El Derecho a la Ciudad
EL PAPA FRANCISCO I Y LA OBRA DE DIOS
Salvador García Espinosa
El pasado 21 de abril, a los 88 años, Jorge Mario Bergoglio -Papa Francisco- falleció. Después de ser uno de los principales jefes de Estado, y con seguridad el principal líder religioso del mundo durante 12 años, se ha comenzado a destacar su legado que se desarrolló más en el ámbito pastoral que doctrinal.
Una de sus principales características fue la búsqueda por que la Iglesia Católica se convirtiera, más allá de la fe, en un sitio de respuesta ante los desafíos contemporáneos. Su énfasis fue la cercanía pastoral estrechamente vinculada con la realidad social. Así lo demuestran sus encíclicas DILEXIT NOS (octubre 2024), FRATELLI TUTTI (octubre 2020), LAUDATO SI’ (mayo 2015) LUMEN FIDEI (29 junio 2013), que hoy son testimonio evidente del compromiso que el Papa Francisco tuvo por crear puentes entre la tradición cristiana y las necesidades del mundo actual, al trascender el ámbito de la Iglesia y pretender llegar a toda la humanidad.
De manera particular en LAUDATO SI´, refiere al Planeta como “esa casa común que todos debemos cuidar” y asume que el deterioro ambiental constituye una destrucción que el ser humano hace de la obra de Dios. Señala que, si bien, para los cristianos en particular, descubrir su cometido dentro de la creación y sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe. Señala que “esta encíclica se abre a un diálogo con todos, para buscar juntos caminos de liberación, quiero mostrar desde el comienzo cómo las convicciones de la fe ofrecen a los cristianos, y en parte también a otros creyentes, grandes motivaciones para el cuidado de la naturaleza y… Si el sólo hecho de ser humanos mueve a las personas a cuidar el ambiente del cual forman parte”.
El Papa reconoce la necesidad de “una solidaridad universal nueva”, dado que “Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas”. Para él “Un antropocentrismo desviado no necesariamente debe dar paso a un biocentrismo, porque eso implicaría incorporar un nuevo desajuste que no sólo no resolverá los problemas, sino que añadirá otros”. Por esta razón es reiterativo en convocar a través de su encíclica a “una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”.
Con plena conciencia de motor del sistema capitalista, señala que “la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos” e indica que el consumismo obsesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico, además de considerar que “mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir”.
Resulta relevante la visión global e integral de LAUDATO SI´ por espacio, finalmente señalaré que el Papa Francisco es contundente al señalar que “Para que surjan nuevos modelos de progreso, necesitamos cambiar el modelo de desarrollo global, lo cual implica reflexionar responsablemente «obre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones”. Pero nos advierte que “No basta conciliar, en un término medio, el cuidado de la naturaleza con la renta financiera, o la preservación del ambiente con el progreso. En este tema los términos medios son sólo una pequeña demora en el derrumbe. Simplemente se trata de redefinir el progreso”.
El Papa Francisco menciona que la “mayor parte de los habitantes del Planeta se declaran creyentes, y esto debería provocar a las religiones a entrar en un diálogo entre ellas,orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad”. Sin embargo, lamentablemente la realidad parece indica que el LAUDATO SI´ no ha logrado su objetivo, ni la influencia esperada sobre los 1,500 millones de católicos en el mundo, mucho menos en los demás creyentes. Ojala y ahora que el discurso predominante centra su atención en la economía y los aranceles el legado del papa adquiera relevancia.