El Derecho a la Ciudad
AURA Y LAS CIENCIAS
Por: Dr. Salvador García Espinosa
Aura es una joven adolescente de 17 años, que actualmente cursa sus estudios de preparatoria; desde que ingresó a la Secundaria expresó su interés por las ciencias y, en consecuencia, las asignaturas de química, física, matemáticas no sólo fueron sus preferidas, sino que derivaron en su interés por comprender de mejor manera el mundo en que vive, y su deseo de estar en condiciones para aportar soluciones a las problemáticas que enfrenta la humanidad, particularmente su generación y las posteriores.
El pasado 11 de febrero que se celebró el Día Internacional de la mujer y la niña en la ciencia, se dieron a conocer diferentes opiniones y estudios al respecto, pero despertó mi interés particular el desarrollado por el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), del cual destaco los siguientes aspectos:
En México persiste una arraigada idea sobre algunas carreras universitarias que se asocian más a las mujeres que a los hombres. Tal es el caso de licenciaturas como nutrición, trabajo social y diseño curricular, en donde, de acuerdo con las estadísticas, tres de cada cuatro estudiantes son mujeres. En otras carreras persiste la idea de asociarlas más a los hombres, como ingeniería mecánica e ingeniería civil, en donde nueve de cada 10 personas que las cursan son hombres.
Más allá de una cuestión de equidad de género, el estudio señalado, hace hincapié en que es preciso analizar las disparidades en la elección de carrera entre hombres y mujeres, ya que esta decisión marca el futuro de las personas en el mercado laboral. Algunos indicadores permiten afirmar que el área de carreras con el ingreso promedio más bajo es la de servicios (incluye carreras como gastronomía o turismo), con 8 mil 520 pesos mensuales, y es donde se presenta el mayor porcentaje de mujeres (87% del área). En cambio, el área de ingenierías, manufactura y construcción (donde predominan los hombres, sólo 18% son mujeres) tiene un ingreso promedio de 13 mil 452 pesos mensuales.
Hay un grupo de carreras que se asocian y son conocidas como STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics, por sus siglas en inglés), y se refieren a aquellas asociadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, y que pertenecen a las áreas de ciencias naturales, matemáticas y estadística; tecnologías de la información y la comunicación; ingeniería, manufactura y construcción; y agronomía y veterinaria.
Hay que destacar que, si bien los indicadores y estadísticas corresponden a profesionistas y estudiantes universitarios, como bien señala la Dra. Alejandra Ochoa, Directora del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de Michoacán, el tema comienza en la niñez, y afirma que: “es importante fomentar desde la infancia las vocaciones científicas en las niñas, para que visualice que puede ser astrónoma, matemática, física, bióloga, química o lo que quiera ser”. En este sentido, los estudios señalan que las principales barreras a las que se enfrentan los niños y las niñas al despertar su vocación son los estereotipos de género, el ambiente de clases, la falta de orientación vocacional y la influencia social.
El tema resulta por demás complejo, pues hay que atender y resolver asuntos inherentes a la enseñanza básica. No obstante, las niñas de primaria han presentado mejores resultados en las pruebas del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) de matemáticas, que los niños, situación que se revierte en secundaria y se amplía al finalizar el bachillerato. Como evidencia, solo 6% de 10 mil alumnas de bachillerato de la Zona Metropolitana del Valle de México dijo estar interesada en estudiar una carrera de estas áreas de estudios.
La situación no mejora en el ámbito laboral. Al incorporarse al mercado de trabajo, de los profesionistas que optaron por carreras STEM, si son mujeres tienen menor probabilidad de trabajar y alcanzar posiciones de liderazgo, en comparación con los hombres. En 2021 solo 13.5% de las mujeres profesionistas eran egresadas de carreras STEM. A eso se atribuye la falta de modelos femeninos a seguir, que contribuyan a que la siguiente generación de niñas opte por carreras que hasta el día de hoy son dominadas por hombres. En México, solo 3 de cada 10 profesionistas STEM son mujeres.
Con base en los datos señalados, se debe comprender que el caso de Aura, no es aislado ni anecdótico, sino representativo de una nueva generación, que está rompiendo el paradigma de asumir que las niñas tienen vocación de servicio o que son más afines a las ciencias sociales, más que de ciencias exactas.
Es necesario comprender, impulsar y, sobre todo, potenciar, dicho cambio generacional, y para ello es ineludible intervenir desde la educación básica, para que un mayor número de niñas tenga el deseo y las capacidades para optar por carreras STEM. Se precisa de fortalecer un enfoque de género en los contenidos de ciencia y tecnología en los programas de educación básica. Por ejemplo, hacer énfasis en la historia de científicas destacadas o pláticas con mujeres que trabajan en dichos sectores.
Tal vez, la tarea más difícil es la que nos corresponde a todos, fortalecer acciones tendientes a romper con los estereotipos, para que los niños y niñas puedan elegir cómo construir su futuro, con base, única y exclusivamente, en sus preferencias y habilidades, claro está, con la correcta orientación vocacional.