Calidad de vida urbana. El análisis del Dr. Salvador García Espinosa hoy en “El Derecho a la Ciudad”

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El Derecho a la Ciudad

CALIDAD DE VIDA URBANA

Salvador García Espinosa

Hoy en día el mundo se caracteriza como eminentemente urbano, toda vez que 6 de cada 10 individuos en el Planeta habita en una ciudad, lo que se traduce en una acelerada urbanización del territorio. Para México la situación es aún más apremiante, pues 8 de cada 10 mexicanos vive en una ciudad. Todo indica que, por múltiples y diversos factores, esta tendencia urbana continuará.

Las ciudades hoy concentran, no sólo a una mayor población, sino también las mayores desigualdades sociales y económicas. Ha quedado demostrado en innumerables estudios que la miseria urbana es aún más grave que la miseria en ámbitos rurales; el estilo de vida urbano que se caracteriza por un excesivo consumismo que obliga a una explotación irracional de recursos naturales cada día en mayor magnitud, han ocasionado en conjunto la crisis ambiental que hoy en día enfrentamos y que se conoce como Cambio Climático, con tal magnitud que, incluso hoy amenaza la supervivencia de la humanidad.

En este contexto, el análisis de las condiciones en que se vive en la ciudad ha sido, desde hace años, un tema en permanente debate, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. De aquí que sea necesario abordar la habitabilidad de las ciudades bajo el marco general del concepto de sustentabilidad, hoy presente en todo lo inherente a la ciudad.

En el ámbito académico, la preocupación y análisis de las condiciones de vida en la ciudad ha permitido desarrollar conceptos como habitabilidad, habitabilidad urbana, calidad de vida, entre otros más, que refieren a entender cómo se conjugan e integran dos dimensiones: hábitat, entendido como lo correspondiente al sitio donde vive la población (vivienda), y el habitar, que implica las prácticas y costumbres sociales que se verifican en el espacio geográfico. En otras palabras, la habitabilidad de una ciudad es el resultado de lo construido, lo social, económico y ambiental que permite el desarrollo y bienestar de los habitantes de una ciudad.

Para quienes habitamos una ciudad, sobre todo para quienes gobiernan una ciudad, debe tenerse claro que una ciudad que brinda calidad de vida a sus habitantes es aquella que les permite vivir bien sin necesidad de gastar dinero. Aunque para muchos este objetivo pudiera llevar a un callejón sin salida, en términos de pretender solucionarlo desde la óptica de los asuntos presupuestales de las finanzas públicas, relacionadas con el cobro de impuestos. Hoy, la Nueva Agenda Urbana impulsa la necesidad de “reorientará la manera de planificar, financiar, desarrollar, administrar y gestionar las ciudades y los asentamientos humanos, reconociendo que el desarrollo urbano y territorial sostenible es un elemento indispensable para alcanzar el desarrollo sostenible y la prosperidad para todos”.

En este marco, algunas de las acciones que pueden brindar beneficio a sus habitantes, sobre todo a quienes tienen menos posibilidades de desarrollo económico, no necesariamente tienen que ver con invertir mayores recursos, sino con pensar de forma diferente la ciudad; a manera de ejemplo, se enuncian las siguientes:

La reorganización de las rutas de transporte público, con la finalidad de garantizar que los usuarios puedan recorrer mayores distancias sin la necesidad de usar dos rutas, dado que esto necesariamente afecta la economía de los usuarios. En Michoacán, el gasto en transporte representa en promedio el 17 por ciento del ingreso familiar, solo superado por el gasto en alimentos, que representa el 38 %.

Además del gasto económico, la cantidad de tiempo que, día a día, deben de invertir las personas en trasladarse de su vivienda al trabajo o escuela, es significativo y va en detrimento del tiempo que pueden destinar a su descanso y convivencia familiar. En este sentido, la reorganización de las rutas de transporte, no solo se debe buscar que los usuarios recorran una mayor distancia por una sola tarifa, sino que además permitan la accesibilidad a un mayor número de equipamientos y servicios básicos. Está por demás demostrado que no solo se trata de ir y venir de la casa al trabajo o escuela, sino acudir a lugares de esparcimiento, sitios donde realizar el abasto, equipamientos de salud y espacios culturales.

Respecto de este último aspecto, resulta prioritario que se brinden a la población en general espectáculos y actividades culturales. Hoy en día, el estilo de vida urbano, basado en el consumo, ha propiciado que sea prácticamente imposible que la población de escasos recursos pueda desarrollar actividades de esparcimiento sin tener que gastar dinero. Prueba de lo anterior es que los centros comerciales han capitalizado la falta de espacios de esparcimiento en la ciudad y propician que las personas acudan a las plazas comerciales a sabiendas que terminarán consumiendo, de forma tal que en nuestras ciudades la recreación está cada vez más estrechamente ligada al consumo.

Es preciso incrementar la cantidad de áreas verdes en la ciudad, no con base en porcentaje según la superficie urbanizada, como actualmente se hace en muchas ciudades, sino en función de las necesidades sociales que se derivan de extensos conjuntos habitacionales con altas densidades urbanas y con viviendas cada vez menores; se debe generar una mayor cantidad de áreas verdes, pero en estrecha cercanía con las zonas más densamente pobladas de la ciudad. En otras palabras, no se trata de generar grandes “parques urbanos”, cuyo acceso implica un gasto importante para la población, que en ocasiones tiene que gastar hasta en dos rutas de transporte público.  

Como se observa, es impostergable que los gobiernos locales asuman como objetivo principal de su gestión, no solo administrar la ciudad, sino propiciar que cada una de sus acciones eleve la calidad de vida de sus habitantes.