Diputaciones plurinominales
Yurisha Andrade Morales*
Las cámaras del congreso nacional y los congresos locales se integran con diputaciones electas por los principios de mayoría relativa y de representación proporcional. Conforme al primero ganan quienes obtienen la mayor cantidad de votos en las contiendas distritales y por el segundo se asignan tantas curules como porcentaje de votos haya obtenido cada partido, en términos de las reglas específicas aprobadas en las legislaciones respectivas.
La historia política reciente de México demuestra que la transición de un régimen de partido hegemónico a uno donde se reconoce el pluralismo político fue posible por la introducción del principio de representación proporcional. Si bien la evolución del sistema mixto tiene un antecedente importante en 1973 con la incorporación de las diputaciones de partido, es claro que fue en 1977 donde tiene un impulso definitivo al incluirse cien diputaciones de representación proporcional en nuestro sistema electoral.
Se trata, de un mecanismo para la traducción de votos en curules y, por lo tanto, del reconocimiento formal de la pluralidad política que la ciudadanía ordena con sus votos para considerar qué partidos se integran a las cámaras y congresos locales. Así, en el ámbito federal, para la asignación de las curules que por decisión de la ciudadanía debe tener cada partido político considerando tanto las fórmulas ganadoras de mayoría relativa como las 200 diputaciones de representación proporcional conforme a la fórmula prevista en la ley, es el INE la instancia que debe distribuirlas.
Es desde 1996 cuando el sistema de representación federal se definió con sus características actuales: 500 diputaciones en total, 300 electas por mayoría relativa y 200 por representación proporcional; 128 senadurías, 64 de mayoría, 32 de primera minoría y 32 de representación proporcional. Adicionalmente, el límite a la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados se redujo al ocho por ciento y se topó en 300 diputaciones, el número máximo que un partido puede tener por ambos principios.
Ha sido a través del voto ciudadano como nuestro sistema ha logrado características fundamentales que hoy lo distinguen: alternancia política en la presidencia y en todos los cargos, gobiernos divididos y renovación pacífica de los poderes públicos, que hoy son signos inequívocos del fortalecimiento de nuestro pluralismo.
El 6 de junio alrededor de 49.1 millones de mexicanas y mexicanos acudimos a votar. Conforme a los resultados de las votaciones y con la distribución del INE de las diputaciones de representación proporcional del pasado 23 de agosto, tenemos los números siguientes: PAN 73 de MR y 41 de RP, 114 en total; PRI 30 de MR y 40 de RP, 70 en total; PRD 7 de MR y 8 de RP, en total 15; PT 30 de MR y 7 de RP, 37 en total; PVEM 31 de MR y 12 de RP, 43 en total; MC 7 de MR y 16 de RP, 23 en total; Morena 122 de MR y 76 de RP, 198 en total.
Es el veredicto de las urnas, las y los votantes quienes colorearon el mapa político del país y definieron con sus preferencias la correlación de fuerzas en cada congreso local y en la cámara de diputados. La responsabilidad de las autoridades electorales está en contar con pulcritud y transparencia esos votos y en hacerlos respetar, en decidir con imparcialidad sobre los diferendos que se plantean en el marco de la ley.
Es una falacia sostener que solo es limpia y legítima una elección cuando el resultado favorece a ciertos partidos o candidatos, hoy cualesquiera de las opciones partidarias pueden ganar y convertirse en gobierno o tener la mayoría en las cámaras o congresos. En democracia ningún triunfo ni derrota es absoluto ni para siempre. Un signo de responsabilidad política de todos los actores está en saber reconocer sus triunfos, pero, sobre todo, en aceptar las derrotas y no escudarse en argumentos que las atribuyen a determinaciones de las autoridades electorales, como si ello fuera posible o pudiera generarse como un acto de magia.
Mi convicción está en la aplicación estricta de la ley, en la generación de esquemas que nutran nuestro pluralismo y lo defiendan de los avatares de la política. Fortalecer a las instituciones pasa por respetar las reglas del juego que fueron aprobadas y aceptadas por todos, pero también en la construcción de una correlación respetuosa entre actores e instituciones que con frecuencia se rompe con argumentos carentes de verdad.
*Magistrada Presidenta del Tribunal
Electoral del Estado de Michoacán
@YurishaAndrade