El ferrocarril llegó para quedarse; análisis del Doctor Salvador García Espinosa

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EL FERROCARRIL LLEGO PARA QUEDARSE

EL DERECHO A LA CIUDAD

Salvador García Espinosa

El 12 de septiembre de 1883 se tiene registrado como el día que inició operaciones en Morelia, el ferrocarril, en su primera etapa sólo comunicaba la ciudad capital con Acámbaro y Celaya por una extensión de 167 kilómetros. Sin lugar a dudas que, era inimaginable llegar a pensar que hoy en día se llegaría a formar parte del enlace ferroviario más importante del país, desde el Puerto Lázaro Cárdenas, hasta Laredo en la frontera con Estados Unidos.

Sin lugar a dudas, que el ferrocarril permitió que Morelia y gran parte de Michoacán, se integrara al proceso de modernización en la época porfirista y hasta mediados del siglo pasado, constituyó un elemento fundamental de enlace comercial y de pasajeros. Poco a poco fue cediendo paso al uso de los automóviles y al transporte de mercancías por carretera, cayendo en desuso, hasta que, en 1996, a partir de su privatización, se reactivó su funcionamiento, pero de forma exclusiva para mercancías, abandonando el traslado de pasajeros como una de sus funciones.

Desde hace aproximadamente 30 años, en cada cambio de administración municipal, la promesa de “sacar el tren de la ciudad” ha formado parte de las plataformas políticas de todos los candidatos a presidente municipal de Morelia, incluyendo al actual. Sin embargo, aunque cada año se le atribuyen al ferrocarril más problemas viales, poco o nada, se ha realizado al respecto.

Cambio de visión.

Hoy, hay que reconocer y celebrar que se instaló el Comité de Seguridad Ferroviaria, como parte de la estrategia de mejorar la convivencia urbano-ferroviaria en México. A través de dicho Comité se espera una labor conjunta de los gobiernos federal, estatal y municipal para consolidar una estrategia integral de convivencia urbano ferroviaria y de seguridad, promovida por la Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario.

En el evento de instalación del Comité, en su intervención Alejandro Álvarez Reyes titular de la Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario señalo que “Un gobierno que invierte en seguridad vial es uno que se preocupa por el bienestar de sus habitantes, pues busca ir un paso adelante en materia de prevención de accidentes”. Sin duda que, para el caso de Morelia, no se cumple lo “de ir un paso adelante”, pues vamos muchos años tarde. Este evento puede, ojalá así sea, resultar trascendental para Morelia, pues implica modificar esa histórica lucha en contra del Tren, por la búsqueda de una sana convivencia entre el Tren y la Ciudad.

Un ejemplo de que se llega tarde, es el hecho que, desde el pasado mes de mayo, el Fideicomiso del Fondo Nacional de Seguridad para Cruces Viales Ferroviarios está en riesgo de desaparecer, ante la iniciativa presentada ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, para reformar diversas leyes, a fin de dotar al ejecutivo de 91 mil millones de pesos que, hasta ahora, están ahora en 44 fideicomisos.

La estrategia de convivencia.

Sin embargo, sorprende que la primera estrategia a realizar corresponda a la construcción del paso a desnivel en el cruce del ferrocarril con la Avenida Siervo de la Nación, pues sin lugar a dudas, que el número de vehículo que transitan por esta avenida, es infinitamente menor en comparación con los que, cada hora, circulan por el libramiento sur-oriente y que cruzan las vías del tren, por el rumbo de la Fiscalía General. En otras palabras, la prioridad debe ser un puente a desnivel sobre el libramiento, si en verdad se desea garantizar una mejor circulación en la ciudad.

Aún y cuando, se pueda considerar que el cruce en Avenida Siervo de la Nación es más cercano a los patios de maniobra del ferrocarril y por lo tanto más susceptible a bloqueos, la relevancia para la movilidad urbana de la ciudad, indudablemente esta en eliminar las inconveniencias del cruce del ferrocarril con el Libramiento sur-oriente. A menos que, las posibles afectaciones a propietarios del entorno inmediato a este crucero, hayan sido el factor político que se privilegio sobre el técnico, para no edificar ahí el puente a desnivel, lo que representaría un mal comienzo.

Además, un posible argumento de la cercanía con los patios de maniobra, en el caso del cruce con Avenida Siervo de la Nación, se desvanece en virtud de que, en esa misma reunión señalada, se anunció como una segunda acción, el financiamiento del proyecto para la reubicación del patio de maniobras.

Urge visión integral.

Las soluciones que se realicen en Morelia, no deben ignorar que, los 20 kilómetros de vías férreas que atraviesan Morelia, forman parte de un ramal que tienen su origen en el Puerto Lázaro Cárdenas y que a través de poco más de 400 kilómetros atraviesa Michoacán, para continúa hasta la frontera en Laredo, donde se integra a otro ramal en los Estados Unidos, para hacer posible que los contenedores lleguen a Chicago desde las costas michoacanas. Este recorrido de 3,900 kilómetros, es lo que convierte al Puerto Lázaro Cárdenas en la principal puerta de entrada comercial entre México y los países de Asia-Pacífico. 

Una evidencia de la relevancia comercial de la estructura ferroviaria señalada, es el hecho de que, apenas hace unos meses se firmó el T-MEC y la ferroviaria Kansas City Southern ya anunció que ya obtuvo la aprobación del Gobierno de Estados Unidos para la construcción de un puente internacional en la frontera de Laredo-Tamaulipas, el cual responderá la nueva demanda de carga prevista.

La gran oportunidad.

En este contexto, el gran reto para Morelia, sí se toma plena conciencia de que se ubica sobre uno de los principales corredores comerciales del Planeta, consiste no sólo en construir pasos a desnivel que impidan conflictos vehiculares. Sino en generar las condiciones que le permitan aprovechar el potencial comercial del ferrocarril, como una ventaja competitiva para impulsar su desarrollo. Lo peor que, hoy puede pasarle a Morelia, es que se reubiquen las vías del tren y se deje perder la oportunidad que, por años no se ha sabido aprovechar por la falta de planeación y de visión.