El “ni los veo ni los oigo” de Salinas, ahora lo aplica AMLO a víctimas de violencia, acusa Toño Soto

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El “ni los veo, ni los oigo” que empleó Carlos Salinas de Gortari durante su gobierno, ahora su más acérrimo crítico, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo aplica a las víctimas de la violencia en México a las que ni siquiera está dispuesto a recibir, lamentó el diputado Antonio Soto Sánchez, integrante de la Comisión de Derechos Humanos de la LXXIV Legislatura del Congreso del Estado.

El diputado integrante del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, refirió que el rechazo del presidente para sentarse, escuchar y dialogar con los integrantes de la Marcha por la Verdad, la Justicia y la Paz que el domingo pasado acudió a Palacio Nacional, evidencia intolerancia y falta de sensibilidad al diálogo frente a una lacerante realidad que viven miles de mexicanos.

“El desdén y menosprecio a las víctimas de violencia, es el lado más vergonzante que pueda evidenciar un gobierno, y lamentablemente en el caso de México hoy lo vemos en el Gobierno Federal a través del propio titular del Ejecutivo”.

Antonio Soto Sánchez apuntó que con tal acción el Gobierno de la República una vez más da la espalda a uno de los principios más enraizados de la izquierda en México, como lo es la defensa sin cortapisas de los derechos humanos, así como a la consecución de objetivos para la verdad, la justicia y la cero impunidad.

El legislador recordó que en México uno de cada tres mexicanos son víctimas del crimen y de la violencia, y son justamente las víctimas y sus familiares quienes en los últimos años han visibilizado el problema y forzado la acción de las autoridades en turno.

“Tenemos por ejemplo el caso de los desaparecidos, en donde luego de muchos años de movilización, búsqueda, y acción de sus familiares, lograron sentar a las autoridades federales orillándolas para que se pusieran a trabajar en la materia”.

Sin embargo queda evidenciado –apuntó Antonio Soto Sánchez- que el Gobierno de la República se incomoda cuando la promesa de campaña le es insuficiente para dar respuestas como autoridad; que las exigencias seguirán en la medida en que permanezca petrificado en temas torales, y pretendiendo vender ilusiones a base de dinero en becas y apoyos inmediatistas.