Lluvia, inundaciones y cambio climático, la reflexión del Dr. Salvador García Espinosa

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El Derecho a la Ciudad

LLUVIA, INUNDACIONES Y CAMBIO CLIMÁTICO

Salvador García Espinosa

Hace aproximadamente dos meses, nos encontrábamos preocupados por la incidencia de los incendios forestales, que, ante la grave sequía, se presentaban en gran parte del territorio michoacano. Hoy en día, justo cuando deseábamos que iniciara la temporada de lluvias, vemos que afortunadamente hace cuatro días la tormenta tropical ‘Dolores’ tocó tierra cerca de San Juan de Aldama, Michoacán y se presentaron varios días con constantes lluvias.

Lo primero que se debe comprender es que, a este cambio, tan significativo en las condiciones climáticas, pero tan breve en su temporalidad, es lo que se denomina cambio climático y se debe a causas naturales y a la acción del hombre; sus impactos sobre los parámetros climáticos se registran en los cambios de temperatura, la cantidad y frecuencia de las precipitaciones pluviales, presencia de nubosidad, etcétera.

En la actualidad existe un consenso científico, casi generalizado entre todas las disciplinas y centros de investigación y enseñanza, sobre la idea de que nuestro modo de producción y consumo energético está generando una alteración climática global, que provoca serios impactos tanto sobre la tierra como sobre los sistemas socioeconómicos.

Una máxima sobre el pensamiento de la sostenibilidad, señala que es preciso “pensar globalmente y actuar localmente”, para sensibilizar sobre la necesidad de estar consientes de una problemática global o planetaria, pero que las acciones que podemos instrumentar tienen un alcance local, pero sí todos actuamos en el mismo sentido, aún en lo limitado que pudiera parecer nuestro ámbito de alcance, juntos lograríamos revertir o al menos detener el deterioro ambiental.

En este marco, es que los gobiernos y la sociedad organizada han buscado instrumentar diversas acciones al menos en dos vertientes distintas:

  • Aquellas acciones tendientes a modificar nuestro modelo de desarrollo y en este rubro se ubican aquellas acciones tendientes a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, la disminución en el uso de combustibles fósiles, etc.

Otro tipo de acciones que pretenden afrontar las consecuencias derivadas del cambio climático y que se han englobado bajo el concepto de resiliencia y que, de acuerdo con la ONU, su aplicación al ámbito urbano se debe entender como “la habilidad de cualquier sistema urbano de mantener continuidad después de impactos o de catástrofes mientras contribuye positivamente a la adaptación y la transformación hacía la resiliencia”.

En cada temporada de lluvias, hemos insistido en la necesidad de instrumentar estrategias al respecto y bajo las consideraciones anteriores, antes de comenzar a quejarnos sobre los estragos causados por las lluvias en zonas urbanas, deberíamos de pensar en la necesidad que existe de captar la mayor cantidad de agua, pues de todos es conocido que las presas se encontraban en un nivel sumamente bajo. Por otro lado, los gobiernos locales deberían de impulsar acciones tendientes a disminuir los efectos “negativos” que causan las lluvias en las zonas urbanas.

Para dar una idea de la relevancia de estas últimas acciones, baste señalar que la precipitación pluvial se mide en milímetros y el equivalente de cada milímetro, en términos prácticos corresponde a 1 litro de agua por cada metro cuadrado de superficie. En días pasados, cálculos conservadores señalaban que la tormenta “Dolores” ocasionó en Michoacán, Jalisco y Colima, lluvias del orden de 250 milímetros en lapsos de 24 horas e incluso para el domingo, los cálculos señalaban 500 milímetros de precipitación pluvial diarios. 

En otras palabras, sobre una casa de 100 metros cuadrados de azotea, cayeron entre 25,000 y 50,000 litros de agua en un lapso de 24 horas, pero si pensamos en el lapso de 3 días, la cantidad de agua resulta significativamente mayor. Ahora imagine la cantidad de agua que cayó sobre calles y avenidas, esto permite comprender el porque de las frecuentes inundaciones en las zonas urbana.

En el ámbito local, sería muy conveniente que, en ciudades como Morelia donde no existe drenaje pluvial, se realizara la construcción de un sistema de parques de captación pluvial, con la finalidad, como su nombre lo indica, de concentrar la cantidad de agua de lluvia e infiltrarla al subsuelo, en lugar de canalizarla al drenaje y mezclarla con aguas negras. Además, otra de la ventajas sería la conservación de pavimentos, al evitar que se conformen encharcamientos sobre el pavimento, con la única estrategia de que los automóviles, con el paso de los días, terminen por dispersar el agua.

Desde esta perspectiva, para la ciudad, resulta posible evitar una gran cantidad de inundaciones en vialidades, sobre todo en aquellas en las existen amplios camellones o que colindan con parques y áreas deportivas; pues una solución, con éxito probado en otras ciudades, es que, en lugar de aumentar la altura de camellones o banquetas que propician verdaderas “albercas”, se deberían generar adecuaciones para canalizar el agua hacia las zonas en las que se encuentren los pozos de absorción pluvial.

Al margen de las acciones que realice el gobierno, en cada casa, deberíamos de generar estrategias para captar el agua proveniente de la lluvia, no sólo por el beneficio que representaría en la disminución de la factura que se paga al organismo operador, sino, sobre todo, por el beneficio ambiental que esto generaría, pues la extracción de agua de pozos profundos, disminuiría significativamente.