¿Lluvias atípicas o falta de resiliencia? El análisis del Dr. Salvador García Espinosa en, El Derecho a la Ciudad

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El Derecho a la Ciudad


¿LLUVIAS ATÍPICAS O FALTA DE RESILIENCIA?


Por.- Salvador García Espinosa

El pasado miércoles 27 de julio se presentó en Morelia una intensa lluvia, que en la prensa se calificó como “tromba”. Las inundaciones fueron significativas, no sorpresivas, porque las colonias que se inundaron fueron desafortunadamente, las que año con año, presentan inundaciones. En los medios se observaron declaraciones de diferentes autoridades, calificando de “atípica” la lluvia, como si su sorpresiva presencia fuera la justificación a las inundaciones. Incluso, de acuerdo con la prensa local, se señaló que las autoridades locales dijeron que “en el lapso de una hora, la cantidad de agua que se precipitó fue de 46 milímetros, el equivalente al total del mes de julio (Quadratín, 28 de julio de 2022, 7:07, https://www.quadratin.com.mx/principal/afectadas-4-colonias-de-morelia-por-tromba/).

La realidad es muy distinta al discurso mediático. Morelia presenta una precipitación pluvial anual promedio de 850 mm., donde el 65% se concentra en los meses de julio, agosto y septiembre, siendo julio el de mayor precipitación pluvial con 148.1 mm., cantidad muy superior a la que se presentó el pasado 27 de julio. Tal vez para muchos la aclaración anterior pudiera resultar un asunto irrelevante, pero tratándose del agua, como recurso prioritario para la vida, cada gota cuenta y en este caso, cada milímetro de precipitación pluvial equivale a 1 litro de agua por cada metro cuadrado de superficie sobre la que llueve. A manera de ejemplo, en Morelia, en una casa que tenga 50 m2 de azotea, caerán a lo largo del año 42,500 litros de agua de lluvia, es decir, de agua limpia, aunque no potable.

Ahora bien, lo verdaderamente interesante es que cuando llueve no se trata de un asunto “atípico” o extraordinario, sino de algo totalmente predecible, pues para Morelia y prácticamente todas las ciudades de México, se llevan registros de la cantidad que llueve día con día, desde hace varias décadas. En este contexto, es inevitable preguntarse: ¿Qué es lo que falta hacer, para evitar las recurrentes inundaciones?

Para dar respuesta se deben considerar al menos dos aspectos: el primero de ellos es recordar que el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, que agrupa un amplio grupo de investigadores de todo el mundo, en su informe del 2021, señala al respecto de la precipitación pluvial, que ésta ha presentado un aumento desde 1950, pero más significativamente a partir de 1980 a la fecha. Que el hombre ha contribuido a un aumento en las sequías agrícolas en algunas regiones, debido al aumento de la evapotranspiración de la tierra; los estudios realizados señalan también que la incidencia humana provocará un aumento en las precipitaciones intensas asociadas a los ciclones tropicales, así como en la variabilidad en las precipitaciones globales en la mayoría de las regiones terrestres, dentro de las estaciones y de un año a otro.

En otras palabras, que se presentarán lluvias con mayor cantidad de agua, pero en periodos más cortos y distintos a los actuales; en este sentido, lo realizado desde hace varios años, referente a desazolve de drenes y canales o limpieza de alcantarillar, cada día será insuficiente, y se requieren que se realicen más actividades de prevención ante posibles fenómenos de la naturaleza.

Además, todas las ciudades se deben estar preparado para situaciones que no se han presentado, de aquí la relevancia del concepto de resiliencia. Fue el psicoanalista inglés John Bowlby quien en su obra Teoría de los Apegos en Edades Tempranas, utilizó el término de resiliencia, para definir la capacidad de un ser humano para superar períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Se entiende que las personas más resilientes son aquellas que tienen mayor control frente a los acontecimientos, y logran restablecer su normalidad lo antes posible.

En el ambiente urbano se dice que una ciudad es resiliente, cuando está preparada para recuperar el funcionamiento de sus actividades lo antes posible después de un evento catastrófico, como puede ser un huracán, un sismo o una inundación, entre otros muchos más.

A manera de ejemplo, con respecto a las intensas precipitaciones pluviales, en algunas ciudades se busca que los edificios instalen unos captadores de agua pluvial, que se denominan Tanques de Retardo Pluvial (TDP); son tanques colectores de agua pluvial que se instalan en diversos edificios, para frenar el flujo del agua pluvial que cae sobre la azotea, y su función es retardar la salida de las aguas de lluvia hacia los colectores pluviales. De este modo se garantiza no saturar el drenaje pluvial durante la duración de la tormenta.

Otra medida instrumentada con muy buenos resultados en muchas ciudades es la obligatoriedad de que cada construcción desde una vivienda, edificio comercial o de oficinas, instrumente la captación de al menos el 50% de la cantidad de agua pluvial que cae sobre su azotea o predio. Esto reduce el uso de agua potable para usos como riego de jardines o funcionamiento de sanitarios.

Una estrategia exitosa es la construcción de pozos de absorción pluvial en sitios estratégicos como parques o jardines, lo que reduce significativamente la cantidad de agua que se canaliza por las calles o drenes, reduciendo así las probabilidades de inundación, además de contribuir a la infiltración de agua hacia los mantos acuíferos del subsuelo.

Como se observa, lo último que debemos pensar es que lo acontecido la semana pasada en Morelia, o lo que se presenta desde hace meses en el norte del país, corresponde a eventos aislados, se trata de una consecuencia del Cambio Climático y se deben instrumentar en todas las ciudades estrategias para volver a las ciudades más resilientes.