El Valencia festeja un empate en Mestalla

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Imagen recuperada de Google

El Valencia ha tenido una temporada difícil y el empate en casa ante el Villarreal fue un motivo de celebración. Después de varios partidos contra equipos del fondo de la clasificación, el Valencia se enfrentó al Villarreal, que entraba en Mestalla con dos victorias seguidas y la posibilidad de clasificarse para la Champions.

Aunque todos sabían que el Villarreal no era el Elche, Jackson recordó a todos en solo tres minutos que el equipo amarillo no era fácil de vencer con un tiro a la base del poste.

Los dos equipos parecían estar jugando a cosas diferentes. El Valencia hacía grandes esfuerzos para crear jugadas, combinar el balón con sentido más de cinco veces, generar peligro y convertir a Cavani en un ariete, pero no lograba variar la tónica de la temporada, incluso al añadir frescura al eje con Javi Guerra.

Por otro lado, el Villarreal mostraba un patrón y un esquema memorizado e interiorizado, lo que permitía a los once jugadores leer una partitura que muchas veces desembocaba en una acción de peligro. En contraste con el Valencia, el Villarreal parecía saber cómo llegar al área con más facilidad. El Valencia parecía depender solo de los centros de Gayá para llegar al área.

La distinción entre el Valencia y el Villarreal es clara: cuando el equipo de Quique Setién ataca, el estadio siente que algo puede suceder, mientras que cuando lo hace el de Rubén Baraja, la gente se pregunta si alguna vez pasará algo.

Parejo controlaba el balón a su antojo y se dio cuenta rápidamente de que la banda de Correia era más vulnerable que la de Gayá. Como es habitual, el Valencia concedió una oportunidad al comienzo de la segunda mitad, pero Mamardashvili la evitó con una gran parada.

Parecía que la suerte podía cambiar cuando, dos minutos después, Diego López tuvo la acción más cercana a un gol del Valencia en 50 minutos de juego. Su carrera terminó con un remate picado que se fue por poco fuera.

Jackson evitó el intento de rebelión del Valencia, que parecía estar en su mejor momento impulsado por el entusiasmo de sus 40.000 seguidores. El delantero senegalés bajó un balón con el pecho dentro del área y lo dejó listo para que lo empujara a la red. Jackson estaba en racha y este fue su cuarto gol en cinco partidos.

La histeria de Mestalla cayó como un manto de lava sobre el campo. Los partidos, avanzada la segunda parte, enloquecen y van descosiéndose poco a poco. El caos siempre beneficia al débil, que ahora es el Valencia.

Su remodelación en el centro del campo, con la entrada de Diego López e Ilaix Moriba, le dio algo más de mordiente. Ilaix peleó un balón en el borde del área que, después de pasar por Cavani, terminó en un remate certero de Samuel Lino para empatar la contienda y arrancar el grito de la grada.