Suelta el saco… “Punto de Encuentro” #Columna

906

PUNTO DE ENCUENTRO

SUELTA EL SACO//Por: Julio Ibarrola Jr.

Cuántas veces –si no es que siempre de alguna forma- andamos cargando o arrastrando con cosas innecesarias, inútiles, demás o hasta ajenas por la vida. Lo que hace que no podamos disfrutarla de una mejor manera.

Como que nos gusta complicárnosla aunque conscientemente no lo deseemos. Muchas veces es consecuencia lógica de nuestra forma de ser, mas no significa que ello sea lo correcto o lo más adecuado.

Tenemos que saber soltar, ¡sí! soltar todo aquello que no nos deje avanzar en aras de ir siendo cada vez más virtuosos y que nos conduzca a una vida más plena y amorosa. Esto es como en la práctica de cualquier deporte, en la medida en que uno se ejercite en esa misma medida se va siendo mejor en esa disciplina y va uno agarrando más condición. De tal manera que conforme se avanza, se va haciendo con mayor facilidad lo que antes era un pesar.

Es decir, esto mismo sucede con la práctica o ejercicio de las virtudes. Hablar del tema de las virtudes no es fácil pues es un tema complejo y profundo aunque aparente ser algo sencillo. Pues hay toda una clasificación de éstas: teologales, cardinales, sociales, morales, naturales o adquiridas, etc.

Me referiré a su significado de diccionario: la virtud es una serie repetitiva de actos buenos que generan cualidades en la medida que se llevan a cabo. Convirtiéndose en hábitos en la persona, la dispone a hacer cosas buenas.

El antónimo (lo opuesto) a la virtud es justamente el vicio: hábito de hacer el mal en menor o menor grado.

Pero si no soltamos el saco, no sólo nuestro cuerpo lo reciente y se cansa sino que nuestra mente nos hará sentirnos frustrados, fracasados de tal forma que nos va abriendo las puertas al círculo vicioso del desaliento y la depresión.

Y como el ser humano es un ser con cuerpo y alma, pues hasta ésta última se verá perjudicada. Algunos síntomas que te ayudarán a identificar el grado de agotamiento, desgaste, cansancio, etc. del saco que llevas cargando son:

*Búsqueda y deseo frecuente por descansar y/o recostarse por un momento que luego                            terminan siendo algunas horas.

*Dificultad en exceso o recurrente por conciliar el sueño o despertarse.

*Sensación de dolor en todo el cuerpo con cierta frecuencia: dolores musculares, de cabeza, vista cansada, etc. sin causa aparente.

*No sabes ni cómo te hayas o cómo te sientes: todo y nada te molesta.

*Sensación de desorientación, desubicación: no sabes ni lo que quieres.

*Te vuelves muy sensible de repente. Emocionalmente estas inestable: no sabes si reír,    llorar, gritar o golpear.

*Sientes ataques de pánico o ansiedad sin saber lo que lo causa.

*Te sientes solo(a) aunque estés rodeado de gente.

*Te invade la desconfianza y estás a la defensiva frecuentemente y sin razón.

*Te invade el pesimismo: todo lo ves gris con enojo, resentimiento y negatividad.

*Sientes un cansancio o agotamiento más allá de lo habitual.

*Hacer algún deporte o actividad física ya no te llenan y se te hacen pesados.

*Te da pánico o asusta tu futuro generándote inseguridad.

*Ya no te llena aquello que te satisfacía o agradaba.

*Deseo de salir corriendo, desaparecer o irte a otro lugar.

*Todo buscas y pruebas pero nada te llena o satisface o complace.

Y así pudiéramos seguir enumerando una larga relación de síntomas. Lo importante es que si de alguna manera te das cuenta de ello, es tiempo de hacer un alto en el camino y darte el tiempo necesario para sanar y reparar no solo tu cuerpo sino tu alma.

Dicen por ahí que el alma es tan importante como el recipiente que lo contiene. Ésta es algo incorpóreo, intangible. De tal manera que así como uno busca algún medicamento o terapia para curar o sanar una dolencia física, hay que hacer lo propio para sanar el alma.

De no atenderse puede desencadenarse una serie de dolencias hasta crónicas con desenlaces fatales porque nos van hundiendo en la espiralidad descendente hacia un pozo muy profundo del que luego puede ya no salirse.

No sólo nuestro cuerpo se cansa, también nuestra alma y hay que cuidarla.

Y así como cuando hacemos alguna compra investigamos, preguntamos etc. por las características, ventajas, durabilidad, calidad, garantía, etc. del producto o servicio a adquirir o a contratar; así mismo lo hemos de hacer si fuera necesario al  buscar ayuda profesional para nuestra mente, para nuestra alma.

Porque hay mucha charlatanería, pululan mucho las ofertas “espirituales” y que después (quizás) de haber pasado por muchas de ellas de alguna manera más o menos seguimos igual, al menos no al cien como se debiera o quisiera.

Porque al final del día éstas son huecas o incompletas por la sencilla razón de que carecen de la espiritualidad que sólo Dios  puede dar. Búscalo y no desistas en el intento.

Y tampoco busques o esperes actos heroicos o de relumbrón para ejercitar alguna virtud. Una persona virtuosa es aquella que se esfuerza en ella en la sencillez y heroicidad de los pequeños detalles del día a día: ser buen estudiante, buen padre de familia, buen trabajador, buen empresario, buen funcionario, etc. Se es más heroico cuando se es más ordenado,  más acomedido, menos envidioso y criticón, que esperar  el momento para salvar la vida de alguna persona por que muy probablemente nunca suceda.

Contáctame: julioibarrola@hotmail.com