EL DERECHO A LA CIUDAD
CIUDAD CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
2da y última parte
Salvador García Espinosa
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce que la relevancia de la igualdad de género como un aspecto inherente al desarrollo sostenible urbano. En los Objetivos del Desarrollo Sostenible, (ODS) particularmente el número 11, denominado “Ciudades y Comunidades Sostenibles” señala en su visión señala que se insta a lograr ciudades y asentamientos urbanos que sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
Muchas de las ciudades en que habitamos, aún tienen un tamaño poblacional mediano y su problemática al respecto de la violencia de género no llega a índices tan altos como acontece en las grandes metrópolis. Por estas razones resulta impostergable que los instrumentos de planeación y las acciones gubernamentales incorporen la perspectiva de género, como un mecanismo para considerar todos los grupos sociales.
El equipamiento.
Los equipamientos son tradicionalmente considerados como aquellos usos públicos, como lo son establecimientos de salud, educación, administración, etc. Pero ahora se demanda una nueva conceptualización, pues, las mujeres estadísticamente usan en mayor medida las instalaciones educativas y de salud, que los hombres, cuya presencia se concentra en equipamientos deportivos y de ocio. Las mujeres acuden más a instalaciones educativas y de salud, porque en la mayoría de las veces acompañan a un familiar y no necesariamente porque ellas requieran el servicio.
El caso de los comercios debería, desde la perspectiva de género, considerarse un equipamiento básico, pues su proximidad permite el desarrollo de la cadena de actividades mencionada anteriormente, que hace posible su recorrido diario de múltiples actividades. Tal es el caso de los establecimientos comerciales como la tienda, carnicería, tintorería, lavandería, entre otros más y no tanto, el centro comercial, cuyo funcionamiento esta más en función del ocio y diversión durante el fin de semana, pero al que de forma cotidiana no se acude.
Espacio público.
El espacio público de la calle, desde la perspectiva de la mayoría de los hombres suele ser planificada como un espacio de circulación vehicular y peatonal. En el caso de las mujeres, niñas y niños, el espacio público de la calle, no es sólo un espacio de comunicación, sino de encuentro, de socializar. Si se comprende esta naturaleza, se verá que, resulta imprescindible entender al espacio público como una red, que permita generar un espacio público continuo, útil y confortable. Además, se debe entender a la red del espacio público con interrelación con otras redes como las viviendas, el comercio, el transporte público. En todo esto, el carácter climático de los espacios, la presencia del sol, del viento y de la vegetación, resultan fundamentales para proporcionar confort.
En la ciudad de Quito en Ecuador, el 91% de las mujeres aseguraba haber sido víctima de acoso sexual en el espacio público, incluyendo el transporte. A partir del año 2014 se instrumento un ambicioso programa en contra del acoso contra mujeres, que incluyo desde el rediseño de los paraderos de autobuses, para que estos fueran transparentes e hicieran visibles desde cualquier perspectiva a las mujeres que esperaban el transporte, un sistema de alerta a través de mensaje celular, para denunciar acoso en unidades de transporte, de forma tal que los demás usuarios que eran testigos no entraran en conflicto, pero participaban en la denuncia.
Dicho mensaje, además de alertar a las autoridades, activa una alarma auditiva que advertía a todos los pasajeros que en esa unidad se había detecto conductas de acoso. El objetivo del audio, era generar una “sanción social”, que resultó más efectiva que la esperada sanción jurídica que se establecía en la normatividad. El cambio fue significativo, porque se había normalizado entre a población la tolerancia de acciones de acoso en transporte público. Estas y otras acciones han logrado hacer de Quito una ciudad más segura e incluyente para las mujeres en primera instancia, pero a la vez, también para el resto de la población.
El reto.
Hasta ahora, la participación social se usa para legitimar decisiones a través de la figura de “consulta pública”, de aquí que, tal vez el principal reto para las autoridades sea considerar la participación social para comprender lo que ocurre en un espacio, para revalorar el conocimiento que sobre la ciudad acumula una comunidad y de forma concretamente, la experiencia de las mujeres en su vida cotidiana, como un proceso interdisciplinar y transversal, que es necesario que esté presente y sea vinculante desde el inicio y a lo largo de todo el proceso.
La elaboración de planes y programas de planeación urbana se ha desarrollado hasta ahora bajo la tradicional visión que divide la problemática del territorio según escalas (región, municipio, ciudad, colonia, etc.) segregando problemas y necesidades que tendrían que plantearse en conjunto. Nunca se incorpora la visión de los habitantes en términos de su actividad cotidiana, de manera particular interesaría lo correspondiente a las mujeres, asumiendo que son en quienes recae de forma mayoritaria la responsabilidad de vincular las distintas esferas urbanas en el transcurso del día.
A manera de ejemplo, ha quedado por demás evidente que, existe una diferencia radical entre lo que se considera un lugar inseguro debido a la incidencia de delitos reportados y considerar un espacio seguro donde no se experimenta miedo, donde se esta tranquilo. Desde la perspectiva de género deberían prohibirse esas construcciones cuya fachada es solo una barda, que propicia calles de alta inseguridad para todo tipo de peatones, más aún para mujeres y niños.
En la actualidad, hemos provocado como sociedad, que las mujeres consideren que es son responsables de su seguridad. Si Usted lo duda, imagine que una mujer, de cualquier edad, le comenta que llegará tarde a casa, inmediatamente le proporcionaría una serie de consejos referentes a la mejor ruta a seguir, por donde caminar, que sitios evitar, que se mantenga alerta de la gente que encuentre en su camino, que lleva su teléfono celular a la mano, que oculte sus pertenencias e infinidad de recomendaciones, que procure hacerse acompañar de una amistad y muchas más que, son clara evidencia de que, el camino a recorrer no es igual para hombre que para mujeres o niños. Nuestro objetivo como sociedad debe ser que las mujeres no consideren que son las únicas responsables de su propia seguridad personal, la seguridad en la ciudad debe llegar a ser la expresión de una sociedad de respeto mutuo.
Aplicar al urbanismo la perspectiva de género significa poner en igualdad de condiciones las exigencias derivadas del mundo productivo y las derivadas del mundo reproductivo, es decir, las necesidades cotidianas de atención a las personas (hombres y mujeres de todas a las edades). Los dos mundos tienen que situarse en el mismo nivel de importancia en las decisiones para evitar ampliar o mantener las diferencias.