Salvador García Espinosa
¿UN MERCADO EN PÁTZCUARO?
A simple vista, la pregunta puede parecer innecesaria y su respuesta obvia… “Sí”. Sin embargo, dicha obviedad es producto de la vorágine con la que se vive en la actualidad, donde prevalecen el pragmatismo, la demanda de respuestas rápidas e inmediatas, pero que en ocasiones no permiten una previsión o evaluación a mediano y largo plazo.
En 1950 surge un modelo de planeación desarrollado por Herman Kahn, quien plantea las ventajas de realizar estudios relacionados con la visualización del futuro, sea de personas, sociedades, empresas, regiones o naciones; se busca identificar y explorar eventos posibles, probables y/o preferibles. A esto lo llamó construcción de “escenarios”, entendidos como un proceso complejo de planeación, imaginación, proyección, análisis y conocimiento.
Un escenario es por lo tanto una descripción de las circunstancias, condiciones o acontecimientos que pueden representar la situación del entorno en un momento futuro del tiempo. Definido así, un escenario no es una previsión del futuro, sino un análisis cualitativo de cómo puede ser dicho futuro. La importancia de la elaboración de posibles escenarios radica en que obliga a pensar sobre las variables relevantes que definen la evolución del entorno, cómo se interrelacionan entre ellas y cuáles pueden ser, por tanto, las consecuencias de las decisiones estratégicas actuales.
Bajo el contexto anterior, convendría replantear la pregunta inicial e imaginar diferentes escenarios futuros, a propósito del caso del mercado de la ciudad de Pátzcuaro, ubicado al poniente de la plaza Gertrudis Bocanegra:
Sin lugar a dudas, un primer escenario lo constituye la construcción de un nuevo mercado y así evitar presiones y protestas por parte de locatarios, con las implicaciones políticas inherentes. Además, se ve la ventaja de aprovechar y así ampliar la capacidad existente. Se habla de un proyecto que permitiría pasar de 5 mil 400 metros cuadrados a 16 mil metros cuadrados, distribuidos en dos plantas y una terraza.
La edificación descrita que va más allá de la idea de mercado, con dos plantas para la venta de carne, pollo, pescado, frutas y verduras, así como otros artículos de ropa, calzado, artesanías; y una terraza donde se ubique una plaza de comida con vista a la plaza Gertrudis Bocanegra, una ludoteca, consultorio médico, estacionamiento público y zonas de descanso para los asistentes, además de un sótano que servirá de estacionamiento y zona de carga y descarga. Seguramente obedece a un concepto nuevo de mercado, que se aleja del origen del tianguis tradicional y se acerca más a la idea de plaza comercial que conocemos, cuya diferencia sería obviamente la naturaleza de los productos a ofrecer.
Habría que considerar que el aumento del área comercial incrementaría significativamente el número de usuarios. ¿Hasta qué punto este proyecto vendría en contrasentido con los múltiples esfuerzos realizados desde hace varias administraciones, en Pátzcuaro, por aminorar la problemática vial en esta zona del centro?
No se debe olvidar que Pátzcuaro debe, en gran medida, su relevancia a que, durante el siglo XVI se convirtió en el centro económico y religioso más relevante de la región, precisamente en virtud de que fue ahí donde se estableció un tianguis donde se intercambiaban y comercializaban diversos productos. Los registros indican que acudían personas de localidades como Tzintzuntzan, Erongarícuaro, Quiroga, Salvador Escalante, Tingambato, Nahuatzen, Uruapan, Ziracuaretiro, Cuanajo, Jarácuaro, Santa María Huiramangaro, Ajuno, San Francisco Pichátaro, Urandén, entre otras.
Pensar en la diversidad de productos, sin lugar a dudas, resulta atractivo para habitantes, visitantes y turistas. Cuestionarse cómo consolidar y aprovechar esta tradición resulta por demás interesante y todo un reto, sobre todo si se considera a los habitantes de Pátzcuaro que acuden de forma cotidiana. ¿Cuál sería el mejor lugar para ubicar este mercado? Nadie estaría en desacuerdo con el beneficio que traería una inversión tan significativa y que, sin dudas, habrá un impulso a la economía. El reto está en lograr este beneficio sin afectar la dinámica turística alcanzada por Pátzcuaro o disminuir la calidad de vida que ofrece.
Imaginemos un escenario en el que se recupera el espacio para construir una plaza aún más grande que la existente, cuando fue ocupada por comerciantes y donde se construyó en 1970 el mercado hace poco derruido. ¿Se lograría un nuevo atractivo turístico en la ciudad? Las propiedades colindantes se revalorarían y, sin lugar a dudas, mejorarían sus edificaciones y usos de suelo.
Recordemos el caso de lo acontecido en Morelia a finales de 1965, cuando se logró convencer a los comerciantes que ocupaban el Mercado de San Francisco, de que se trasladaran al actual Mercado Independencia. En ese entonces, la intervención del Arq. Manuel González Galván fue determinante para convencer a las autoridades en demoler el mercado de San Francisco, a fin de construir la actual Plaza Valladolid. Hoy no hay duda de que fue la mejor decisión.
Sin duda, que el tema despierta más interrogantes que respuestas, y eso denota la necesidad de visualizar todos los escenarios posibles, por absurdos u obvios que parezcan, y evaluarlos. La sincronía alcanzada entre el Gobierno del Estado y el Gobierno Municipal amerita controlar la presión social; se tiene la oportunidad de un parteaguas para Pátzcuaro. La unión de esfuerzos podría constituir un antes y un después en la vida de esta ciudad, mejorar por completo el rostro de esta hermosa localidad. Recordemos que esta unión entre niveles de gobierno fue lo que hizo posible que Morelia se lograra la reubicación de ambulantes y detonar los actuales beneficios para todos evidentes.
Una ciudad de casi 500 años bien merece el tiempo para pensar y evaluar las mejores opciones, que le permitan seguir siendo no sólo uno de los destinos turísticos más exitosos de México, sino una mejor ciudad para las generaciones actuales y futuras. En ocasiones la celeridad y capacidad de respuestas inmediatas que se le exigen al gobierno no propicia las mejores decisiones.