Consulta popular
Yurisha Andrade Morales*
El domingo 1 de agosto fue histórico para la democracia mexicana. La consulta popular se celebró conforme a lo previsto en las bases constitucionales y en la Ley General correspondiente. La democracia existe si es directa y solo es legítima si permite la participación de todas y de todos en la toma de decisiones que beneficien a la colectividad.
Para avanzar en el concierto de las naciones, nuestro país necesita asumir que es imprescindible el involucramiento y apropiación de la democracia por las y los ciudadanos en nuestra vida diaria, para que todos constatemos en los hechos que la democracia no se agota con las elecciones, que es una herramienta que nos asiste e involucra en los asuntos cotidianos de nuestra sociedad.
La celebración de la primera consulta organizada por el INE tiene varios ángulos para el análisis: primero, en la parte logística fue exitosa al lograrse la instalación del 99.98% de las 57 mil 077 mesas receptoras de la opinión, solo 7 no se instalaron, cada una contó con, al menos, 2 mil papeletas; segundo, también lo fue, porque su organización se sujetó a los mismos estándares de calidad de una elección normal, similar a las que desarrollan los organismos electorales de nuestro país; tercero, porque la jornada de votación se llevó a cabo sin contratiempos, lo mismo que los escrutinios y cómputos y la entrega de paquetes a los 300 consejos distritales.
De acuerdo con los datos dados a conocer por el INE se recibieron 6 millones 666 mil 208 opiniones, esto equivale a un 7.11% de los 93.6 millones de electores inscritos en los listados nominales; de estas opiniones, por el “sí” se expresaron 6 millones 511 mil 385, es decir, el 97.72%; mientras que por el “no” se contabilizaron 102 mil 945, esto es, el 1.54%; y las restantes 48 mil 878 papeletas fueron anuladas, lo cual equivale al 0.73%.
Ciertamente, la participación registrada quedó muy lejos del 40% exigido para volver vinculantes los resultados, pero es muy superior a las votaciones de las consultas informales previas o de las que se han realizado en los Estados.
Si bien no es la primera consulta que se organiza en México, dado que a nivel local se han realizado ejercicios similares conforme a la normativa de cada entidad, la del 1 de agosto es inédita por ser la primera de cobertura nacional organizada con base en lo dispuesto en el artículo 35 constitucional y porque garantizó el derecho a opinar de todas las mexicanas y mexicanos inscritos en la lista nominal de electores.
La esencia de la democracia mexicana radica en la capacidad de sus instituciones, gobernantes, representantes populares y partidos políticos para escuchar la voz y el mandato de todas las personas, sin discriminación ni distinción alguna. En democracia todos los gobernates y representantes se eligen en las urnas, con el voto y la preferencia de las mayorías, pero ello no es suficiente si no depuramos mecanismos de democracia directa que dejen escuchar la opinión de los gobernados para decidir asuntos trascendentes del Estado y para definir políticas públicas.
El ejercicio del poder solo es legítimo si se aprende a escuchar a todas y a todos, incluso a quienes defienden posturas distintas a las de los gobernantes en turno. El gobierno no puede concebirse como un ejercicio que entrañe decisiones unilaterales ni como un instrumento de sumisión de la población o como una herramienta para cubrir abusos o corrupción, es ante todo, un mecanismo para generar el bien común. Por ello, el sufragio es el principal mecanismo de transformación social y el único para decidir quienes se hacen cargo de las responsabilidades públicas, su valor debe ser potencializado por mecanismos de participación ciudadana directa, como la consulta popular.
Me pronuncio por encontrar fórmulas y ajustes legales que la vuelvan más relevante y útil para nuestra democracia. Habrá que evaluar si su realización debe regresar a la fecha de la jornada electoral de las elecciones ordinarias y si las preguntas que van a las papeletas deben ser más claras y directas, para evitar confusiones. También será necesario que los actores políticos asuman que las consultas son ejercicios ciudadanos y no espacios para resolver sus diferencias. Hoy por hoy, estoy convencida de que las consultas populares deben quedarse y arraigarse en nuestras prácticas democráticas.
*Magistrada Presidenta del Tribunal
Electoral del Estado de Michoacán
@YurishaAndrade