“Calles para mejorar la circulación vehicular”, hoy en El Derecho a la Ciudad

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EL DERECHO A LA CIUDAD

Calles para mejorar la circulación vehicular

Salvador García Espinosa

El día 6 de enero de 1895, se tiene registrado como la primera vez que un automóvil circuló por las calles de la Ciudad de México, claro esta que, que ni siquiera existían las condiciones viales adecuadas para permitir la circulación de un auto, pues hasta ese momento lo que circulaban eran carruajes. Aún así, su propietario el señor Fernando de Teresa orgulloso de su automóvil al realizar una vuelta de prueba por las calles, alcanzó la velocidad de 16 kilómetro por hora, rompiendo el límite de velocidad que sería impuesto, años más tarde, en el primer Reglamento de Tránsito y que fue de 10 km/h.Sin embargo, nadie imaginó que el número de automóviles se incrementaría tanto que hoy en día, existen poco más de4.5 millones de coches en la Ciudad de México y 38 millones de vehículos automotores en México.

Más allá del número, su impacto en la transformación de las ciudades hoy resulta incuestionable. Hemos diseñado, planeado y expandido las urbes mexicanas, pensando en el automóvil más que en los habitantes. Prueba de esto, es que la bicicleta, que como medio de transporte que estuvo presente antes de los autos, para 1940 ya se escuchaban las primeras referencias que afirmaba que los mejores tiempos de la bicicleta como transporte interurbano habían pasado y había que ceder el paso al vehículo motorizado.

A pesar de los avances tecnológicos en la materia, hoy se considera que, para viajes cortos urbanos del orden de 5 a 8 kilómetros, el automóvil resulta absolutamente ineficaz, tanto por el peso que representa un carro, como por el combustible que consume y la contaminación que produce. Además, desde una perspectiva de la movilidad urbana, el automóvil, es el más ineficiente, pues su ocupación es muy baja, del orden en promedio de 1.5 pasajeros por vehículo y ocupa entre 10 y 20 veces más superficie que una persona caminando, en bici o en transporte público. Su impacto se calcula que genera entre 10 y 20 veces más congestión y lentitud, pues para circular de forma fluida, el automóvil necesita poco más de cien metros cuadrados de vialidad.

Durante casi un siglo, todas las ciudades en México se han planearon, desarrollaron y se expandieron bajo la gran influencia del esquema norteamericano, que privilegió el automóvil como principal medio de movilidad. Prueba de esto, es el hecho de que los gobiernos han priorizados los recursos de obra pública para la construcción de vialidades, cada vez más anchas, para dar cabida a una cantidad mayor de autos. Sin embargo, siempre resultan insuficientes los recursos, entre otros aspectos, porque no se considera que la efectividad de una vialidad depende de su continuidad y no del ancho de su sección o número de carriles.

Hay que aceptar y racionalizar que la crisis energética por la que atraviesa el mundo, en donde los combustibles fósiles resultan insostenibles, los impactos ambientales que genera la combustión de miles de millones de automóviles en el planeta; pero, sobre todo, los tiempos destinado al traslado interurbano que millones de personas tienen que invertir de forma cotidiana. Estos y otros factores más, impulsa desde hace poco más de una década, un nuevo esquema de ciudad, más compacta, ambientalmente sustentable y peatonalmente transitable.

A diferencia de lo que muchos piensan, NO supone la erradicación del automóvil, pero se hace necesario disminuir su uso, hasta propiciar una utilización racional, en donde la lógica no se base en la capacidad económica de las personas, sobre si pueden o no, adquirir un automóvil y destinar recursos a su, cada vez más caro, combustible. Se trata de un cambio profundo de pensamiento basado en el elemental concepto de restitución de la prioridad y protagonismo al ciudadano, a la persona, por encima del coche. Bajo esta nueva visión es que se reconoce y aplaude la modificación vial que ha realizado la autoridad municipal en la calle Bartolomé de la Casas, entre la calle Vasco de Quiroga y Calle Vicente Santa María.

La modificación consistió en eliminar un área bastante amplia de estacionamiento, que reducía la sección vial de la calle a sólo dos carriles en sentido poniente a oriente; con la eliminación del estacionamiento se ampliaron dos carriles más en sentido oriente poniente, lo que sin duda viene a mejorar la circulación en el entorno a la plaza Valladolid.

El estacionamiento en la vía pública es muy caro, si se considera la inversión realizada en obras de pavimentación y que al final del día reducen la capacidad vial de una calle a un 50% de su eficiencia. EL caso mencionado es un ejemplo afortunado de como lograr que las inversiones en vialidad sean eficientes.

Bajo este principio de eficiencia, se debe complementar la acción realizada, propiciando espacios de estacionamiento a bajo costo, que erradique esa práctica de pretender estacionarse en la vía pública. De aquí que, se considere oportuno que las propias autoridades prestaran el servicio de estacionamiento gratuito o a muy bajo costo en la parte posterior al templo de San Francisco, tal vez, bajo ciertas condiciones de rotación, para garantizar un servicio a los compradores de los locales comerciales de las inmediaciones, como una medida compensatoria que evite posibles impactos negativos por la eliminación de lugares de estacionamiento en la vía pública.

En Morelia, un buen comienzo para aumentar la capacidad de circulación vial existente, sin destinar mayores inversiones, es disminuyendo el estacionamiento en la vía pública, claro esta que, para esto, es necesario disminuir y regular las tarifas de los establecimientos de estacionamiento publico, así como lograr una mayor eficiencia en el transporte público. Solo así, se podrá comenzar a generar espacios seguros para los transeúntes.