Educación con inclusión, asignatura pendiente. El análisis del Dr. Salvador García Espinosa

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El Derecho a la Ciudad

EDUCACIÓN CON INCLUSIÓN, ASIGNATURA PENDIENTE

Salvador García Espinosa

La ciudad es el reflejo de la sociedad en el espacio, y pretender una mejor ciudad para vivir implica necesariamente abordar, comprender e incidir en los componentes que pueden detonar una mejor ciudad para vivir. De entre estos componentes, la Educación adquiere relevancia, pues condiciona, en gran medida, no sólo el desarrollo individual de sus habitantes, sino el desarrollo social y económico de una región, un estado o un país.

Durante el año 2021, el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (UNESCO IESALC) realizó una consulta pública, con el objetivo de conocer los futuros de la educación superior, comprender las esperanzas y preocupaciones de la gente e identificar las ideas que tienen sobre los futuros de la educación superior.  El estudio tuvo una cobertura mundial, así que las consideraciones adquieren relevancia significativa para pensar nuestra realidad local.

Se identificaron cuatro temas relevantes con respecto al futuro de la educación superior: 1)  Educación superior para todos, donde las cuestiones relacionadas con el acceso y la inclusión destacan por su mención; 2) La idea de que el futuro de la educación superior puede estar centrado en los estudiantes; 3) El tema de la organización del conocimiento y, por último, 4) Todo lo relacionado con la forma en que la educación superior podría ser más receptiva y estar más conectada a múltiples niveles con la sociedad, las comunidades y el planeta.

La inclusión

Ante la brevedad del espacio, quiero referirme sólo al tema de Educación superior para todos, de manera particular porque la inclusión sigue siendo una asignatura pendiente en nuestras instituciones de educación superior. En contraste con el incremento en la población que demanda dicha inclusión. Según la Organización Mundial de la Salud, al 2020, más de 1,000 millones de personas viven en todo el mundo con algún tipo de discapacidad, representan el 15 % de la población mundial; de ellas, casi 190 millones tienen dificultades en su funcionamiento y, con frecuencia, requieren servicios de asistencia. En México, de acuerdo con el INEGI, hay poco más de 6 millones de personas con algún tipo de discapacidad, lo que representa 4.9 % de la población total del país. En Michoacán, la población con algún tipo de discapacidad supera el promedio nacional, pues representa el 14.4 %, es decir, 826, 874 personas, de las cuales el 50% presenta problemas de movilidad al caminar, 41%, discapacidad visual, aun usando lentes, 22%, problemas auditivos, 18% requiere asistencia para realizar actividades básicas como asearse, vestirse o alimentarse; 19%, recordar o concentrarse y, 14%, para hablar o comunicarse.

De acuerdo con los resultados del estudio de IESALC, puede afirmarse que existe un gran consenso sobre el hecho de que, ser más inclusivos y abiertos a todos, son las formas más importantes en que la educación superior en 2050 podría contribuir a mejores futuros. Los encuestados señalaron que la tecnología puede facilitar los esfuerzos tan necesarios para ampliar el acceso a la educación superior.

Destaca el hecho de considerar que una educación para todos sólo será posible con el uso de los nuevos avances científicos y tecnológicos, que automatizan la traducción de libros y materiales didácticos, a los laboratorios mejor equipados, y a la mejora de la interconectividad mundial. En este sentido, nuestras instituciones educativas deberían de buscar su adaptación y/o modernización, para hacer accesible la educación a un mayor número de personas.

Sin embargo, la tecnología es solo un instrumento, y no puede actuar ni resolver el problema de la inclusión por sí sola. Un mayor acceso a la educación superior estará condicionado por los cambios en los planes de estudio, las políticas y, claro está, todo tipo de innovaciones.

No todo es inclusión

Los encuestados participantes en el estudio mundial confirman la idea de que un mejor acceso a la enseñanza superior y una mayor equidad, en el futuro, van de la mano de la mejora de la calidad, pero que la educación superior, de cara a los retos del 2050 no solo debe centrarse en poner las oportunidades de aprendizaje a disposición de más estudiantes, sino también en insistir en la necesidad de proporcionar experiencias educativas de alto nivel, y servicios de apoyo para preparar a los estudiantes para las realidades futuras.

Estamos frente a un enfoque distinto de lo que hemos denominado “calidad educativa”, basada en indicadores académicos que no garantizan un impacto real en la sociedad, ni siquiera en los estudiantes. Destaca observar en el estudio que, las sugerencias se centraron en las formas en que la educación superior puede cultivar una ciudadanía responsable y sostenible. Se asigna a la educación superior un papel preponderante para fomentar los intercambios, y considerar que la enseñanza también debe centrarse en el desarrollo de habilidades para la vida (no solo profesionales), y habilidades para una ciudadanía responsable (incluyendo la lucha contra el cambio climático).

El mensaje de los encuestados fue claro: la educación superior desempeña un papel crucial en el empoderamiento individual, el desarrollo de la comunidad, el progreso de la sociedad y la cohesión global. A medida que un mayor número de personas logre una educación superior, el mayor nivel de educación en las sociedades hará más asequible el desarrollo sostenible.

Responsabilidad de todos

Un tema ineludible, cuando se aborda el asunto educativo es, sin duda, lo relativo a su financiamiento; de forma particular en la educación superior, que constituye una preocupación mundial, debido a que se considera a la Educación como una pieza clave para el desarrollo. En este marco, se requiere de alianzas que ayuden a disminuir las desigualdades generadas por el modelo de desarrollo actual; ha quedado claro que las instituciones de educación superior de índole privado tienen un impacto cada vez más limitado, en virtud de las condiciones económicas prevalecientes de la población. El financiamiento de la Educación debe ser una responsabilidad de todos, no exclusiva del Gobierno.

Considero que un primer paso, ahora que hemos incursionado de golpe en las modalidades de educación en línea o a distancia, sería impulsar el uso de tecnología para lograr una mayor inclusión educativa.