Morelia, Michoacán, a 26 de noviembre del 2020.- “Paola” llegó a la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres (Seimujer) de Michoacán en busca de ayuda y para no sentirse sola. Su historia muestra la realidad de cientos de mujeres michoacanas, del país y del mundo, en la que la violencia es el común denominador.
La joven madre vivió en carne propia la desvalorización, la depresión y la pérdida de su identidad ante el rechazo de la familia de su pareja sentimental, quien además era su principal agresor.
“Un golpe físico no es la única forma de violentar a una mujer, también las palabras generan un profundo daño”, dice.
“Yo viví un tipo de violencia psicológica porque me hacían sentir menos, me desvaloricé por culpa de mi pareja y su familia, me afectó, pero vine aquí para cambiar eso y tener un apoyo tanto psicológico como legal”, relata al mencionar que actualmente mantiene una lucha por la custodia legal de su pequeña.
Su otra lucha es por recuperar su estabilidad emocional, esa que ante la posibilidad de perder a su hija frente a las manos de quien prometió respetarla, amarla y cuidarla, se esfumó: “fue un error, pero sin esto jamás hubiera tenido a mi bebé, que es mi motor”, recalcó al compartir con la voz entrecortada su testimonio de vida.
En esos tres años de calvario un mensaje habría marcado la diferencia: supo que cuando dejó de ser ella para comenzar a sentirse decaída y triste “no era una buena señal” para mantenerse en una relación que solo le ofrecía destrucción.
“Hoy quiero avanzar, dejar eso atrás, ser yo, confiar en mí, conocer nuevamente mis aptitudes y volver a comenzar; eso quiero”.