El Derecho a la Ciudad
TENDENCIA NO ES DESTINO
Salvador García Espinosa
El pasado 19 de julio el H. Cabildo de Morelia aprobó el Plan Municipal de Desarrollo Urbano (PMDU), que según se ha dicho, garantizará un crecimiento planificado y ordenado de la ciudad al 2040. Tan sólo 5 días después, el pasado lunes 24 de julio, el H. Cabildo de Morelia aprobó por unanimidad la quinta etapa del fraccionamiento Villas del Pedregal, lo que representará construir 654 viviendas adicionales a las poco más de 17 mil existentes.
Sin duda, la aprobación resulta polémica, no sólo porque los habitantes de este fraccionamiento se han manifestado en contra e incluso han realizado bloqueos en reiteradas ocasiones, exigiendo solución a los problemas como la escasez de agua, la ola de asaltos e inseguridad, así como para solicitar la construcción de un puente vehicular que garantice la seguridad en el acceso vial al desarrollo, sino porque se acaba de aprobar un Plan Municipal que busca, entre sus objetivos, la no expansión de la ciudad, sino la densificación.
Por paradójico que resulte, la autorización municipal no tiene nada de irregular, ni de ilegal. Simplemente se le está dando seguimiento a las etapas de un megaproyecto habitacional autorizado hace varios años, y que fue punta de lanza para detonar la construcción de múltiples desarrollos de la mal llamada vivienda de interés social, puesto que más bien responden a un interés económico.
Hoy nadie puede negar que hay una concentración poblacional significativa al Poniente de la ciudad, que permite hablar de una tendencia de crecimiento urbano bajo el uso habitacional y que, contrario a toda lógica, el principal equipamiento de hospitales públicos, la denominada “ciudad salud” se encuentra justamente al extremo Oriente de la ciudad. La problemática se resume en un dicho común entre los habitantes de Villas del Pedregal: “si la señora comienza con dolores de parto, para cuando llegue al hospital del IMSS de la salida a Charo, será el bautizo”.
Cuando leí sobre la aprobación de esta nueva etapa de Villas del Pedregal, recordé una plática que tuve hace varios años con el Ingeniero y político Cassio Taniguchi, durante su segundo periodo comoAlcalde de Curitiba; nos encontrábamos en una reunión en elInstituto de Pesquisa e Planejamento Urbano de Curitiba (IPPUC), y al comentarle sobre la viabilidad instrumentada en otras ciudades las estrategias llevadas a cabo en esta ciudad brasileira, me comentó: La principal diferencia entre lo que hacen en México y lo que hemos hecho nosotros, es que ustedes hacen planeación con base en tendencias, sus diagnósticos se basan en identificar tendencias de crecimiento y, en consecuencia, su estrategia busca consolidar dichas tendencias a partir de la infraestructura, equipamientos y sobre todo fomentando el desarrollo del mismo uso de suelo. Por el contrario, nosotros hemos comprendido que la tendencia no necesariamente debe convertirse en el destino; nosotros diseñamos lo que deseamos como ciudad, y si la tendencia actual no concuerda, la modificamos para alcanzar nuestro objetivo”.
La opinión y argumento de Cassio Taniguchi me resultó una gran enseñanza, no sólo por haber visto los resultados, sino porque lo considero un experto en el tema; fue presidente de URBS, la empresa que transformó el sistema de transporte urbano de la ciudad; fue director del Instituto de Investigación y Planificación Urbana de Curitiba en dos ocasiones, de 1980 a 1983 y de 1989 a 1994, Secretario de Estado de Planificación y Coordinación General, Secretario de Estado de Industria y Comercio del Estado de Paraná, durante el gobierno de Jaime Lerner y Alcalde de Curitiba por dos mandatos consecutivos, de 1997 a 2004
En nuestra realidad mexicana, seguir las tendencias resulta lo común, pero es sumamente caro y propicia gran parte de los problemas que padece la ciudad. Hace algunos años se autorizó en el Suroriente de Morelia un extenso desarrollo habitacional y comercial denominado Altozano, a sabiendas que no existía la estructura vial para garantizar la movilidad de los miles de futuros habitantes; una vez que se ocuparon las casas, se construyeron centros comerciales y planteles educativos, la “presión social” fue tal, que hubo necesidad de invertir recursos públicos para construir una vialidad que diera solución al problema. La autorización de miles de viviendas en Villas del Pedregal ahora demanda inversiones públicas significativas para construir un paso vehicular a desnivel, que garantice el acceso y salida de miles de automovilistas que habitan el desarrollo, así como problemas con el abasto y distribución de agua; pero todos estos factores se sabían que ocasionaría un desarrollo con esas dimensiones y densidad.
Ahora, la búsqueda de consolidar una tendencia habitacional al Poniente de la ciudad obliga a que las autoridades busquen canalizar recursos públicos para la construcción de clínicas u hospitales, escuelas, centros de capacitación, etc., en un afán de proporcionar una mejora en la calidad de vida de los habitantes, porque el desarrollo sólo se planeó y autorizó bajo la óptica económica de la rentabilidad de la inversión.
Se debe cambiar la estrategia actual de que, una vez ocasionado el problema, que generalmente aparece cuando se ocupan las viviendas por los habitantes, razón por la que son éstos y no el promotor, quienes presionan a la autoridad para obtener soluciones y éstas generalmente se obtienen con la inversión de recursos públicos. Planificar la ciudad es que la autoridad correspondiente analice las solicitudes de desarrollos, identifique los posibles impactos que se generarían cuando esté en funcionamiento o habitado el desarrollo y, en consecuencia, las autorizaciones que otorgue siempre estén condicionadas a que el promotor realice las obras que se indiquen, para evitar los impactos identificados. El promotor deberá considerar en sus corridas de inversión la totalidad de los costos, sólo así la autoridad municipal podrá destinar sus escasos recursos a las necesidades más apremiantes de atender.