Las voces que incomodan en México

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En un país donde la libertad de expresión se ve coactada, una parte de la democracia se debilita. La prensa, los periodistas, los medios de comunicación quienes son llamadas el cuarto poder no han podido ejercer en estos últimos tres años la libertad de expresión.

Las cifras de periodistas muertos ubican a México en el primer lugar con 11 asesinatos por encima de países donde se viven guerras y donde la libertad de expresión aún está en cuestionamiento como lo son Yemén, Palestina y Pakistán.

La reflexión que deseo provocar, a propósito del Día de la Libertad de Expresión que celebra cada 7 de junio en México, es la incidencia que tiene el ejercicio de cualquier profesión, pero la que aquí en particular toca, la del periodismo. Esa es la de la voz que puede cuestionar, que funge un poder importante y de equilibrio entre sociedad y autoridades; entre ciudadanos y gobierno.

Triste es saber que se ha normalizado las muertes en México y que para la máxima autoridad en este país tomar tangentes es una práctica diaria y la de los periodistas no es excepción.

Tan solo en marzo pasado, al ser cuestionado sobre los constantes ataques a los periodistas, el presidente López Obrador dijo:

“Nosotros aceptamos que existe esta inseguridad y la estamos combatiendo, pero su propósito (de los grandes medios) no es que les preocupe que están perdiendo la vida de periodistas, les preocupa que se están perdiendo privilegios”, indicó.

La no superación del pasado y tomar acción en el presente es una falla constante del presidente del ejecutivo.

También es cierto que los periodistas al ser los principales afectados deben tomar parte de las acciones a emprender para facilitar su trabajo y sobre todo para que se realice en verdadera calma. Algo que no se ha visto. Ni actividades locales ni federales han hecho llamado a los periodistas y medios de comunicación a entablar pláticas y crear un plan de acción que permita que el periodismo en México se pueda ejercer en paz.

Y más allá de esto, la reflexión es sobre cómo se callan las voces que suelen ser incómodas. Esto me conduce a mirar a otro lado que está olvidado y es el de los comunicadores sociales.

Aquellos quienes no perciben un salario, los comunicadores que participan en las radios comunitarias, sociales, indígenas.

Michoacán es el estado con más radios comunitarias en México, en estos espacios se propicia el debate, el concesos, la diversidad de voces. Se habla desde la comunidad y con ella, pero ellos también padecen de la falta de apoyo para poder materializar el derecho a la libertad de expresión.

El pasado 10 de marzo el director de la radio comunitaria de Ocumicho, Michoacán, Esteban Cruz Rosas, fue privado de la libertad por un grupo armado en esa comunidad indígena, horas más tarde fue liberado y justificaron se trató de una confusión.

Aunado a que solo tienen el 1% de financiamiento público que se divide entre todas las radios sociales y es por medio de pautas oficiales.

Casos como éste hace necesario voltear a mirar a otro tipo de comunicación, otras voces que son igualmente importantes. De hecho, estas radios plantean contenidos distintos, voces diferentes, cercanas. Son un medio de comunicación resistente a la cultura hegemónica.

Sus comunicadores primeramente son habitantes de la comunidad, ciudadanos que hacNr valer su libertad de expresión, pero que ante la hostilidad e impunidad con la que se ejerce el periodismo, la comunicación se ven apagadas.

Espero haber podido provocar la reflexión de lo importante que es poder hablar y no se calle tu voz… por más incómoda que ésta pueda ser.

*Comunicóloga, Maestra en Derecho y Doctorante de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Columna “Aunque incomode”

María Teresa Jaramillo Ríos*