PUNTO DE ENCUENTRO
EL DUELO
Por: Julio Ibarrola Jr.- La palabra en sí tiene un doble significado, es una homonimia. Por un lado significa una batalla entre dos partes (externas entre sí) y por otro, luto (dolor). No voy ahondar en cuanto a la etimología de ello se refiere sino en el sentido a lo que es popular hoy en día y manejado por la psicología: Duelo en cuanto al combate interno que la persona enfrenta ante un hecho que le causa un dolor emocional o sentimental muy grande o miedo y ansiedad en extremo a lo que vaya a pasar por ello, donde una parte de ella la acepta y la otra que la rechaza.
El ejemplo más común es la pérdida o ausencia –no necesariamente muerte- de un ser o algo muy querido. Y que se manifiesta de distintas maneras en las personas: depresión, tristeza, miedo, ansiedad, culpa etc. todo un coctel de sentimientos, algunos de ellos encontrados que conducen a la necesidad de adaptación a una nueva situación.
Alguna vez por ahí leí: toda herida, requiere tiempo para su cicatrización. Efectivamente que es así y que se pasan por momentos o etapas en ése proceso que se resumen en: 1-La negación: rechazo a lo sucedido, 2-El enojo: sentimientos de rabia, búsqueda de culpables, frustración, etc., 3-La negociación: se piensa demasiado buscando revertir lo sucedido, “el hubiera” si…, 4-La depresión: esa sensación de un profundo vacío y tristeza y 5-La aceptación: que se explica por sí sola.
No necesariamente todas las personas pasan por esas etapas y en ése orden porque su manifestación varía en cada persona. Pero queda claro que el duelo requiere cerrarse, terminarlo porque la vida continúa ahora con una nueva experiencia.
Es necesario y razonable que se pase un cierto tiempo para ello. No es nada sano bloquear o impedir su cierre en nuestras vidas o estancarnos en ello.
Recordemos que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional. En el entendido de que el primero es natural y consecuencia de una reacción emocional y física hiriente; pero, el segundo que es opcional es cuando nos apegamos a ese dolor o no sabemos cómo manejarlo y seguimos cargando con el y que llega a convertirse en sufrimiento.
Lo anterior conlleva a no vivir con felicidad, a no vivir con madurez e impide nuestro crecimiento y desarrollo en todos los ámbitos: laboral, familiar, económico, amoroso y de amistad principalmente.
Y de ahí llega a mermar nuestra salud tanto física como mental. El desgaste mental y afectivo es muchas veces peor que el desgaste físico por ser algo intangible y que está en la psique de nuestro ser.
Por su misma complejidad, su atención y tratamiento es muy diverso y el tiempo para sanar –por ende- no es el mismo en las personas, así como para unas les es más difícil que para otras enfrentarlo.
Es por eso que primeramente hay que conocer algo sobre el tema por si acaso, y aquí nuestro punto de encuentro: tomar una mayor conciencia de ello nos ayudará más.
Nos ayudará mucho explotar nuestra memoria selectiva acordándonos más de las cosas bonitas y agradables vividas porque nos serán de mayor provecho y nos son más saludables.
Para muchos no es ni fácil ni rápido salir de ello. Mas sin embargo no hay que dejar de luchar en ello (de esforzarse). Recordemos que los golpes de la vida a pesar de que son duros, nos acrisolan y crecen como persona.
Y si fuera el caso, no hay que dudar o tener miedo a buscar la ayuda profesional y espiritual correspondiente.
“No todas las tormentas o tribulaciones llegan a nuestra vida a perturbarla sino algunas a limpiar nuestro camino, a purificarnos” si sabemos llevarlas con rectitud de intención y habiéndoselas ofrecido a Dios.
Contáctame: julioibarrola@hotmail.com