Zoraya ter Beek, joven de 28 años, residente de un pueblo ubicado en los Países Bajos tomó la decisión de poner legalmente fin a su vida debido a su lucha constante contra la depresión paralizante, el autismo y el trastorno límite de la personalidad.
Después de que los médicos le informaran a Zoraya que ya no había esperanza de mejoría para ella decidió someterse a la eutanasia, a pesar de tener su novio y compartir hogar con sus dos gatos.
Sin embargo, ter Beek ha enfrentado desafíos inmensos relacionados con su salud mental a lo largo de su vida y expresó que “siempre tuve claro que si no mejora, no puedo seguir con esto”.
Dicho proceso está programado para llevarse a cabo en su propio hogar, en su sofá de la sala de estar, con la presencia de su novio. Después de recibir sedantes para calmar sus nervios, un médico le administrará un medicamento para detener su corazón.
Desafortunadamente, su caso no es único, ya que cada vez más personas en Occidente están optando por esta opción frente a padecimientos mentales que podrían tratarse pero que les resultan insoportables.
Los Países Bajos legalizaron el suicidio asistido en 2001 y se ha visto un aumento constante en el número de personas que eligen esta opción. (ALERTA MUNDIAL)