudad queremos vivir?
Por Salvador García Espinosa.- Seguramente más de una vez se ha planteado la pregunta de ¿Dónde le gustaría vivir? O más aún, ¿Qué le gustaría que existiera en la ciudad dónde vive? Sin duda que son preguntas frecuentes que todos los habitantes de una ciudad nos hacemos en algún momento. Desafortunadamente todo parece indicar que los ciudadanos nos hacemos estas preguntas de forma más frecuente que las autoridades.
Sin rumbo.
Sorprende de sobre manera, que de acuerdo con un estudio realizado por ONU-Habitat, dos de cada tres ciudades en el mundo (65 %) reconocen que no cuentan con los instrumentos y los mecanismos necesarios para saber cómo y hacia dónde crecer. Pensé que éramos los únicos, pero aquí no aplica aquel refrán de “mal de muchos, consuelo de pocos”, porque lo grave del asunto, es que al no existir un rumbo, un objetivo común, se “navega” al capricho de los vientos que generan las firmas empresariales, el capital ya sea nacional o internacional, que son quienes fijan la ruta, sin que nadie medie por el interés publico.
Cuantas veces se escucha el anuncio de la instalación de una empresa como un logro de la autoridad administrativa, que publicita que captó inversiones y se generarán empleos. Pero en la mayoría de las veces, es por el interés de la empresa, pues ve algunas ventajas comparativas para instalarse, pero que en caso de cambiar estas condiciones, internas de la ciudad o externas del mercado, decidirá moverse a otra ciudad. Sólo así se explica, que puedan llegar empresas de muy diversa naturaleza, contaminantes o no, que demanden mano de obra calificada o no, incluso aunque no generen gran cantidad de empleos.
Ciudades para invertir o vivir
Hace unos días, en una presentación de un libro en la Universidad de Barcelona entrevistaron a David Harvey, considerado el geógrafo del capitalismo, por su amplio conocimiento sobre el marxismo y uno de los más destacado de la época moderna, declaró que “El Estado se ha reorientado, ha pasado de ser responsable del bienestar de la población como un todo, a ser responsable del bienestar de las corporaciones capitalistas.” Por asumir, que la riqueza que generen las empresas cubrirá las necesidades de la población. Situación que prácticamente nunca sucede y por el contrario, se amplia la brecha entre los que más ganan y los que menos tienen.

Contrario a lo que se pueda pensar, las declaraciones de Harvey, van encaminadas a la responsabilidad del gobierno por el tipo de ciudades que se esta generando. De forma general afirma que “Estamos de manera creciente construyendo ciudades para que la gente invierta en vez de ciudades para que la gente viva y la calidad de la vida en ellas declina, a menos que seas ultrarrico..” Y efectivamente, para quienes viven en una ciudad, cada vez las deseconomías son más y se demandan más recursos para minimizarlas. Basta pensar en lo que cuesta la adquisición de un automóvil y su mantenimiento, porque hay ciudades en las que el pésimo transporte público, obliga a sus ciudadanos a endeudarse para poder hacer frente a su necesidad de movilidad. Caso similar pasa con los gastos de la seguridad o por efectos de la contaminación ambiental, entre otros muchos más.
Administrar problemas.
Son muchas las ciudades, en las que la autoridad se dedica sólo a administrar los problemas. Sistemáticamente al inicio de su periodo, se elabora un plan de desarrollo que, la mayoría de las veces, se limita a identificar los problemas de índole sociales, económicos, ambientales o urbanos entre muchos otros más, se priorizan y se definen estrategias para intentar resolverlos o por lo menos minimizar sus impactos o abatir en algo el déficit.
En una gran cantidad de ciudades, más de las que imagina, ni siquiera se cuenta con los datos confiables y sistemáticos que permitan generar indicadores para evaluar el desarrollo de la ciudad. No en términos de lo que a la autoridad interesa, como permisos autorizados, millones de pesos invertidos en programas, miles de aparentes beneficiados, etc. Sino en calidad de vida de sus habitantes, bajo indicadores muy concretos que nos permitan evaluar si las acciones de gobierno son las mejores y están generando los beneficios esperados.
¿Cuál es la ciudad que se esta construyendo para el futuro?
No se trata de una trivialidad, ni un asunto del gobernante en turno, pues mucho se ha insistido en que los periodos administrativos no permiten planear a largo plazo, pero es preciso que se propicie la participación de la ciudadanía para marcar el rumbo que seguirá la ciudad. No es posible que en un periodo administrativo se le de impulso al turismo, en otro se decida que será una ciudad industrial, después una ciudad del conocimiento, etcétera. Sin que se logre consolidar un rumbo.

Hay gobiernos que se han planteado retos de transformar su ciudad en un escenario de 30 o 50 años, pero hoy comienzan a trazar acciones para alcanzar el objetivo. Pensemos que ciudad deseamos, ¿Una ciudad sustentable? Hoy deberíamos de comenzar por definir el tipo de industrias que se aceptaría se instalen, los requisitos que se pedirá a los desarrolladores de vivienda para evitar la dispersión urbana, se deberían de establecer nuevos criterios para donaciones y mantenimiento de áreas verdes, comenzar a modificar el sistema de transporte, buscar empresas no contaminantes que ocupen de las ventajas comparativas que se ofrecen, etcétera, etcétera.
Todo lo anterior, bajo un esquema de transparencia y rendición de cuentas, que garantice la participación y vigilancia de la ciudadanía en el cumplimiento de estrategias, pero a largo plazo, no sólo durante 3 años, en lo que pasa la Administración y llegan nuevos con ideas distintas. Sino para lograr un proyecto sólido de la ciudad, de forma total e integral, que estamos hoy construyendo para el futuro, con la seguridad de que será una ciudad que nos brinde mayor calidad de vida en el más amplio sentido.