ENFOQUE ELECTORAL
55%
David Alejandro Delgado Arroyo.
Una vez que concluyeron los cómputos distritales que realizaron los 11 Consejos Distritales del INE en Michoacán, podemos tener la certeza de que la participación ciudadana fue del 55.8284% en la elección presidencial en Michoacán, por debajo del porcentaje nacional que fue del 61.04%.
Dicho porcentaje ubica a Michoacán, en el lugar 27 de las entidades federativas, en otras palabras, en el sexto lugar de las entidades con la más baja participación ciudadana.
Algunos comentarios que he escuchado van en el sentido de que se observó una participación ciudadana copiosa, y sin embargo, el porcentaje nos ubica en los niveles más bajos de participación ciudadana.
Lo anterior es explicable, porque es la primera vez que en Michoacán votan 2,071,174 en la elección más votada, que fue la presidencial; nunca antes se había rebasado el umbral de los 2 millones de votos; estuvo cerca Michoacán en las elecciones de 2018, pero se quedó en 1,980,955 votos.
Sin embargo, una cosa son los votos nominales y otra cosa es la votación relativa; si somos un grupo mayor del electorado, es obvio que voten más, aunque no tantos como desearíamos.
De manera que, en la elección presidencial del 2018, se tuvo en Michoacán un porcentaje mayor, que fue del 58.48%, es decir, 2.66% superior que en 2024. Pero esta no ha sido la elección más votada relativamente en Michoacán, al menos en la época IFE-INE fue la de 1994, con un 77.17%, junto una centésima más que el porcentaje nacional de participación ciudadana de esa elección, que fue del 77.16%
Pero también se han tenido votaciones relativas mayores en Michoacán, en la elección de 1991, con un 68.37% y la de 2000, con un 60.79%.
Estos datos me llevan a utilizar mi esquema de los motores y los frenos de la participación ciudadana, para analizar la votación en Michoacán.
En primer lugar, es evidente que la concurrencia electoral acompañada de elección de Ejecutivos, potencia la participación ciudadana. Las elecciones presidenciales son más votadas que las elecciones intermedias; pero además cuando concurren elecciones de ejecutivo federal con ejecutivo estatal, tienden a ser más votadas.
De hecho, de las 9 entidades que tuvieron elecciones de ejecutivo estatal, 6 se ubican por arriba de la media nacional y 3 por debajo, pero ninguna se encuentra en el tercio de más baja participación.
En segundo lugar, un elemento técnico de la participación ciudadana es la calidad de la lista nominal y del padrón electoral; por ejemplo, las elecciones más votadas en la historia reciente del país, asociadas al IFE-INE fueron en 1994, cuando se tuvo una lista nominal de electores recién integrada, y que por ende no hay factores de desactualización, por ello se alcanzó el 77% de participación nacional y en Michoacán.
Por ejemplo, de entre las elecciones Presidenciales menos votadas tenemos las de 2006, cuando se tuvo una participación nacional del 58.55%, mientras que en Michoacán del 50.07%, por supuesto que hubo diversos factores para ese porcentaje, pero uno de ellos, sin duda, tuvo que ver con que no había una vigencia de la credencial para votar, que la tuvo de 10 años con la reforma de 2008.
Sucede que si observamos los datos técnicos de la Verificación Nacional Muestral que cada proceso electoral se realiza, mediante el método de muestreo de actualización y cobertura; encontramos que el cambio de domicilio no reportado en Lista Nominal tuvo su punto más alto precisamente en 2006 con 21.7%, lo cual ha sido corregido por la renovación por vigencia, de manera que en 2024 fue de 15.9%.
Otro aspecto relevante que nos arroja la verificación nacional muestral es los fallecidos en Lista Nominal no reportados, que en 2006 alcanzaron el 1.7%, y que 2024 se ubican en 0.6%.
Sin embargo, a pesar de que técnicamente hay elementos que podrían potenciar la participación ciudadana, se quedó en un modesto 55% en Michoacán y 60% Nacional, ello tiene que ver con frenos; tal parece que una política de descalificaciones mutuas, o bien, polarización, aleja de las urnas a una fracción de la población que no quiere meterse en esa disputa que divide.
Ni que decir, en Michoacán particularmente, de la postura de pueblos originarios de que no se ubiquen casillas en su territorio, ha mermado la participación de cerca de 53,000 electores. Muchas de estas personas electoras si quieren votar, como prueba están los mecanismos de tutela que el INE implementa mediante casillas especiales de proximidad a esas comunidades, que dieron como resultado, que en el conjunto de las casillas especiales de la entidad, votaron el pasado 2 de junio 2,352 personas con credencial para votar de Cherán, es decir, el 18.47%.
Caso relevante es el de Santa Fe de la Laguna, cuyos habitantes con credencial votaron en un total de 1519 en las casillas especiales, que representa el 35% de quienes se encuentran inscritos.
Estos elementos nos permiten apuntalar que debe de haber una profunda reflexión sobre esa dificultad que la comunidad establece para el ejercicio del derecho humano a votar, y que merma la participación, en regiones tradicionalmente muy participativas.
De igual forma, otro freno a la participación ciudadana son los niveles de inseguridad que generan el fenómeno del desplazamiento en pequeños poblados, que llevaron a la autoridad electoral a trasladar a la sección más cercana el listado nominal en 15 casos en Michoacán.
A pesar de lo anterior, 716 personas con credencial para votar pudieron ejercer su derecho en la sección aledaña, es decir un 26.11%.
Pero quizá haya otros frenos, que los políticos y sus asesores del marketing político deben valorar con mucha profundidad, por ejemplo, el rechazo de amplios segmentos de la ciudadanía a campañas que generan basura.
Muchas son las hipótesis que los sociólogos, los expertos en la ciencia política y disciplinas afines, podrán desplegar para interpretar una realidad que tenemos en nuestro presente.