EL DERECHO A LA CIUDAD
LA CALIDAD DEL ESPACIO PÚBLICO
Salvador García Espinosa
Desde la mitad del siglo pasado, la construcción de la ciudad ha centrado su atención en las edificaciones y las obras de infraestructura. En contraposición, el espacio público, queda como el espacio residual, el espacio de todos y, por lo tanto, de nadie. La única excepción han sido las calles y avenidas que, administración tras administración, se buscan ampliar más, pavimentar, ampliar e incluso en campaña se ofrece acabar con los baches.
Para la mayoría de la población la realidad es muy distinta, el simple hecho de caminar por la ciudad, puede afirmarse que resulta toda una experiencia, pero desafortunadamente nada grata, pues en el diseño del espacio público, parece que se ha ignorado a su principal usuario: el peatón.
¿Cuándo Usted tiene oportunidad de elegir, por que calle prefiere caminar? ¿Qué elementos busca en una calle? ¿Qué le proporción seguridad cuando camina por una calle? Estas y otras preguntas, hoy se busca que generen las directrices para el diseño de las ciudades. Hoy en día, puede decirse que, el protagonismo del espacio público, esta de vuelta, así como en una época las ciudades se diseñaron a partir de la plaza y del trazado de las calles, hoy las ciudades buscan una mayor calidad del espacio publico, para fomentar que no sólo sea un espacio de transición momentáneo, sino el escenario por excelencia para el encuentro social.
En este contexto, la percepción sobre la estética del espacio urbano, adquiere relevancia. Una investigación desarrollada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, buscó conocer, a través de un sitio web, las preferencias de las personas sobre el ambiente urbano, para esto, proporcionaba imágenes de distintas calles que correspondían a diferentes ciudades (aunque el objetivo fue Nueva York y Boston) y se les pidió a las personas que, seleccionaran aquella imagen de las calles que les parecía más más segura, de mayor nivel socioeconómico o que simplemente preferían.
Aunque el sitio solo estuvo vigente entre los años 2011 al 2014, la investigación continua y el objetivo es identificar las características de la planificación urbana que contribuyan a la seguridad de los individuos, saber que elementos se deben introducir en una calle, para proporcionar una mayor percepción de seguridad a sus habitantes. De manera preliminar, el estudio ha proporcionado múltiples resultados de utilidad, por ejemplo, la presencia de más árboles, en una calle, tienden a hacer que una zona parezca más segura. Los edificios que muestras el material de ladrillo, sin recubrimientos, en sus fachadas, fue calificado con menor preferencia, por su apariencia de viejos y la preferencia fue por edificios más nuevos, con elementos de madera.
Destaca la fealdad de la infraestructura, en la mayoría de los vecindarios, incluso en las secciones más caras de Manhattan, exhiben una mezcla de preferencias, pero la constante es que la infraestructura se destaca como negativa. Los puentes y las carreteras o sitios donde predominaron tramos de pavimento abierto, obtuvieron puntuaciones de seguridad bajas. Al igual que los usos industriales, almacenes y estacionamientos.
Las fotos mejor calificadas fueron de Austria, que muestran calles estrechas, follaje y edificios densamente poblados con muchas ventanas luminosas y acogedoras. Mientras que de las diez percibidas como menos seguros, siete fueron de Boston y tres de Nueva York, en ambos casos, las imágenes correspondieron a calles anchas y desoladas y edificios con pocas ventanas y puertas.
La manera en la que las condiciones del entorno urbano inciden en nuestra percepción y comportamiento en la ciudad, puede explicación con base en la teoría de las ventanas rotas de Wilson y Kelling que, en resumen, sugiere que la evidencia de desorden ambiental, como ventanas rotas, basura y grafitis, puede inducir otros tipos de desórdenes, como el crimen. De aquí que existan ciudades, como Nueva York en donde se instrumentó una iniciativa para proporcionar mayor calidad al espacio público, como estrategia para disminuir la incidencia de violencia.
Sin lugar a dudad que, se debe reflexionar en torno a la necesidad de dar mantenimiento al espacio público, no se requieren de estudios sofisticados, para comprender que las aceras, en nuestra ciudad son intransitables para los peatones, se observan vestigios del mobiliario urbano como botes de basura que hace años funcionaron, casetas telefónicas inservibles, postes que soportaron anuncios que ya no existen, restos de árboles que se secaron o talaron y sólo quedo un fragmento de tronco; son innumerables los elementos que hoy, no cumplen otra función que sea la de estorbar y obstaculizar el paso de peatones.
Cuando se pretende caminar por la banqueta, predominan las rampas de infinidad de cocheras que se apropiaron del área pública de la banqueta para resolver la accesibilidad de su vehículo al predio y olvidaron que la función primordial es la del paso de peatones, pero ninguna autoridad hace valor dicho derecho. En todos los ayuntamientos, hay una dependencia encargada de parques y jardines, pero nadie atiende las banquetas fracturadas y desniveladas por efecto del crecimiento de las raíces de los árboles que, conforman escenarios de verdadero riesgo para las personas de la tercera edad que transitan por ahí o aquellas con problemas de movilidad. Se observan por toda la ciudad que una gran cantidad de los camellones se encuentran fracturados por el transito de vehículos pesados y se van desprendiendo a pedazos con el paso del tiempo y los vehículos, sin que ninguna autoridad asuma la responsabilidad de repararlos.
En el caso de Morelia, parece que la responsabilidad del Ayuntamiento sobre el espacio público, se limita al Centro Histórico, pues ahí las banquetas se encuentran niveladas y con la continuidad que permite sean transitadas, cuentan con rampas en las esquinas, y el mobiliario urbano funciona. Lamentablemente en el resto de la ciudad, las condiciones son muy distintas, se evidencia un total abandono y deterioro del espacio público.
Las autoridades municipales deben comprender que Morelia es mucho más que el Centro Histórico y que la ciudad requiere de atención, aún y cuando predominen los habitantes y no los turistas. Urge que se instrumenten acciones para retirar mobiliario inservible, restos de anuncios, se requiere dar mantenimiento a camellones y liberar a las banquetas de vegetación que impide el paso de transeúntes, se eliminación de grafiti y sin olvidar la limpieza en puentes, postes y bardas, en donde un día se autorizó se pegaran panfletos publicitarios, que hoy deteriora la imagen significativamente.