El Derecho a la Ciudad
78 AÑOS DEL INICIO DEL ANTROPOCENO
Salvador García Espinosa y Rosenda Aguilar Aguilar
El pasado domingo 16 de julio se conmemoraron 78 años de la primera explosión nuclear, que tuvo lugar en una zona remota cercana a la localidad de Alamogordo, que ahora es un sitio turístico conocido como White Sands, en el desierto del estado de Nuevo México. Aunque los Estados Unidos inició investigaciones sobre armas nucleares desde 1939, se considera que la formalidad se alcanzó en 1942, con el Proyecto Manhattan, en el que se incluyó el apoyo de Reino Unido y Canadá.
Aquella explosión denominada Prueba de Trinity, realizada el lunes 16 de julio de 1945 a las 5:29 horas, consistió en un dispositivo con una energía equivalente a 19,000 toneladas de trinitrotolueno, más conocido como TNT. La explosión dejó un cráter en el desierto de 3 metros de profundidad y 330 metros de ancho. Los relatos indican que la nube en forma de hongo alcanzó una altura de 12 kilómetros y la onda de choque se sintió a 160 kilómetros de distancia. Como dato adicional, esta es la distancia aproximada del sitio de Alamogordo en Nuevo México hasta la frontera con México.
Gran parte de la autoría de la bomba atómica se le atribuye al físico teórico estadounidense Julius Robert Oppenheimer, quien era profesor de física en la Universidad de California en Berkeley, además de uno de los fundadores de la escuela estadounidense de física teórica con reconocimiento mundial, a partir de 1930. Su importante participación como jefe se debió a su conocimiento sobre los neutrones.
La Prueba de Trinity, llevada a cabo en Alamogordo, se consideró todo un éxito y permitió que años más tarde, en agosto de 1945 se lanzaran sobre las ciudades de Nagasaki e Hiroshima, en Japón, las bombas de uranio conocidas como Little Boy y Fat Man, respectivamente, que mataron a centenares de miles de personas, casi instantáneamente y a otras tantas con el paso de los días y meses siguientes.
Cuando a Oppenheimer se le cuestionó al respecto de lo ocurrido en Japón, se le atribuye la declaración de: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”, siempre expresó su pesar por el fallecimiento de víctimas inocentes y muchos años más tarde en 1960, durante la única visita que realizó a Japón después de la Guerra, se le preguntó si sentía algún remordimiento por haber desarrollado la bomba y señaló:” No es que no me sienta mal. Sólo es que no me siento peor hoy de lo que me sentía ayer”.
La explosión realizada en Nuevo México hace 48 años, adquiere una importancia significativa debido a que desde el 2009 el Grupo de Trabajo que liderea Jan Zalasiewicz y Colin Waters la ubica como el origen de una nueva era geológica denominada Antropoceno; pues a dicha explosión le siguió una “sed por el carbón y el petróleo” que se ha convertido “en una adicción” tal que ha dejado huellas en todo el mundo.
Una muestra de lo anterior es que, si bien hablar de bombas nucleares nos remite irremediablemente a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, un dato sorprendente es que a partir de lo acontecido en Nuevo México en 1945 y hasta el día de hoy, se han realizado 2,010 detonaciones nucleares en diferentes países del Planeta. Algunas incluso han moldeado el paisaje que hoy observamos, como la detonación realizada en la región de Yucca Flat, en Nevada, Estados Unidos, en 1962, conocida como la “prueba de Sedan” Y que fue siete veces más potente que la bomba de Hiroshima, dejó el mayor cráter artificial del Planeta de casi 400 metros de ancho y 100 de profundidad, desplazando 12 millones de toneladas de tierra. Hoy en día es considerado “el lugar más irradiado y con explosiones nucleares en la faz de la Tierra” debido a las 739 pruebas nucleares que ahí se han realizado.
Para los investigadores Jan Zalasiewicz y Colin Waters, de la Universidad de Leicester, la incidencia radical de la especie humana sobre el Planeta es producto principalmente de tres cosas relacionadas entre sí: el desarrollo tecnológico acelerado, el rápido crecimiento de la población humana, y un incremento en el consumo de los recursos. La combinación de estos factores ha propiciado un aumento del uso de metales y minerales, combustibles fósiles, fertilizadores agrarios, y la modificación de la Tierra y los ecosistemas costeros para uso humano. El principal resultado ha sido la pérdida de paisajes bioclimáticos. Hoy en día se estima que el 75% de la superficie terrestre no cubierta por hielo, ya no está en su estado original, sino que ha sido modificado por la acción del ser humano, de manera directa o indirecta.
Si bien, desde hace miles de años se pueden observar transformaciones provocadas por el ser humano, como es el caso de la agricultura; desde hace casi cien años, el impacto ha sido tal, que ha transformado la composición y estructura de todos los elementos naturales que integran el Planeta. Dichas transformaciones han motivado que diversos científicos comenzarán a hablar de una “era antropozoica” para expresar la idea fundamental de considerar al ser humano como un factor geológico, así como de Homogenoceno o Antroceno.
El concepto de Antropoceno comienza a consolidarse para designar la era geológica actual, caracterizada por las transformaciones provocadas por el ser humano, a través de factores como la urbanización, la utilización de combustibles fósiles, la devastación de bosques, la demanda de agua o la explotación de recursos marítimos.
La división de la historia geológica de la Tierra en eones, eras, periodos, épocas y edades se determina por la International Commission on Stratigraphy, y aún no decide si incorpora formalmente el Antropoceno como una nueva época, reconocible como estrato geológico, esto marcaría formalmente el fin del periodo del Holoceno, que inició hace 11.700 años, después de la última era glacial.
La pregunta que debemos hacernos no es: ¿Cuándo comenzó el Antropoceno?, sino: ¿cuánto tiempo durará el Antropoceno?, pues obviamente su duración está estrechamente ligado a la permanencia de la especie humana sobre el Planeta.