Una ciudad con discapacidad “El Derecho a la Ciudad” #Columna

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EL DERECHO A LA CIUDAD

Una Ciudad con Discapacidad

Por Salvador García Espinosa//Recuerdo que cuando niño siempre llamó mi atención que al visitar alguna ciudad en el extranjero observaba muchas personas en silla de ruedas o con alguna discapacidad, situación que no era común observar en México. Años después comprendí que no se trataba de que hubiera menos enfermos aquí, sino que éstos permanecían en las casa, no salían, en buena medida porque no existían las condiciones que permitieran brindar las facilidades necesarias para que cualquier persona, con algún tipo de discapacidad, pueda hacer uso de su derecho como ciudadano de visitar museos, tiendas, restaurantes, acudir a la escuela e incluso a los propios centros de atención médica. //

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la discapacidad forma parte de la propia condición humana, por lo que existe una alta probabilidad de que cualquier persona sufra de algún tipo de discapacidad, ya sea temporal o permanente, en algún momento de su vida. Esta probabilidad aumenta conforme la edad de la persona avanza, por ello una elevada proporción de personas adultas mayores enfrentan alguna discapacidad. Asimismo, conforme el envejecimiento poblacional aumente, se incrementará el número de personas con discapacidad, de tal manera que es necesario tomar acciones que garanticen los derechos fundamentales y la plena inclusión en la sociedad.

Desde una perspectiva urbana, todos los derechos de inclusión inician con la posibilidad de movilidad para acceder a los espacios y edificios públicos, por esto, el acceso es garantía para el pleno disfrute del derecho a la ciudad. Con toda seguridad, Usted se ha visto en la necesidad de caminar por la ciudad (fuera del primer cuadro del Centro Histórico) y ha comprobado que no hay banquetas adecuadas, que las existentes están quebradas, forman parte de rampas para autos, son invadidas con postes de publicidad o mobiliario urbano y que son imposibles de transitar, a grado tal, que mejor se opta por caminar por la parte del arroyo vehicular. Ahora imagine lo complicado que será para una persona con algún tipo de discapacidad motriz trasladarse por esas banquetas. En 2017, la discapacidad motriz fue el principal tipo de discapacidad reportado a nivel nacional, la cual abarcó 2.6 millones de personas, esto es 37.32% de las personas con discapacidad. De las personas que expresaron tener problemas para moverse y caminar, utilizan bastón 27.1%, silla de ruedas 18.0%, andadera 10.8%, muletas 6.5%, mientras que el 37.0% restante no recurren a alguna ayuda técnica para mejorar su desempeño.

Para ilustrar el tamaño del reto que enfrentan las ciudades, para volverse incluyentes y garantizar la autonomía de movimiento y el libre tránsito y accesibilidad de toda personas, no importando su condición física; piense en la cantidad de gente que hay a su alrededor utilizando lentes, sin duda que es de lo más común, observar familiares, amigos, compañeros de escuela o trabajo que utilizan anteojos. Pues de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica Demográfica 2018, las personas con discapacidad visual en México, aún y aquellas que usan lentes, representan el 39% del total de la población, mientras que aquellas con problemas para caminar, subir o bajar usando sus piernas representa el 50.2% del total de la población, lo que sin duda, representa un reto mayúsculo.

Sin duda que hemos avanzado como país en el reconocimiento de la necesidad de lograr la inclusión de las personas con discapacidad. En 2004 en México se emitió el documento Recomendaciones de Accesibilidad por parte de la ORPIS de la Presidencia de la República; en él se establecieron textual y gráficamente recomendaciones que de manera general deben cumplir los lugares públicos, desde el momento de su planeación hasta su construcción y sus posibles adaptaciones para asegurar la accesibilidad a las  personas con discapacidad y brindar un entorno amigable. Posteriormente el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) dio a conocer las características que debe cumplir el transporte adaptado para este tipo de personas con las especificaciones de las ayudas técnicas de accesibilidad física. Ambas estrategias buscan eliminar las barreras arquitectónicas, físicas, urbanas, de transporte y comunicación, para permitir el libre acceso y uso de la ciudad a la cual tienen derecho.

Todo comienza en el hogar, la gran mayoría de las viviendas, no se diga las mal llamadas de interés social, tienen dimensiones que no permiten la circulación de una persona en silla de ruedas. Tal vez, de la misma forma en que se obliga a los estacionamientos a diseñar un porcentaje de cajones para personas con discapacidad, a los desarrolladores, de acuerdo al número total de viviendas, se les debería pedir incluyeran un porcentaje de viviendas adaptadas a personas con discapacidad, obviamente sin que ello represente un incremento en el costo, que las haga inaccesibles. Porque hay que señalar que según cifras del CONEVAL, el año pasado, la mitad (49.4%) de las personas con discapacidad vive en situación de pobreza: 39.4% vive en pobreza moderada, mientras que 10% está en pobreza extrema. Además, claro esta, de los gastos que la incapacidad representa, según el INEGI, los hogares que tienen personas con discapacidad gastan hasta tres veces más en alimentos, vivienda y cuidados de la salud que el resto de las familias.

Hay detalles tan sencillos, que no se perciben más que por la gente involucrada. En últimas fechas ha proliferado la construcción de banquetas “montables” o sea aquellas de forma curva que facilitan que un automóvil pueda subir o transitar por una acera. Sin embargo, para las personas que utilizan bastón, muletas o andadera resultan de los más incomodas y hasta riesgosas, pues no les brinda la horizontalidad necesario de las tradicionales en forma de trapecio.

El transporte público es un factor determinante para incentivar la inclusión a las actividades, pues las unidades de transporte no cuentan con las facilidades necesarias para ser utilizadas por este tipo de personas. Falta especial interés en lograr las adecuaciones de rampas, elevadores de forma eficiente, ya que es común observar rampas que resultan imposibles de usar para una persona con silla de ruedas, pues la pendiente o el ancho no corresponden a las necesidades.

Finalmente, muchas de nuestras ciudades en México tienen como asignatura pendiente la adecuación para movilidad con discapacidad. No se trata de pintar cajones preferentes o improvisar rampas; se trata de garantizar el tránsito de todas estas personas y no olvidar que, además de las situaciones propias por enfermedad o accidentes, la población en México cada vez aumenta más su esperanza de vida y en términos cuantitativos cada vez habrá más gente de la tercera edad, con los problemas de discapacidad. Requerimos adecuar nuestra ciudad, para dejar de ser una ciudad que ignora a muchos de sus ciudadanos mostrando con ello nuestra propia “discapacidad.