PUNTO DE ENCUENTRO
REAPRENDIENDO A VIVIR: COVID-19
Por: Julio Ibarrola S.
El coronavirus causante de la enfermedad del Covid-19 (no quisiera pensar si hubiese sido el último modelo: 2020, y ni qué decir del 2021: reload) por mucho ha rebasado cualquier otro tema cuestionado y mencionado a nivel mundial en varias décadas atrás por muchos motivos y en muchos aspectos.
Literalmente, como humanidad –algo invisible a los ojos y no catalogado como un ser “vivo”- nos ha dejado bichis como dirían en Sonora, es decir: prácticamente al desnudo.
Nos ha dejado como humanidad en ridículo y ha hecho ver que con toda y nuestra “avanzada” tecnología y alarde del poder político, económico y social etc. por parte de todos los sistemas de gobierno habidos hoy en día, no somos nada como humanidad y que a todos nos afecta por igual sin distingos y que hay algo muy superior a nosotros.
Pero bueno, ya habrá oportunidad de tratar el tema por ése lado. La cuestión es que sigue habiendo quienes alzan la voz diciendo que éste no existe o que si es la mutación vampirezca de un virus o que si fue algo creado y soltado con dolo, obedeciendo a los intereses mezquinos e inhumanos maquiavélicos, ávidos de poder e implementación de un nuevo orden mundial.
Pero muy independientemente de una cosa u otra o un poquito de una y otra. La realidad es que vino a darnos una fuerte sacudida a nuestras vidas, al modo de conceptualizarla, de gobernarnos e interrelacionarnos en términos generales; haciéndonos ver que nuestra pequeñez respecto a la Deidad es mucho más que la del coronavirus mismo.
Es algo del cual podemos ahondar en muchos aspectos que están mal o más pomposamente dicho en la administración “moderna”: nos ha hecho ver nuestras “áreas de oportunidad” en las cuales somos susceptibles de mejorar: economía, políticas públicas y gobernanza, familia, sociedad, relaciones sociales, educación y comercialización entre otros.
Pues hemos visto y ha salido a la exposición y escrutinio social:
- Lo mal que hemos cuidado y desatendido nuestra casa: el mundo y su naturaleza.
- La dicotomía social en la humanidad muchas veces inducida.
- El interés mercantilista y consumista: imposición de modas, acortamiento en la vida útil de los productos y su comercialización etc.
- El desenfrenado y desmedido enriquecimiento tanto de servidores públicos como conjuntamente de algunos miembros del sector privado coludidos de alguna manera: porque la calle es de doble sentido.
- La ingratitud y caridad simulada a través de diferentes mecanismos o modos por conveniencia de imagen pública o fiscal.
- La falta de equipamiento, control y protocolos para la atención de fenómenos de afectación mundial.
- El distanciamiento “ad intra” de nuestros hogares y relaciones personales.
- Una sociedad llena y sobresaturada de “información” hasta carente de veracidad sin la capacidad de analizarla y procesarla.
- Esquemas de trabajo, de producción, comercialización, educación, etc. quedados muy dentro de su área de confort.
- Una sociedad deshumanizada y desnaturalizada en términos generales.
Y así podríamos seguir enumerando y especificando más puntos. Pero es mí deseo que estemos aprendiendo a:
- Vivir con lo necesario.
- Extrañar a los demás y lo que conlleva.
- Ser solidarios y participativos: lo que me afecta hoy a mí, te afectará mañana a ti.
- Ser agradecidos.
- Y re-encontrarnos con la Deidad, entre otros buenos deseos.
Después de haber pasado en la vida por una fuerte turbulencia, aprendí: a desaprender, a aprender y reaprender, es decir: a vivir. Y de cual, ya les podré compartir.
Contáctame: julioibarrola@hotmail.com