La nueva periferia de las ciudades; el análisis del Dr. Salvador García Espinosa

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El Derecho a la Ciudad

LA NUEVA PERIFERIA DE LAS CIUDADES

Salvador García Espinosa

El origen, crecimiento y estructuración de la ciudad siempre ha sido objeto de interés y análisis, en su primera etapa, para poder explicar el surgimiento de las ciudades, después para comprender su estructura y crecimiento, con el objetivo último de lograr controlar y orientar su desarrollo a través de la planificación urbana.

En el caso particular de la vivienda, constituye el uso predominante en todas las ciudades, de forma general se considera que poco más del 60% de la superficie es de uso habitacional en sus diferentes modalidades. Razón fundamental para que, dentro de los procesos de planeación urbana, la vivienda haya ocupado un sitio estratégico y preponderante.

En 1976, se publica la Ley General de Asentamientos Humanos y se institucionaliza la planeación, en particular tendiente a la regulación de los asentamientos humanos, al establecer el marco normativo que habría de garantizar la coordinación en las acciones e inversiones públicas en materia de desarrollo urbano que realizaban la Federación, los estados y los municipios.

En el caso específico de la vivienda, se instrumentaron acciones como la conformación de reservas territoriales, en las que el gobierno municipal, estatal y federal adquirían tierra, de acuerdo a la ubicación de las áreas de crecimientos que establecía el Programa de Desarrollo Urbano. La intensión de concentrar suelo, era orientar las inversiones gubernamentales en equipamiento e infraestructura, hacia una zona de la ciudad, para garantizar su incorporación al mercado formal e incentivar su consolidación.

El mecanismo descrito, funcionó con mayor o menor éxito, en las distintas ciudades, porque además incentivaba que los grandes inversionistas inmobiliarios privados adquirieran suelo en dichas reservas, pues de algún modo esta garantizada su integración al mercado y su consolidación.

Como una desventaja, de dichas reservas, estaba el hecho de que se propiciaba una mercado informal de suelo para vivienda, a través de esquemas de auto-invasión, en el que algunos propietarios de predios, que no lograban las autorizaciones correspondientes para fraccionar su predio bajo el uso habitacional y la densidad deseada, se asociaban con alguna organización social, generalmente comerciantes informales, transportistas y cualesquiera que demandaba suelo y vivienda para sus agremiados, pues sus condiciones laborales no les permitían acceder a un crédito para la adquisición formal de un predio o una vivienda.

El mecanismo resultó ser tan lucrativo para las organizaciones y los propietarios del suelo, que se popularizaron en los años ochentas, bajo el concepto de paracaidistas pues llegaban de la noche a la mañana, ocupaba el predio con palos y lonas, esperando a la reacción de las autoridades municipales, cuando ésta no actuaba, con el paso de los días iban construyendo viviendas de madera y así progresivamente, hasta consolidarse como muchas de las actuales colonias de cualquier ciudad.

De forma general, este mecanismo de invasiones y de la necesidad de suelo y vivienda por parte de los sectores menos favorecidos económicamente, fue conformando una zona periférica de la mancha urbana, caracterizada por asentamientos irregulares (invasiones y auto-invasiones) que una vez que se consolidaban dichas colonias o vendían los predios, las organizaciones sociales y sus agremiados replicaban el modelo en la nueva periferia.

Con los cambios en las políticas económicas y haciendo eco a las recomendaciones del Banco Mundial, el gobierno impulsó una serie de políticas de corte neoliberal tendientes a librar el mercado de la vivienda y que se regulará a través de la oferta y la demanda. Reduciendo el papel del gobierno a otorgamiento de créditos y confiriendo a los inversionistas privados no sólo la facultad de construir viviendas sino, lo más relevante, decidir donde edificarlas.

Bajo la lógica de los inmobiliarios privados, el contar con un mercado cautivo de derechohabientes deseosos de ejercer su crédito, edificar viviendas de interés social resultó un negocio seguro, más aún, permitió incrementar el margen de ganancia esperado a partir de los factores: edificar en suelo barato e incorporar suelo al desarrollo urbano. Tres datos son reveladores del fracaso que tuvo esta política habitacional para el desarrollo de las ciudades:

  • Desde 1972, año en que fue creado el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT) hasta el año 2000, había otorgaron 2 083 429 créditos; mientras que entre los años 2001 y 2006 se concedieron 1 884 510 créditos, y en el periodo como presidente de México de Felipe Calderón Hinojosa (2007-2012), fueron otorgados 2 955 015 créditos.
  • El inventario de suelo en 2012 indicó que, en las 129 ciudades mexicanas con más de 50 mil habitantes, existían más de 495 000 hectáreas de suelo que podían ser incorporadas al desarrollo urbano y el 54% de este conformaba parte de la periferia urbana.
  • A principios del año 2019 las viviendas que se encontraban deshabitadas ascendían a poco más de 5 millones, mientras que, en las viviendas pertenecientes a los 4 deciles inferiores de ingresos, el rezago en el ámbito nacional representó el 58%.

En la actualidad la periferia de nuestras ciudades se conforma de extensos conjuntos habitacionales de interés social que son muestra por demás evidente de un modelo de desarrollo urbano en el que, se ha privilegiado la especulación del suelo sobre las necesidades sociales. Hoy el gran reto que enfrentan las ciudades, es superar las innumerables consecuencias que provoca esta dispersión urbana sin precedentes.