Ciudad con Perspectiva de Género; el tema del Doctor, Salvador García Espinosa

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EL DERECHO A LA CIUDAD

CIUDAD CON PERSPECTIVA DE GÉNERO

(1ra de 2 partes)

Salvador García Espinosa

Para una gran mayoría de las personas escuchar o leer “perspectiva de género” les evoca pensar en conceptos relacionados con las mujeres o el feminismo. Sin embargo, esto es una equivocación, que se origina en gran medida en pensar que hablar de género, es hablar de las diferencias biológicas que denominamos como sexuales. Para una correcta comprensión del término que da titulo a esta columna, es preciso comenzar por comprender que género, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, refiere a los conceptos sociales de las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y las mujeres, es decir, a la construcción social de lo que “debe” hacer un hombre y una mujer, un niño o niña, un anciano y anciana, una persona soltera, casada, viuda, en un determinado contexto social. En otras palabras, refiere a las características sociales y culturales que se le atribuyen y que condicionarán su existencia y las relaciones que genera con su entorno.

Bajo el marco anterior, cuando se propone observar a la ciudad desde la perspectiva de género, se busca invitar a observar, desde una óptica distinta, muchos de los aspectos que caracterizan la ciudad y que no corresponden con los roles que hombres y mujeres tienen en la actualidad. La perspectiva de género, debe entenderse como la capacidad de reconocer, analizar y comprender nuestra realidad considerando las características que definen a las mujeres y a los hombres de manera específica, sus semejanzas y diferencias. Así como todo lo que esto implica en términos de edad, condición física, preferencias, etcétera.

Hoy en día, gracias a esta perspectiva, podemos comprender que las ciudades que habitamos, se han planificado, diseñado y construido, voluntaria e involuntariamente, para un usuario modelo hombre, heterosexual, padre de familia y con todas sus capacidades físicas y mentales en optimas condiciones.  Es decir, con total ausencia de las necesidades que demandan de la ciudad sus otros habitantes como mujeres, anciano, niños, personas con capacidades diferentes, preferencias sexuales y un largo etcétera que ilustraría lo diverso que somos como individuos de una misma sociedad. En las líneas siguientes se ilustran algunas de las muchas diferencias que existen en la ciudad, cuando se observa desde una perspectiva que considere las diferencias de género.

Trabajo.

Nuestras ciudades se han diseñado pensando en que el hombre sale de casa y se traslada a un lugar de trabajo, que se ubica en una zona industrial, un centro urbano o complejos de oficinas, generalmente ubicados y diseñados lejos de las zonas habitacionales, lo que en la planificación se denomina zonificación de “usos de suelo”. 

Para las mujeres que se han incorporado a la fuerza laborar y que desempeñan un trabajo de forma adicional a las tareas y responsabilidades del hogar (trabajo no remunerado), dicha zonificación de usos de suelo condiciona e incluso limita, su capacidad de incorporación laboral, pues ellas buscan empleos cercanos al hogar, para disminuir el tiempo de traslado, pues para ellas, la mayoría de las veces, dicho traslado  implica otras actividades como, llevar al hijo a la escuela, comprar alimentos, llevar ropa a tintorería, visitar a los padres ancianos o enfermos, entre otras muchas actividades.

La diferencia anterior, conlleva a una conceptualización distinta de lo que tradicionalmente se denominan “espacios de trabajo”, pues para el caso de las mujeres esos espacios son múltiples, muy diversos y demandan cierta cercanía. Muchas mujeres renuncian a la posibilidad de un mejor empleo, por no estar próximos a su hogar, en otras palabras, una ciudad planificada desde la perspectiva de género, fomentaría la mezcla de usos de suelo en la ciudad, para hacer eficientes los recorridos con múltiples propósitos y destinos. Recuerdo el caso de una compañera de trabajo, que inscribió a su hija en una escuela primaria cercana a la Universidad, aunque ellos vivían en el otro extremo de la ciudad, porque para ella era más fácil dejar a su niña en la escuela al tiempo que llegaba a su trabajo e ir por ella, previo a que concluyera su jornada laboral. Sólo un ejemplo de como los equipamientos educativos pensados cercanos a las zonas habitacionales, no necesariamente responden a las necesidades laborales actuales de las mujeres.

Traslados.

Por las múltiples tareas que desarrollan las mujeres, realizan mayor cantidad de viajes que los hombres y sus desplazamientos son diversos, no como en el caso de los varones de tipo lineal origen/destino (casa/trabajo) y los estudios indican que las mujeres usan en mayor medida que los hombres, el transporte público. En este sentido, una ciudad planificada desde la perspectiva de género sería aquella, cuyas rutas de transporte se diseñen considerando lo que se denomina “cadena de tareas” que propician desplazamientos poligonales. Además, se debe considerar que en su mayoría las mujeres realizan sus desplazamientos con carriolas, con niños de la mano, acompañando a un adulto mayor o con bolsas de mandado. Sin embargo, los transportes están pensados para personas solas, sin cargas materiales o personas sin problemas de movilidad disminuida o condicionada.

La inseguridad.

La percepción de la inseguridad es un factor que restringe el derecho que tenemos todos a la ciudad, la movilidad de mujeres y niños, se ve fuertemente condicionada por la inseguridad, pues atenta contra su integridad física y emocional. Recuerdo muchos casos de jóvenes que deseaban ingresar a estudiar la preparatoria o alguna carrera en la universidad, pero su posibilidad estaba condicionada a la cercanía con el plantel educativo o que fuera en el turno matutino, dada la inseguridad que percibían en caso del turno vespertino, por el traslado a su hogar en transporte público. Es decir, las posibilidades de desarrollo y actividades a desarrollar en el día se encuentran fuertemente condicionadas, por la inseguridad, para las mujeres de cualquier edad, en contraposición de los hombres.

Una de las experiencias más exitosas al respecto de incorporar la perspectiva de género, es la desarrollada en las ciudades de Toronto y Montreal en Canadá, donde grupos de mujeres realizaron recorridos por espacios públicos de la ciudad, para identificar los espacios que consideraban inseguros y sus causas; por ejemplo, en función de la visibilidad, la capacidad de ser escuchadas o vistas en caso de pedir auxilio, de huir del lugar y otros aspectos, que le permitieron a las autoridades una reordenación urbana, para mejorar la señalización, iluminación, transporte y muchos otros aspectos que no siempre son considerados por los encargados de la seguridad pública en la ciudad.  Continuaremos la próxima semana