La Coneja de Pascua en Morelia. Hoy analiza el tema el Dr. Salvador García Espinosa en “El Derecho a la Ciudad”

1158

El Derecho a la Ciudad

LA CONEJA DE PASCUA EN MORELIA

Salvador García Espinosa

A propósito del periodo vacacional, las autoridades municipales de Morelia han instalado en la Plaza de Armas decoración escenográfica alusiva a la tradición de la Coneja de Pascua. Sin lugar a dudas, es de llamar la atención para habitantes y turistas encontrarse en pleno Centro Histórico con elementos decorativos como huevos de colores y de gran tamaño. Además de la sorpresa mencionada, este hecho resulta por demás interesante y motiva su análisis desde distintas perspectivas:

La primera e ineludible, es considerar que la festividad de la Coneja de Pascua poco o nada tiene que ver con las celebraciones de la Semana Santa. Se trata de una tradición de origen anglosajón, propiamente de los países del norte de Europa, donde, una leyenda alemana relata que una mujer pobre, incapaz de ofrecer dulces a sus hijos, escondió en el jardín huevos decorados. Los niños, al ver a un conejo, creyeron que había puesto huevos. Desde entonces, los niños fabricaban un nido que se encontraba en el jardín a la espera de los huevos del conejito de Pascua, que se llena durante la noche.

Si bien, la tradición data de antes de Cristo, con el paso del tiempo, la figura del conejo de Pascua se fue vinculando a las celebraciones de Semana Santa, a partir del siglo XIX, dado que se comenzaron a elaborar figuras de conejos de chocolate, que además traía huevos de chocolate decorados, situación que ayudó a preservar la leyenda del conejo de Pascua.

No puede ignorarse el hecho de que la ambientación descrita en la Plaza de Armas contrasta significativamente con las celebraciones propias de Semana Santa, y que son muy concurridas, como la procesión del silencio. Su coincidencia espacial y temporal debe propiciar en más de un turista o habitante de la ciudad un contraste difícil de comprender. Tal vez sería lo último que esperan encontrar al visitar Morelia.

Más allá de los aspectos religiosos, se ha vuelto una práctica común pretender instalar “todo” en la Plaza de Armas, como si se tratara del único lugar de la ciudad, de esta forma, adicional a la decoración de temporada (Navidad, Reyes Magos, Primavera, Independencia, etc.), se dispone de diverso mobiliario urbano, como: los letreros con el nombre de Morelia para la típica foto de visitantes y turistas, una escenografía de banca y farol en miniatura, para la selfie, los módulos de información turística, turibús y que, en su conjunto saturan visualmente el espacio, restando majestuosidad en su composición original del kiosco como elemento central.

Bien valdría la pena, reconsiderar cuál es la esencia formal y funcional de la Plaza de Armas o Plaza de los Mártires, como plaza principal de la ciudad, y vincular algunas de estas inquietudes de ambientación hacia otras plazas de forma que se visualicen como un sistema de espacios públicos que le permitan al habitante de la ciudad, al turista o al visitante un mayor disfrute del Centro Histórico.

Otra lectura, resulta de comprender que el manejo del Centro Histórico como enclave de la dinámica turística ha propiciado una desvinculación cada vez mayor de lo que acontece en la ciudad, para privilegiar lo relacionado con los visitantes y turistas. Desde esta postura, y con la eterna justificación de la derrama económica, parece que todo se vale y justifica.   

Por último, la reflexión más significativa gira en torno al uso del espacio público como vehículo para incentivar la identidad, conformar discursos e incluso cambiar las prácticas sociales. El uso del espacio público es tal vez el medio más eficaz para incidir de forma intencionada sobre la dinámica social.

Se debe considerar que la esencia misma del espacio público urbano es ser el escenario del encuentro social, es decir, el que propicia las relaciones entre los integrantes de una sociedad, de aquí su relevancia para garantizar su diversidad funcional y su confort; toda vez que si la gente deja de acudir al espacio público, las consecuencias sociales son significativas en términos de la pérdida de lo que los sociólogos denominan “capital social” y que no es otra cosa, que la fortaleza o solidaridad que surge entre habitantes de una misma ciudad para actuar en conjunto, más allá de las diferencias socioeconómicas que tengan.

De lo anterior se desprende la relevancia de las intervenciones en el espacio público, no por nada uno de los programas más ambicioso del Gobierno Federal es el que lleva a cabo la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial. Urbano (SEDATU) para “rescatar espacios públicos con deterioro, abandono o inseguridad en las zonas urbanas, para el uso y disfrute de la comunidad y, con ello, incidir en la prevención social del delito y la violencia, así como el fortalecimiento del tejido y la cohesión social”.

El gran reto que enfrentan los gobiernos municipal y estatal, es contribuir a incrementar los espacios públicos que propicien el encuentro social, y la mejora en la calidad de vida, además de los beneficios ambientales ya conocidos por todos. Lo anterior pareciera obvio, pero hasta el momento, al menos en la ciudad de Morelia, las acciones de ambas esferas de gobierno se han enfocado más a la transformación de los espacios existentes, que en el incremento de este tipo de espacios públicos.