EL DERECHO A LA CIUDAD
Adoptar sin adaptar, una mala práctica urbana
Salvador García Espinosa
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó el próximo día 31 de octubre la como el Día Mundial de las Ciudades, las razones resultan más que obvias, se pretende marcar el acento sobre la vida urbana y el potencial que se tienen en las urbes pues más de la mitad de la población mundial vive en ciudades y se espera que el número se duplique para 2050. Esta situación ubica a la urbanización como una de las tendencias más transformadoras del mundo. Pero a la vez, se plantean desafíos mayusculos sobre la sostenibilidad relacionados con la vivienda, el medio ambiente, el cambio climático, la infraestructura, los servicios básicos, la seguridad alimentaria, la salud, la educación, el trabajo decente, la seguridad y los recursos naturales. Se pretende pues, que tomemos conciencia sobre el potencial que representan las ciudades como el escenario transformador que permita acercarnos a un desarrollo sustentable.
Se considera que la sustentabilidad de las ciudades puede lograrse al adaptar la forma en que las ciudades se planifican, diseñan, financian, desarrollan, gobiernan y administran. Las ciudades siempre han sido impulsoras e incubadoras de innovación, industria, tecnología, emprendimiento y creatividad; creando prosperidad, mejorando el desarrollo social y proporcionando empleo. De hecho el lema de este año que plantea la ONU es “Cambiando el mundo: Innovaciones y una vida mejor para las generaciones futuras”.
Experiencias exitosas.
Hoy conviene reflexionar en torno a la forma en la que se han usado las experiencias exitosas de ciudades para buscar replicarlas como una receta que garantiza el éxito. Desde principios de la década de 1990, cuando inició el proyecto de transformación de la ciudad de Bilbao, en España, se comenzó a generar uan expectativa sin precedentes, que si bien fue acompañada de un éxito rotundo en términos de lograr transformar la imagen de la ciudad, pero sobre todo de dinamizar su economia a partir de reorientar la vocación productiva de la ciudad, equivocadamente se comenzó a “reducir” su éxito a la construcción del Museo Guggenheim del arquitecto Frank Gehry. Sin duda un gran proyecto innovador, pero que no podria explicarse fuera del contexto impulsado en esta ciudad española. el “Efecto Bilbao” como se le conoce, propicio la construcción de multiples museos, incluso del mismo arquitecto, pero nunca con el impacto similar.
Existen práctica existosas en ciudades más cercanas a nuestra realidad latinoamericana como Curitiba en Brasil, donde se ha logrado una mejora subtancial en la calidad de vida de sus habitantes, se instrumento el sistema de transporte semimasivo sin precedentes en el continente y resultaría simplista y erroneo reducir su éxito sólo a haber logrado una relación superior a los 50 metros cuadrados de área verde por habitante.
En este mismo marco, resultaria una equivocación reducir el exito de la transformación de la ciudad de Medellin en Colombia, a la consolidación del sistema de transporte Transmilenio, sin considerar toda la estrategia social que instrumento para la regeración de barrios, el combate al narcotrafico y lograr mejoras subtanciales en la calidad de vida de sus habitantes.
De lo social a lo urbano.
Una vez que se define el objetivo social, es preciso diseñar la estrategia económica, en otras palabras, de dónde generar lso recursos que hagan posible el cumplimiento de los objetivos sociales. Se deben estabecer con toda objetividad las prioridades del presupuesto para orientarlo al cumplimiento de las metas de índole social. Finalmente, se deben realizar las adecuaciones a la ciudad, es como ajustar nuestra casa a un nuevo estilo de vida, los espacios públicos, las áreas verdes, las vialidades, el transporte público, los museos, las actividades culturales, la vocación económica, los servicios de salud, prácticamente cualquier actividad a realizar ocupa de un escenario que lo haga posible y este es la ciudad. Por eso, si se plantan nuevos objetivos y estrategias, se debe adecuar la ciudad.
En este contexto, es que se debe ser muy cauto en replicar las acciones que en otras ciudades han sido éxito, pues en muchas ocasionaes su éxto no radica en la solución urbana, sino en los objetivos sociales que se cumplen con este diseño urbano. En muchas ciudades reducir el área de vialidades para ampliar las banquetas o áreas peatonales, ha permitido fomentar la convivencia social, pero su éxto se debe en gran medida a las acciones desarrolladas en la mejora del transporte público y disminuir el uso del automovil, sólo así se logra que la reducción de calles no genere conflictos viales.
Elevar las densidades para generar una ciudad compacta, ha resultado un éxito, cuando esa densidad va acompañada de un control de usos de suelo y mecanismos financieros que le permiten al gobienro la recuperación de plusvalias. Sí solo se autorizan inmuebles de 5 o 7 pisos, se incentiva la especulación del suelo, se colapsa la insfraestructura básca de agua potable, drenaje e incluso de propicia la ocupación de vialidades aledañas como estacionamientos en la vía pública.
Adaptar no adoptar.
Uno de los grandes problemas en nuestras ciudades, hoy en día, es la adopción de soluciones exitosas, sin adaptarlas a nuestra realidad social. No se trata de realizar acupuntura urbana, a través de obras aquí y obras allá, nuestras ciudades, son en su mayoría un muestrario de buenas intenciones que no han logrado cambiar la ciudad. Hoy en día, el reto es que cada ciudad debe marcar su rumbo, que el verdadero diagnóstico de su realidad le permita una estrategia de desarrollo específica en el marco de la competitividad urbana, pero siempre priorizando los objetivos sociales a los de la obra pública, máxime si esta se desarrolla sin el respaldo de la planeación urbana.