La Basílica de Guadalupe acoge a familiares de personas desaparecidas en un emotivo encuentro de esperanza y solidaridad

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Este domingo, la jerarquía católica recibió a familiares de personas desaparecidas y víctimas de la violencia procedentes de diferentes partes del país en la Basílica de Guadalupe.

El obispo auxiliar, Javier Acero, escuchó con atención los relatos de dolor y desesperación de varias decenas de mujeres, quienes expresaron su agradecimiento a la iglesia católica por abrir sus puertas para escucharlas y brindarles apoyo en un camino tan difícil, marcado por la falta de empatía y solidaridad por parte de la mayoría de la sociedad mexicana.

En la capilla de Juramentos, se pudo presenciar el acompañamiento de representantes de la iglesia católica a las madres buscadoras pertenecientes a diversos colectivos e individuales. Estas valientes mujeres solicitaron que se destine un espacio para exhibir las fotografías de sus seres queridos, sin que sean retiradas como suele suceder en la mayoría de los templos en México.

Asimismo, demandaron a la sociedad tomar conciencia y actuar para detener la violencia que azota al país.

La hermana Juana Ángeles Zárate, presidenta de la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México, también estuvo presente en el encuentro que duró más de dos horas. Durante la reunión, se hizo hincapié en que la gente aún confía más en la iglesia que en los gobiernos, sin importar su partido o color, los cuales pasan los años sin ofrecer resultados en miles de delitos.

“Ustedes no están solas, debemos cuidarnos mutuamente”, enfatizó el obispo Javier Acero antes de iniciar el diálogo, manifestando así el apoyo incondicional de la iglesia católica hacia las víctimas de la violencia.

“Debemos ser aliados; no nos involucramos en asuntos ajenos, esto es parte del evangelio. Estamos construyendo la paz, es una acción pastoral, no política. Quiero dejar en claro que la construcción de la paz se lleva a cabo en cada familia y en estos encuentros, escuchando las lágrimas de todos, porque todos experimentamos llanto, impotencia y tristeza. Pero para eso está el evangelio, que nos brinda esperanza y nos da fuerzas para unirnos y sacar adelante a México”, expresó en su mensaje inicial a las víctimas de la violencia.

Antes de comenzar el ejercicio de acompañamiento, las familias asistieron a una misa presidida por el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Reyes, quien dedicó su homilía a la paz, a las personas desaparecidas y a las víctimas de la violencia.

También hizo un llamado a las familias, empresas y gobiernos para fomentar mejores relaciones humanas, basadas en el respeto y la solidaridad entre las personas.

La hermana Juana Ángeles Zárate, presidenta de la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México, también estuvo presente en el encuentro que duró más de dos horas. Durante el encuentro, se enfatizó que las personas todavía confían más en la iglesia que en los gobiernos, independientemente de su afiliación política. Los gobiernos pasan y los años transcurren sin ofrecer resultados en la resolución de miles de delitos.