Nuevo libramiento periférico, ¿una solución? Hoy el análisis del Dr. Salvador García Espinosa en “El Derecho a la Ciudad”

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El Derecho a la Ciudad

NUEVO LIBRAMIENTO PERIFÉRICO, ¿UNA SOLUCIÓN?

Salvador García Espinosa

En días pasados se anunció por parte del Gobernador de Michoacán, el proyecto para construir un nuevo libramiento en Morelia, con una longitud de poco más de 87 kilómetros. En realidad, se trata de un anillo periférico metropolitano, pues incluye al municipio de Tarímbaro.

Al parecer, según se informó a través de los medios de comunicación, el principal argumento resulta ser que “es urgente un segundo anillo periférico en Morelia, pues el actual tiene cuatro décadas y en esas décadas ha crecido la ciudad significativamente”. Sin duda, este argumento constituye un principio equivocado y amerita una reflexión en torno a varios aspectos:

1.- Los problemas de movilidad en la ciudad de Morelia se deben, principalmente, a la falta de una estructura vial que garantice la movilidad norte-sur y oriente-poniente. Por increíble que parezca, la Av. Morelos es la única vialidad, de la mancha urbana, cuyo trazo va de norte a sur, y en sentido de oriente a poniente sólo existe la avenida Madero, cuyo trazo cruza prácticamente toda la ciudad en este sentido. El resto de las vialidades solo resuelven de manera parcial la movilidad por sectores de la urbe. Esta es una de las razones principales por las que, de forma inevitable, miles de vehículos se ven obligados a transitar por el actual libramiento.

2. Las vialidades que actualmente conforman el llamado “libramiento”, se iniciaron hace más de 40 años, con la construcción de la actual Av. Camelinas y el actual Circuito Periférico Paseo de la República; se fue complementando paulatinamente con el Periférico Independencia y Periférico Oriente. Su origen se explica en una tendencia nacional de propiciar una estructura vial que garantizara la movilidad e integración de la ciudad, sin la necesidad de que fuera obligado el paso por el centro urbano, principalmente por su deterioro funcional y su estructura vial tan estrecha y limitada.

3. Un aspecto inevitable de considerar, es la constante necesidad de los gobiernos de iniciar obras, pero la cuestionable práctica de no concluirlas. Hoy en día, los casos más evidentes resultan ser los dos distribuidores viales que iniciaron su construcción hace más de dos años, y aún no se concluyen. En el llamado “ramal de camelinas”, vialidad que integra la zona de Altozano con la de Ocolusen, inaugurado en octubre del 2018, aún falta construir las obras de integración de la salida del túnel con el libramiento; lo que propicia un enorme “cuello de botella” a toda hora, pues increíblemente todos los vehículos del sentido de sur a norte son obligados a dar la vuelta en “U”, para incorporarse a una vialidad siempre saturada por el funcionamiento de centros educativos de la zona. Otro ejemplo es que, en diferentes tramos del libramiento, después de casi 40 años, aún no se concluyen los carriles laterales.

4. Un libramiento como el que se proyecta, serviría si con ello se evitara el tráfico de transportes de carga por la zona urbana de Morelia. Sin embargo, lamentablemente esto no será posible, pues en la zona comprendida al interior de dicho libramiento, existen zonas industriales e infinidad de usos comerciales, cuyo funcionamiento demanda acceso de vehículos de carga e incluso tráileres.

5. Tal vez el aspecto más relevante sea el hecho de que la construcción de un libramiento como el planteado, sin duda alguna, intensificará la dispersión urbana, no solo de la ciudad de Morelia, sino de la zona metropolitana en su conjunto. Para dimensionar este aspecto basta señalar que el Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Morelia 2022-2041, señala la existencia de 1.177 hectáreas de predios baldíos en Morelia, muchos de los cuales disponen de servicios básicos.

En Morelia, la especulación del suelo ha llevado a la edificación de conjuntos habitacionales cada vez más alejados de la mancha urbana, con los consecuentes problemas de movilidad para sus habitantes. De 1980 al 2018, la población de Morelia se incrementó 2.6 veces, mientras que el área urbana lo hizo 4.5 veces. Esta dispersión urbana, sin duda alguna nos aleja de la sustentabilidad urbana, la prestación de servicios básicos como agua potable y drenaje se encarece, pues cada vez es menor el número de viviendas por kilómetro; de ahí que el organismo operador de agua potable, año con año busque un incremento de la tarifa de servicio.

Finalmente, la pirámide de jerarquía en movilidad, establecida por Ley, señala que la prioridad máxima es el peatón, luego los vehículos no motorizados como bicicletas, el transporte de pasajeros, transporte de mercancía y finalmente los vehículos particulares. Esta prioridad debe regir la gestión del presupuesto y obra pública. Así que en una ciudad donde la ausencia de banquetas, que garanticen la movilidad peatonal, o la existencia de un transporte público ineficiente y caro, hace pensar que un nuevo libramiento no resulta prioritario, ante necesidades más apremiantes en términos de la movilidad urbana de la zona metropolitana de Morelia.