Crisis civilizatoria y el huracán Otis

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La opinión de Salvador García Espinosa

Los seres humanos pasamos por una profunda crisis, la magnitud es tal que pone en riesgo el patrón civilizatorio moderno como lo conocemos, en otras palabras, nuestro modo de vida y de los más de 8 mil millones de personas; todos en conjunto estamos destruyendo las condiciones ambientales que hacen posible la producción y reproducción de la vida humana en el planeta Tierra.

Acabamos de observar cómo en menos de 12 horas, el Huracán Otis pasó de tormenta tropical a categoría 5, la máxima en la escala Saffir Simpson. Se pasó de vientos con velocidad de 64 a 270 kilómetros por hora. Más allá de la cuestionable capacidad de alerta y ayuda, la realidad es aterradora, pues los modelos de pronósticos meteorológicos internacionales no preveían que el huracán evolucionaría como lo hizo.

Pero no hay que confundirnos, no se trata tan sólo de un huracán como los que año con año acontecen en esta temporada. Se trata de una manifestación del denominado Cambio Climático, que muchos consideran que sólo es un asunto de las alteraciones en los patrones climáticos conocidos hasta hoy. En realidad, se trata de una crisis multidimensional, pues la posibilidad de un crecimiento infinito en un planeta limitado está socavando aceleradamente las condiciones que posibilitan nuestra vida.

El consumo es por demás desigual, y aunque hay millones de personas que no tienen acceso a lo mínimo en materia de alimentación, disponibilidad de agua potable, vivienda, servicios de salud, entre otros muchos aspectos, ya se ha sobrepasado la capacidad de carga de la Tierra. Nuestro avance en ciencia y tecnología posibilitó el dominio y manipulación de la naturaleza, superando límites inimaginables, pero hoy enfrentamos los llamados límites planetarios.

El Centro de Resiliencia de la Universidad de Estocolmo ha elaborado un modelo de nueve variables, que se han denominado límites planetarios, y que se considera indispensable no superar, para garantizar la salud del ecosistema terrestre. Las variables son: 1) Cambio climático, 2) Cambio en la integridad de la biosfera, 3) Destrucción de la capa ozono-estratosférica, 4) Acidificación de los océanos, 5) Flujos bioquímicos en la atmósfera, 6) Cambios en el sistema de uso de las tierras, 7) Uso de agua dulce, 8) Carga de aerosoles atmosféricos y 9) Introducción de entidades nuevas (contaminantes orgánicos, nanomateriales y microplásticos).

Los registros indicaron que en 2009 se habían superado tres límites: lo concerniente a la integridad de la biosfera por la pérdida de biodiversidad, el referente a los flujos bioquímicos en la atmósfera por el ciclo del nitrógeno y el del cambio climático. A pesar de los esfuerzos realizados en 2022, los límites superados suman seis. Para cada límite se evalúa en una escala de cuatro categorías: 1) Límites que no han sido hasta el momento cuantificados, 2) Debajo de los límites (seguro), 3) Una zona de incertidumbre (riesgo en incremento) y 4) Más allá de la zona de incertidumbre (alto riesgo).

Durante el denominado Antropoceno, los cambios en el clima se presentan a mayor velocidad, como la acidificación de los océanos, el derretimiento de los glaciares, la pérdida de biomasa, etc. En el pasado, esos acontecimientos requerían de miles e incluso millones de años; mientras que actualmente en tan sólo pocas décadas se han transformado, alterando las condiciones ambientales que garantizan la reproducción de la vida humana.

El Grupo Intergubernamental de Cambio Climático que concentra el trabajo de centenares de especialistas en una amplia gama de disciplinas relacionadas con el clima, de todas partes del mundo emite un informe anual de los resultados del monitoreo de los indicadores ambientales, y en su informe del 2020 señala que habrá una mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos: huracanes, inundaciones, sequías, olas de calor, incendios forestales.

En el caso del cambio climático se ha calificado como “zona de incertidumbre”, por el riesgo tan alto que representa. Investigadores de la UNAM señalaron que el huracán Otis es el ciclón “más intenso y devastador” que ha impactado el territorio nacional en los pasados 30 años y un fenómeno poco usual por la rapidez con que se intensificó.

Los reportes meteorológicos indican que Otis se convirtió en huracáncategoría 1el 23 de octubre a las 12:00 horas, y a partir de las 13:00 horas del 24 de octubre ganó fuerza y se elevó a categoría 2; para las 21:00 horas el ciclón llegó a ser categoría 5. Hubo ocho horas de diferencia entre el segundo y quinto nivel. Según el pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) Otis iba a llegar a tierra entre las 4 y 6 de la mañana del miércoles. Sin embargo, esta previsión no se cumplió y el ciclón tocó tierra a las 12:20 horas.

Los expertos señalan que el evento no pudo ser previsto por ninguna autoridad meteorológica. Tal vez esta fue la razón por de los Estados Unidos envío aviones caza a sobrevolar la bahía de Acapulco el día 24 a las 13:00 horas, posteriormente a las 15:00 horas. De esta última inspección se emitió la alerta a las 19:00 horas, especificando que sería catastrófico.    

Más allá de la poca capacidad de respuesta. Lo relevante aquí es comprender que Otis es un fenómeno inédito, el huracán más potente que ha azotado la costa del Pacífico mexicano en tres décadas. Pero todo parece indicar que cada vez serán más frecuentes e intensos fenómenos meteorológicos similares. Cuando se habla del “punto de no retorno” se refiere a que nada volverá a ser igual al pasado, así que, los pronósticos basados en el historial de acontecimientos hasta ahora conocidos resultarán insuficientes para poder prever los próximos eventos; y esto es sólo un aspecto de la agudización de la crisis civilizatoria en que vivimos ¿Qué esperamos que pase para cambiar nuestro estilo de consumo?