Japón, el cansancio de una nación. El interesante análisis del Dr. Salvador García Espinosa

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El Derecho a la Ciudad

JAPÓN, EL CANSANCIO DE UNA NACIÓN

Por Salvador García Espinosa

El título de esta columna es el de un libro de la autoría de Carlos Maya-Ambía, cuya presentación tuve la oportunidad de escuchar, la semana pasada, durante el 6to. Seminario Internacional de México y las Economías en la Región Asia Pacífico.  Japón no solo resulta para muchos una ciudad culturalmente enigmática, sino que su desarrollo en la posguerra despertó la admiración de todo el mundo.

Por cuatro décadas se le denominó el milagro japón y después del 2010 dejó de ser el número dos de la economía mundial, para ser sustituido por China. El libro propone y fundamenta como explicación de lo sucedido, una gigantesca crisis del agotamiento de su clase trabajadora y de la población en general. Sus argumentos resultan por demás interesantes e intentaré sintetizarlos en las siguientes líneas:

El argumento central de agotamiento o cansancio se aplica a la sociedad japonesa actual, la primer advertencia que nos hace el autor es que no se refiere a la práctica japonesa denominada inemuri,y que es muy común entre la sociedad, pues se trata de dormirse en el transporte colectivo, en su lugar de trabajo o estudio, durante reuniones o conferencias, y que consideran que se debe a estar sumamente ocupada, con horarios estrictos y agendas saturadas, con obligaciones laborales o escolares conducentes al agotamiento. Pero que no las consideran una preocupación.

Podemos afirmar que el autor centra su atención en un agotamiento cultural bajo el argumento de que las nuevas generaciones de japoneses y, particularmente, de japonesas, se han cansado de repetir comportamientos que se consideraron indispensables para la prosperidad económica del país.

Una evidencia que nos proporciona el autor corresponde a los hikikomori, término que designa el aislamiento voluntario de la sociedad y la reclusión de la persona adulta o joven, que, en su hogar para quienes viven solos, o en su habitación para quienes forman parte de una familia. A consideración del autor, se trata del cansancio del trato con los demás, hastiada de las aglomeraciones y de la lluvia de estímulos propios de una sociedad a la que sólo se mantienen ligada a través del internet.

Otra evidencia que analizada es el denominado Karoshi y que es muerte por agotamiento laboral, causada por el exceso de horas extras trabajadas. Aunque la ley establece un máximo de horas que pueden trabajarse fuera de la jornada laboral, pero las muertes anuales por trabajar más de 100 horas semanales van en aumento, incluso la dirección de la empresa a menudo ofrece a la familia un obsequio en dinero como muestra de su simpatía, y paga parte de los gastos del funeral, en un intento de encubrir esta práctica prohibida, pero cada vez más común.

Entre las señales más alarmantes está el incremento en suicidios, que en el 2017 alcanzaron un récord, porque 250 niños en edades de educación básica hasta bachillerato, cansados de las exigencias académicas y del acoso escolar o bullying,prefirieron suicidarse.

El cansancio de las japonesas, de soportar la doble jornada laboral y de desempeñar el papel tradicional de madres y esposas, asignado por la machista sociedad japonesa ha derivado en una disminución del número de matrimonios, el incremento de divorcios y, obviamente, en la disminución del número de hijos por hogar. Una de las situaciones que agrava el papel familiar de la mujer, es el hecho de la obligación, por tradición, de asumir el cuidado de los ancianos, cuyo número ha aumentado a la par del envejecimiento de la sociedad japonesa, pues en Japón es la familia, y no las instituciones, quien se encarga de cuidar de los ancianos enfermos.

Pero no todo es cansancio, también es soledad. Aunque imaginar personas ancianas olvidadas por sus hijos y sus nietos (si los tienen) resulta ser inaceptable, de acuerdo con la moral confuciana, base ideológica de los japoneses, hoy en día, los hogares conformados por una sola persona representan la mayor proporción (34.6%). Esta situación deriva en que un gran número de personas mayores de 65 años, no solo viven solas, sino que tienen una muerte solitaria (kodokushi). Inició en la década de los ochenta y va en aumento, aunque los datos oficiales son limitados y de poca credibilidad, se habla de 4 mil muertes solitarias por semana, otros calculan 30 mil de estos decesos al año.

Una parte sumamente importante del libro que hoy reseñamos es la propuesta para responder: ¿Qué podría hacerse para acabar con ese cansancio? Se parte de la diferencia entre Occidente y Oriente, pues si bien nosotros consideramos que para aliviar el cansancio es necesario descansar, esta palabra encierra dos conceptos “des” y “cansar”, es decir, lo contrario de hacer algo. En Oriente la palabra paz es muy antigua, en sánscrito es Shantiy significa más que paz como contrario de la guerra, indica paz interior, tranquilidad espiritual y, por ende, felicidad. Obviamente es un concepto estrechamente relacionado con el budismo, que es uno de los pilares más fuertes de la cultura japonesa. En otras palabras, frente al multitasking de la sociedad japonesa actual se propone la inmersión contemplativa, presente en sus más antiguas tradiciones, como la pintura y la caligrafía, el arreglo floral y la ceremonia del té.

Resulta inevitable, cuando se lee el libro y se observan las estadísticas del cambio social que acontece en Japón, constatar que, algunos aspectos, aunque en mucha menor medida, no son ajenos a nuestra sociedad mexicana actual. Tal es el caso de la reducción de matrimonios, el aumento en divorcios, la reducción en el número de hijos, las familias unipersonales e incluso el incremento en los suicidios. Así que la pregunta: ¿Qué tan cansada esta la sociedad mexicana? Adquiere relevancia si se contextualiza bajo el amplio marco de la explotación propia del capitalismo descrita por Marx y Engels, pero en este caso de Japón, por su moral frente al trabajo, le ha llevado a niveles inconmensurables que van más allá de lo que pudiera considerarse autoexplotación.