Cambio Climático y precipitación pluvial, el tema del Dr. Salvador García Espinosa

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EL DERECHO A LA CIUDAD

Cambio climático y precipitación pluvial

Por Salvador García Espinosa
 

El pasado martes 9 de junio sorprendió a propios y extraños la intensa lluvia que se presentó durante la tarde de ese día, desafortunadamente no se puede considerar que dio inicio a la temporada de lluvias y se olvidaran esos calurosos días, pues los efectos del cambio climático nos hacen olvidar las temporadas y más bien, vamos registrando los días atípicos como la tremenda lluvia acompañada de granizo, que regalo a los morelianos, postales dignas de una tarjeta navideña. Sin embargo, nuevamente observamos que bastaron sólo tres horas de lluvia, para que la ciudad se convirtiera en caos debido a múltiples inundaciones en varias zonas de la ciudad.

Nuevamente se argumentó que se trató de una precipitación atípica, lo que aplica para el granizo, pero no para la lluvia, pues no hay que olvidar que Michoacán es una entidad favorecida por la lluvia, pues su precipitación pluvial promedio anual de 815 mm. El extremo de menor precipitación en México es Baja California Sur con un registro de tan solo 183 mm. anuales y Tabasco es la entidad donde más llueve, con un registro promedio de 2,396 mm.

Como es de suponer, la precipitación pluvial no se presenta de forma uniforme en toda la geografía michoacana. En Uruapan, por ejemplo, el promedio registrado es de los más altos, pues duplica el promedio estatal, con 1,625 mm. anuales; Ciudad Hidalgo tiene un promedio anual de 867 mm. Morelia con 786 mm. y de entre las localidades con menor precipitación se encuentre Apatzingán, con un registro de tan solo 694 mm. en todo un año.

Para el caso específico de Morelia, el promedio anual es de 786 milímetros de precipitación pluvial, pero el 80% de las lluvias se presenta entre los meses de junio a octubre, siendo julio el mes con mayor presencia de lluvias, pues se registran hasta 183 milímetros. Para poder dimensionar estos datos, amable lector, considere para efectos prácticos, que cada milímetro equivale a un litro de agua por metro cuadrado. Es decir, que, en Morelia, caen en promedio, al año 786 litros de agua por cada metro cuadrado de superficie. Se trata pues, de una muy considerable cantidad de agua, que la madre naturaleza nos obsequia, año con año.

La semana pasada se nos informó que se registraron inundaciones en las colonias Prados Verdes, Juárez, Mariano Escobedo, La Huerta, Calzadas Juárez, Madero Poniente, Avenida Universidad, Primo Tapia, Felícitas del Río y la zona centro. Lamentablemente, las mismas colonias que año con año, se inundan y frente a esta situación, resulta fácil y muy tentador, por parte de las autoridades, justificar que, ante la lluvia atípica, eran inevitables las inundaciones. Pero no es, ni debe serlo, pues año con año, se inundan las mismas colonias, las mismas calles y no se logran soluciones de fondo que acaben con dicha problemática.

El discurso en el que las inundaciones se presentan como consecuencia de la obstrucción de alcantarillas por la basura, es válido de forma parcial, pero se trata de un discurso de hace muchas décadas, cuando no se tenia plena conciencia de los problemas del cambio climático que hoy enfrentamos. Pero hoy en día, resulta totalmente irracional, desde cualquier perspectiva, que el agua de lluvia (relativamente limpia), se mezcle con aguas sucias del drenaje sanitario. En el mejor de los casos, llegará a la planta de tratamiento de aguas residuales, lo que sin duda encarece el costo, pues duplica o triplica la cantidad de agua que se trata normalmente, además de haber perdido la valiosa oportunidad de aprovechar este vital liquido.

La vivienda

En lo particular, cada uno de nosotros podemos desarrollar sistemas que nos permitan captar el agua pluvial. Imagine, amable lector, que su casa tiene un techo total de 100 metros cuadrados, representaría que sólo durante el mes de julio caerán sobre su azotea nada menos que 183 litros de agua por cada metro cuadrado de techo, es decir un total de 18,300 litros de agua, cantidad, que hoy en día, irracionalmente se canaliza al drenaje. El consumo promedio de agua en Morelia, se estima en 175 litros/habitante/día, de los cuales la mitad corresponde a servicios que no requieren que sea potable, como servicio sanitario, riego de jardines, lavado, etcétera. Así que, los 18,300 litros que se pueden captar en una casa habitación de cien metros cuadrados durante el mes de julio, permitirían satisfacer las necesidades de agua no potable de un habitante por más de cien días. Además del beneficio ambiental que esto representa, habría que considerar el ahorro que esto representaría en su recibo de pago, al disminuir su consumo al 50% durante cinco o seis meses del año.

La ciudad

Es de esperar que conforme se incrementa la superficie pavimentada de calles, se reduce la capacidad de infiltración del agua al subsuelo y simplemente se canaliza hacia las zonas más bajas de la ciudad en dónde se provocan las inundaciones. Esto sólo se puede evitar, si las autorizaciones de los desarrollos habitacionales se condicionan a que contemplen soluciones de captación de agua y que de acuerdo con el análisis de su topografía ubique pozos de absorción pluvial, como parte de sus áreas verdes. 

Resulta inconcebible que se inunden vialidades en las que existen amplios camellones o aquellas que colindan con parques y áreas deportivas; pues una solución que tiene éxito en otras ciudades, es la construcción de pozos de absorción o de infiltración pluvial, que permitan almacenar el agua de lluvia, por varios días, para infiltración paulatina. Incluso en algunas ciudades, se conforman pequeños lagos, muy atractivos visual y paisajísticamente.

Aquí en Morelia, por ejemplo, la Avenida Juárez, al menos en sus colindancias con el zoológico, se deberían de generar adecuaciones para construir pozos de absorción en áreas verdes del zoológico y canalizar hacia ellas el agua de lluvia que se acumula en las vialidades cercanas; en lugar de aumentar la altura de camellones o banquetas que propician verdaderas “albercas”.

Caso similar ocurre en el Boulevard García de León, donde la amplitud del camellón permitiría albergar pozos de captación pluvial o en la Av. Universidad, donde en predios universitarios se podría canalizar el agua que inunda esta avenida. Se debe abandonar la opción de que el agua permanezca sobre las vialidades, para que se evapore con el paso de los días o se disperse por el trafico vehicular, pues esto, después sólo sirve de justificación para las malas condiciones del pavimento.