Valentina Ramírez Avitia nació el 14 de febrero de 1893, en San Antonio, Tamazula, Durango, conocida como “La Valentina” o “La Leona de Norotal”, fue una revolucionaria mexicana, actualmente la llaman “La Mulan mexicana”.
Hija de Norberto Ramírez y Micaela Avitia, hermana de cuatro hermanos mayores y una menor.
Valentina quiso seguir los pasos de su padre, un esforzado labrador y arriero que anunció a su familia su determinación de sumarse a la gesta revolucionaria. En virtud de que las fuerzas insurgentes no aceptaban mujeres entre sus filas, Valentina -de 17 años- tuvo que disfrazarse de varón.
Portaba una carabina 30-30, cartucheras en el pecho y un sombrero de palma con una cinta tricolor que ocultaba sus trenzas.
Ingresó a la Revolución Mexicana el 12 de enero 1911, en las fuerzas del General Ramón F. Iturbide, con el grado de soldado, participó en la toma de Culiacán, en las filas de Clara de la Rocha.
Su vida inspiró la canción popular “La Valentina”
Se separó del movimiento revolucionario tras la toma de Hermosillo, Sonora, pues fue revelado que era mujer, pero llegó al grado de teniente.
Quiso volver al lado de su familia, pero esta la rechazó.
Décadas después, ese tiempo que dedicó a la lucha revolucionaria fue considerado insuficente por el Estado para que pudiera acceder a una pensión como veterana de guerra. Ya separada de su esposo Luis Célis (anteriormente se había casado con el coronel Federico Cárdenas), a Valentina se la veía mendigando en los alrededores de la Catedral, antes de ganarse el sustento como empleada doméstica y después lavand y planchando ropa en su modesta casa de Sinaloa.
En 1969, la heroína olvidada fue atropellada por un vehículo y quedó lisiada hasta sus últimos días. Fue llevada a un asilo de ancianos en Culiacán, de donde logró escapar. Devota de la Virgen de Guadalupe, se la veía pidiendo limosna en la plaza y en el mercado de Novolato. Murió en ese pueblo de Sinaloa el 4 de abril de 1979 y sus restos fueron depositados en una fosa común del Panteón Civil de Culiacán.